domingo, 26 de febrero de 2012

El pensamiento débil

La filosofía postmoderna abanderada por el italiano Gianni Vattimo defiende “vivir sin justificaciones” en “la tercera ola” en la que no tenemos más que dos opciones: adaptarnos o morirnos. Los defensores de esta corriente filosófica lo llaman “pensamiento débil” y abogan por acomodarse a las circunstancias sin pretender cambiarlas. “Pensamiento débil significa que la racionalidad cede terreno y retrocede a la zona de sombra” (p. 84).

A mi modo de ver, en los últimos decenios algunos pensadores occidentales han estado flirteando con la atractiva idea de vivir y dejar vivir, el carpe diem, el pasar de todo, el sexo sin amor, el whisky sin soda, el hacer el amor y no la guerra, el rechazo de los grandes relatos, el fin de la historia, vivir en el “new age” sin ninguna referencia a realidades absolutas que sirvan de pilares angulares. Y esta propuesta, con todos mis respetos, me parece dañina para las mentes no suficientemente formadas en las trampas dialécticas.

Pretender “vivir sin justificaciones” es una trampa mortal. Pretender crear “claridades imposibles” no aporta nada a la humanidad. A mi modo de ver, la filosofía postmoderna ofrece la morfina a un acatarrado para poder amputarle las piernas. Pretende adormecer las conciencias mientras potencia la esclavitud. Algunos dicen que predicar “el pensamiento débil” es propio de los ambientes de derecha que prefieren prometer (a un explotado) cielos nuevos y tierras nuevas después de su muerte. Esto sería discutible si existieran aún los grandes ideales. Sindicato y patronal almuerzan en la misma mesa y se emborrachan en los mismos bares. No resulta fácil distinguir quién es de derecha y quién es de izquierda porque el mercado ha globalizado hasta los mismos vicios. Y si eso no fuera suficiente, llega Vattimo y sus acólitos para aconsejarnos “el pensamiento débil”, que no es más que “la debilidad del pensamiento”, o como escribió Antón Baamonde, un simple “pensamiento trágico”. Claro que es trágico vivir sin dirigirse a ninguna parte (“la filosofía no puede ni debe enseñar a dónde nos dirigimos, sino a vivir en la condición de quien no se dirige a ninguna parte” p. 85). Siempre hay un espabilado que aprovecha la confusión para enseñarnos el camino que le conviene (y de paso trincar todo lo trincable). Como decía repetidas veces Alfonso López Quintás, “si el pueblo no tiene conciencia, vamos a darle conciencia”.

Gianni Vattimo, Filosofía, política, religión. Más allá del “pensamiento débil” (Ediciones Nobel, Oviedo 1996)

martes, 21 de febrero de 2012

Whitney Houston

El día de la muerte de Whitney Houston, un amigo me escribió desde las tierras africanas unas líneas “juste pour t’explimer mes condoléances avec la mort de Withney Houston. Il ne nous reste que ses chansons et films”. Mi amigo sabe que desde hace mucho tiempo las canciones de Whitney forman parte de mi colección musical en la que destacaría Bob Marley, Céline Dion y Luz Casal. De modo que siento simpatía absoluta hacía Whitney y tengo mucha tristeza por su desaparición a los 48 años.

El día de su muerte no me despertó la alarma de mi móvil porque el fin de semana cambio mis hábitos matinales. Cuando me asomé al móvil para ver si tocaba levantarme, eché un vistazo a las noticias del día, y en primera línea aparecía la muerte de mi diva. No me sorprendió la noticia porque era sabido el estilo de vida desordenado que llevaba en los últimos años. Tarde o temprano algo así iba a sucederle: un mal matrimonio con maltratos, una caída en las drogas, una vida sin control. Su intento para reordenar su vida no tuvo éxito. Perdido el entusiasmo, las continuas caídas en las drogas minaron su gusto por la vida y le fue imposible caminar en la fragilidad. Sola, en la bañera, dio su último suspiro. Me da igual si fue suicidio, un descuido o un cansancio generalizado. Personalmente suelo respetar quien adelanta su propia muerte cuando se encuentra en un callejón sin salida.

