sábado, 20 de marzo de 2010

Curas y pederastia

Últimamente nos están llegando noticias de pederastia en la iglesia católica. Hace un par de años eran el escándalo de curas africanos que violaban a monjas y catequistas, contagiando el sida a algunas, y obligando a otras a abortar. Entonces la autoridad eclesiástica salteó el tema como suele ocurrir cuando el escándalo ocurre en el “Tercer Mundo”: “Bueno, en África todo es posible. Al fin al cabo son pueblos sin civilizar”, me comentó un sacerdote español. Ahora el escándalo está golpeando a las puertas de la “Gran civilización”, y son muchos los cristianos europeos que se preguntan si vale la pena seguir visitando templos donde pasean con orgullo y autoridad aquellos que están haciendo daño a niños indefensos. En Toledo, un cura salía del confesionario y se colocaba delante de una web cam para venderse como prostituto. Al fundador de los Legionarios de Cristo le salen hijos por todos los sitios. Uno de ellos dice que su padre le obligaba a masturbarle. Un escándalo en un México conservador. Tantas desviaciones en lugares sagrados dan mucho qué pensar. Hay religiosos que afirman haber oído un “run-run” respecto de conductas indecentes de sus compañeros, pero como son rumores no tienen pruebas para denunciarlo. En Estados Unidos, en Brasil, en Alemania, etc… algunas autoridades eclesiásticas guardaron silencio cuando se enteraron de los abusos de menores. Puede que algunos intenten aprovecharse de la situación para hacer daño a la iglesia católica, pero parece seguro que algunos de sus miembros están enfermos. Mientras la iglesia no tome medidas drásticas contra esos criminales y violadores (no creo que sean enfermos), lo prudente es alejarse de esos lugares donde abundan. Lo siento por otras buenas gentes que están viendo cómo se denigra la imagen de Jesús. Por lo visto, es más fácil dar la mano a un cura pederasta que a un ex cura. Todo el mundo sabe las dificultades que los ex curas encuentran para trabajar como profesores de religión. Y ahora todos sospechamos de los curas que trabajan en los colegios. ¿Quién nos salvará de nuestros salvadores?

El juez Baltasar Garzón en el punto de mira

La actual Constitución Española dice que la justicia emana del pueblo, se administra en nombre del Rey y la administra jueces y tribunales. El poder judicial es, junto al poder ejecutivo y al poder legislativo las tres patas del estado de derecho. De los tres poderes, el más importante es el poder legislativo porque está por encima de los otros dos al representar la soberanía del pueblo español. Sin embargo, y esto es lo que me desconcierta, parece que se puede criticar públicamente todas las decisiones, menos las que toma el poder judicial.

De los tres poderes, el que mal funciona es el poder judicial por su lentitud en las resoluciones, por funcionar según un esquema muy rígido y conservador que se basa principalmente en el “ping, ping” sin “pom, pom”. Sólo pregunta el juez, opina lo que le parece, pero si el acusado dice algo le expulsa de la sala. He visto en la TV cómo una jueza hacía comentarios extraños en el juicio a Otegui, hablando de vino y de agua. He oído sentencias sorprendentes sobre el maltrato de las mujeres y sobre los ladrones de guantes blancos. También he oído hablar de la sensatez del juez Calatayud. Entiendo que hay de todo dentro de ese gremio, con su vestimenta un tanto llamativo como la vestimenta de los sacerdotes, imanes y budistas que están en posesión, al parecer, de la verdad absoluta. Se supone que cuando uno se viste de esa manera está actuando en nombre de la Verdad. No seré yo quien critique las actuaciones del poder judicial. Para eso está Fede el de La COPE, Rajoy y ZP. Lo que ocurre es cada uno critica o defiende al que le parece. Como es lógico y saludable. Y Garzón es atacado y defendido a partes iguales. ¡Doctores tienen el poder judicial!

lunes, 8 de marzo de 2010

Los sindicatos se movilizan

En los últimos días los líderes sindicalistas se han echado a la calle. Al principio pensaban que iban a inundar las calles de las grandes ciudades y que iban a ocupar grandes titulares en los medios de comunicación. Al final fue un fiasco. Es lógico. Si no saben lo que quieren, ¿cómo van a entusiasmarnos? Alguien me decía que se les ven el plumero. Y todo el mundo sabe que son los últimos que abandonan la nave cuando hay que echar cierre por motivos que sean. El Comité de empresa es intocable. Quedan lejos aquellos sindicalistas que se desvivían por sus compañeros, que arriesgaban todo a favor de los trabajadores (que se me perdone por generalizar). No cabe duda de que los intereses individualistas minan el esfuerzo colectivo. Luego se preguntan por el inmovilismo de los ciudadanos.

