sábado, 9 de enero de 2010

Los muertos de Irak

Este verano pasado hablaba del futuro de los pueblos con un amigo mío que venía de Yaoundé para ultimar los preparativos de su tesis doctoral. Mi amigo defendía que sólo el amor puede salvar tanta violencia que se refleja en este mundo. Estuvimos hablando un buen rato del sueño del legendario Bob Marley en su canción One love: un solo amor, un solo corazón, un solo mundo, un solo Señor.
Hasta ahora la violencia ha guiado triunfalmente el destino de casi todos los pueblos (un filósofo antiguo decía que la guerra es el padre de todas las cosas). Conquistas, sumisión, control de fronteras, fábrica de armas, etc. Todos los pueblos invierten gran cantidad de dinero para preparar las guerras, a excepción de Costa Rica.
Con la caída de las Torres Gemelas, muchos profetizaron el choque de las civilizaciones. Otros empezaron a soñar con la alianza de las civilizaciones. Intentaron evitar la guerra de Irak con las manifestaciones pacíficas en todas las ciudades mundiales. Pero Bush y sus amiguetes desoyeron sus peticiones. Empezaron una guerra absurda que no fueron capaces de ganar. Bush, Blair, Aznar y Barroso abandonaron sus gobiernos sin dejar receta a sus sucesores. Se les recordarán por sus prisas para empezar una guerra sin sentido.
Bush fue sustituido por un premio nobel de la paz, Aznar por un defensor de la alianza de las civilizaciones, y Blair no esperó terminar ni siquiera su mandato. El resultado es evidente para todos: Estados Unidos y sus socios occidentales han sido incapaces de pacificar pueblos que ellos mismos sacrificaron en nombre de la seguridad mundial. Se dice que se sabe cuándo se empieza la guerra pero nunca cuándo se acaba. Por supuestos que mueren civiles inocentes. Por supuestos que mueren soldados defendiendo causas que no comparten. Por supuesto que quienes provocan la guerra rara vez sufren sus consecuencias. Estoy seguro de que Bush, Blair, Aznar y Barroso viven mejor que cuando dieron orden de atacar al pueblo de Irak. Murió Sadam Hussein pero la sangre sigue chorreando.

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