martes, 29 de julio de 2008

Barack Hussein Obama Jr.

Se pasea por las plazas públicas de varios países como si en sus manos estuviera la esperanza que todos necesitamos. Se analiza su discurso para ver si hay mensajes ocultos para los suyos. Se habla de su llegada al escenario político como un suceso que se produce de vez en cuando en muchas décadas. Se augura su final como la de un héroe que muere acribillado por un seguidor suyo que siente que el Mesías tiene que morir para que la salvación alcance toda la humanidad.

En Barak Obama, el bendecido por la divinidad según su nombre, echan raíces los dos colores de la humanidad que la historia ha estado separando durante mucho tiempo: el color negro y el color blanco. De padre africano intelectualmente brillante pero familiarmente desastroso, y de madre blanca que por amor es capaz de casarse tanto como un kenyano como con un indonesiano, Obama no nació de una familia casta ni tuvo una infancia familiar envidiable. Pero de una situación familiar que le podría haber lanzado a la marginación social aprendió a forjarse a sí mismo, aprovechando las pocas oportunidades que le brindaba la sociedad norteamericana, hasta convertirse en uno de los candidatos a la residencia norteamericana más carismático y más querido como el Kennedy de los años sesenta.

sábado, 19 de julio de 2008

La crisis de alimentos en África

En muchos países del África Negra los bancos de alimentos están vacíos. Las tiendas no tienen alimentos básicos como patatas, arroz, maíz, habichuelas o sorgo. Todo empezó cuando la administración norteamericana tuvo el plan maquiavélico de implantar el cultivo de las plantas transgénicas en África. Modificaron las semillas de arroz y de maíz para que crezcan incluso en las condiciones más adversas de la climatología africana. En el primer año convencieron a muchos gobiernos africanos de la bondad de estas semillas, y se las reglaron. Como muchos agricultores conservaron sus semillas, el plan norteamericano se prolongó por dos años más, hasta que las semillas autóctonas desaparecieron. Fue entonces dejaron de regalar las semillas, impusieron un precio alto y controlaron el cultivo de casi todo un continente: los campesinos cultivan cuándo y dónde dice el gobierno, con el visto bueno norteamericano. Y como era de esperar, el alimento se ha convertido en un elemento de presión y de control sobre los gobiernos locales. Pero como en todos los planes hay factores no controlables en los laboratorios ideológicos y estratégicos, el caos sembrado por la falta de alimento favorece el resurgimiento de guerrillas y el levantamiento del pueblo hambriento contra los gobiernos bendecidos por la administración norteamericana. En varios países africanos la protesta del pueblo mangoneado por sus dirigentes se está haciendo, cada vez con más violencia. La esperanza está depositada en el otoño que viene: si el pueblo no siembra lo que necesita, muchos dirigentes africanos se tendrán que ver con sus gentes y, por supuesto, la inmigración será un mal menor que los pueblos occidentales tendrán que soportar. O comemos todos, o morimos todos.

domingo, 13 de julio de 2008

Dios muere con la insensibilidad europea


Hace un par de semanas vimos cómo los ciudadanos de la católica Italia perseguían a los inmigrantes, quemaban sus pertenencias y detenían a cuántos podían. Que yo sepa, sólo el gobierno español protestó por esa violación de los derechos humanos. Los católicos, incluidos su jefe, no abrieron la boca. Supongo que estarían estudiando cómo perseguir a los homosexuales o a los rojos.

No es la primera vez que los católicos se esconden ante situaciones que reclaman su compromiso social o caritativo. Proclaman el amor al próximo como mensaje principal de su fundador pero en la práctica viven en el individualismo exagerado. A mi modo de ver, muchos de ellos son hipócritas. El mensaje de su fundador es humanista, pero sus actos son anti-humanos. Ciertamente, como escribió Gallot, un obispo francés que se declaró homosexual, el Dios que no sirve no sirve para nada.

sábado, 5 de julio de 2008

Inmigrantes

Hace un par de semanas el mundo entero fue testigo de la persecución de los inmigrantes en Sud África. Se los cazaba como se caza a los animales salvajes. Pocos se escandalizaron porque las mismas imágenes se habían contemplado en las fronteras de España con Marruecos, en la católica Italia o en los Estados Unidos de la libertad.

Alguien me dijo que lo que le extrañó de Sud África es que eran los mismos negros que perseguían a sus hermanos negros. Entendí que los blancos marroquíes o españoles pueden perseguir a los subsaharianos sin que nadie se escandalice, pero que jamás deben cazar a sus hermanos blancos. Lógico. Los medios de comunicación españoles no cesan de manipular la realidad de los inmigrantes para hacer ver que la amenaza no son los inmigrantes en sí, sino más bien los inmigrantes subsaharianos, aquellos que atraviesan El Estrecho para llegar al suelo europeo.

Pero la realidad es que el número más numeroso de los inmigrantes no son los subsaharianos, sino los latinoamericanos y europeos (peruanos, ecuatorianos, marroquíes y rumanos). Algún día alguien tendrá qué explicar porqué el racismo es su punto de partida para analizar el fenómeno de la inmigración.