En Salamanca nadie entendió lo que realmente los sindicatos reivindicaban. ¿Se manifestaban en contra del gobierno socialista, en contra de los empresarios, en contra de las intenciones del gobierno para prolongar la edad de jubilación? Se sabe que con la próxima fusión de Caja Duero y de Caja España se va a prejubilar muchos empleados de ambas entidades, y paradójicamente los sindicatos no están de acuerdo con esas medidas. ¿En qué quedamos entonces? No he oído a nadie negar el envejecimiento de la población europea. Las estadísticas parecen confirmar que los inmigrantes están evitando que este envejecimiento se acelere. Pero por otra parte se les acusan de colapsar los servicios sanitarios y educativos y se les aconsejan volver a sus pueblos. ¿En qué quedamos entonces? Estoy bastante confundido.

Moncloa vía crisis

Parecía convencer. De hecho era el único que no se contradecía. Su discurso no admitía matices. El sillón presidencial estaba en sus manos. Pero lo que nadie intuía es que la crisis económica iba desgastando tanto al gobierno como a la oposición. En realidad toda la sociedad española estaba sufriendo la crisis económica. Por eso todo el mundo tenía que mojarse. Hablar en nombre de 4 millones de parados ya no era suficiente. Salvadores ha habido muchos, pero sólo unos pocos no se salpicaron con su propio guiso.

Poco a poco se le iba notando su estrategia: esperar que su adversario se ahogue completamente. Este fue su error. Era tan humano que no quiso aprender de los animales. Cuando son de la misma especie, no suele ahogar a sus víctimas. Siempre les ofrecen la oportunidad de respirar para no quedar mal delante de los espectadores. Él, nuestro político, no dejo que su contrincante se defendiera. Y eso no le gustó a sus votantes. No puedes exigir rectificar sin dar oportunidad a que se cuestione tus propuestas porque todo el mundo reconoce la infalibilidad de todas las políticas. Y a la larga la gente descubre tus ansías de poder y te manda reciclarte.

Cada vez que le preguntaba por las ocurrencias del día de aquellos que parecían simpatizar con su partido contestaba que no era el momento o que no tenía conocimientos de esas ocurrencias. No se mojaba para nada. Nadie sabía si subía o bajaba. Esquivaba como podía todas las preguntas incómodas. Había elegido un solo adversario y estaba decidido a derrotarlo. Pero ya no convencía. Incluso algunos de los suyos ya no le tragaban. Pero él no estaba dispuesto a entregar las llaves de Moncloa a nadie. Había soñado con ellas desde su época de vicepresidente. Ahora la crisis se lo estaba poniendo a huevos. Era cuestión de tiempo. Tarde o temprano el gobierno se ahogaría en sus intentos de superar la crisis.

Hay un asunto que nuestro político no entendía. Le extrañaba que no hubiera malestar social generalizado. No entendía porqué los parados no eran capaces de colapsar el país. Igual era la conspiración socialista o el espíritu español. Porque a parte de Portugal todos los vecinos habían girado a la derecha. Por eso nuestro candidato empezaba a sospechar que tal vez no convencía. Que las sonrisas de victoria de sus colaboradores no conectaban con sus votantes. Que muchos obreros no confiaban en él. Él lo sabía. Por eso pensaba que tenían lo que merecía: el desempleo.

Los actos del doctor Pourbais en Congo

François Kabasele-Lumbala , teólogo y obispo congoleño, cuenta cómo asistió a la humillación de los negros en su poblado, prácticamente en l...