jueves, 29 de abril de 2010

Inkwano zimena ikibanga

Bijya gutangira hateye intambara
Rubanda ihunga uruhongohongo
Mu mfatiro z’isi hachura imiborogo
Mu ntantu z’ababyeyi harataraka
Inkwano zimena ikibanga!

Bijya gutangira hateye intambara
Mu mpinga z’imisozi haracumbeka
Abatinze ikiriri bicwa urubozo
Abagore n’abakobwa bacura intimba
Inkwano zimena ikibanga.

Bijya gutangira hateye intambara
Imigezi itunze abantu irahindanywa
Mu mirambararo hahunikwa imirambo
Mu byumba by’abageni haravogerwa
Inkwano zimena ikibanga.

Bijya gutangira hateye intambara
Intanzi z’urugo zuzura intuku
Amahano yongera guhabwa ijambo
Amahanga yose yitana bamwana
N’abemera Imana begura inkota
Inkwano zimena ikibanga.

miércoles, 21 de abril de 2010

El agua que nos salvó la vida

Por desgracia yo no fui el único que compartió agua con perros, cabras y ovejas en un riachuelo. Tampoco esta agua fue “lo más rico y asqueroso al mismo tiempo”, pues otros veían flotar los cadáveres mientras aliviaban su sed en el río Nyabarongo. Dos hermanos me lo comentaban entre risas, el fin de semana pasado. Posiblemente fue el agua menos saludable que bebimos en la primavera de 1994 pero nos salvó la vida.

Si llevas más de 15 horas subiendo y bajando las montañas con las bombas pisándote el talón, no te paras a pensar en la calidad del agua que llevabas horas ansiando. Simplemente bebes. No te molesta que el agua que baja en tu garganta sea el mismo que acaba de aliviar los pies de un desconocido con quien sólo te une el deseo de vivir. Mis dos compatriotas contaban que mientras bebían no les inquietaban los cadáveres que seguían moviéndose buscando una corriente más fuerte. La verdad es que durante la guerra uno no se plantea muchas cosas. Si quieres seguir viviendo hace todo lo posible para conseguirlo. A veces se consigue. Otras veces no. C’est la vie!

En 1994, algunos medios de comunicación contaron que los cadáveres de rwandeses llegaban hasta el río Nilo después de recorrer en solitario varios países. Desde las fuentes del río Nilo en el Sur de Rwanda, pasando por los ríos Nyabarongo y Akagera al Este con la frontera de Tanzania, los cuerpos seguían hasta el lago Victoria en Uganda antes de precipitarse hacia el Nilo. Algunos toparon con almas caritativas y recibieron sepultura. Otros alimentaron la fauna del Nilo. La vida sigue, como siempre.