Whitney Houston nació en Newark (09 de agosto de 1963) y entregó su alma en la ciudad de Los Ángeles el día 11 de febrero de 2012. Conocida como “The Voice” debido a su calidad vocal, nadie discutió que ostentara el título de “Reina Negra del POP”. Tiene una voz tan potente como su extraordinaria belleza. Las crónicas cuentan que nació en Newark (una ciudad marcada por la pobreza y la violencia racial) y que fue solista en su iglesia baptista de New Hope (Newark) con tan sólo con 11 años. En 1985 publicó su primer álbum que llevaba su nombre y del que vendió 25 millones de ejemplares en todo el mundo. Desde entonces publicó siete discos y participó en las bandas sonoras de tres películas. “El guardaespaldas”, que protagonizó junto a Kevin Costner, fue la más cñelebre. Houston ganó seis Grammy y vendió unos 170 millones de discos. En total, consiguió 22 premios musicales, más que ninguna otra mujer en Estados Unidos.

En su funeral, el actor Kevin Costner recordó sus días con Whitney en el rodaje de “El guardaespaldas” y confesó que los productores desconfiaban de su inexperiencia como actriz y que a priori preferían rodar con una protagonista blanca. Kostner dijo que Whitney era una persona muy insegura: "Ella siempre se preguntaba si era lo suficientemente buena. Si me puedes oír te diría que estabas preciosa. Muchos actores podrían haber hecho mi papel. Pero tú eras la única que podías interpretar el tuyo. Pusiste el listón tan alto que tus canciones sólo las cantan las chicas que quieren ser como tú. Ahora te vas escoltada por un ejército de ángeles. Cuando cantes delante de Dios, no te preocupes. Estoy seguro de que serás lo suficientemente buena".


Como dice un medio de comunicación, Whitney fue “una estrella, tan frágil por dentro como potente por fuera, con un chorro de voz y un rostro impecable para el recuerdo”. Fue capaz de describir públicamente en 2002 el infierno en el que se estaba hundiendo: "el gran demonio está en mí. Soy o mi mejor amigo o mi peor enemigo", confesó. Me gustaría saber qué es lo que sentía, apoyada al hombro de un nombre mayor y sensible como nuestro Nelson Mandela. Me resisto a decir: “So, I say goodbye”.

sábado, 18 de febrero de 2012

¿Podemos privatizar el Congreso para ahorrar gastos?

Dice Homer Simpson que “si elegimos a los políticos es para que no tengamos que pensar”. Tal como están las cosas, a pesar de haber votado a los políticos, los ciudadanos empiezan a pensar. Y eso quiere decir que los políticos han fallado.

La izquierda no tiene rumbo, y el sendero de la derecha lleva directamente al precipicio. Los nacionalistas ya no piden independencia; los sindicatos no organizan huelga general a pesar de que los indignados llevan muchos meses pidiéndolo; los obispos siguen discutiendo sobre el sexo de los ángeles y los policías están listos para acatar órdenes y atacar a los manifestantes, a pesar de que en su entorno familiar hay parados.

¿Para cuándo la policía española se va a poner al lado de los indignados, como hizo la policía egipcia? Porque cuando veas la barba de tu vecino arder …. los recortes en la policía llegarán también y los agentes que hayan ignorado el pueblo indignado no tendrán apoyo popular para protestar. Cuando las patrullas se queden sin gasolina y empiecen a patrullar a pie, veremos cómo lo van a tomar.

Los ciudadanos que estamos preocupados por lo que tenemos que llevar a la boca día a día vemos cómo nos estamos quedando sin nada. Los recortes no benefician más que a los políticos que siguen gozando de todos los privilegios. ¿Para cuándo un ERE en el Congreso, en el Senado, en las Asambleas Autonómicas, en las Diputaciones provinciales y en los Ayuntamientos? Total, para lo que hacen.

Tal vez sea mejor privatizar el Congreso y el Senado. Son los mismos “señorías” que están privatizando los servicios públicos con el argumento de que se ahorra más.

Como los políticos han ido a por los ciudadanos, tal vez haya llegado el momento de recordarles quién tiene la soberanía. Me decía una compañera que acababa de leer la Constitución española que todo lo que dice es mentira, o que por lo menos no se cumple: vivienda digna, sanidad universal, enseñanza gratuita, soberanía popular. La Constitución dice que “la justicia emana del pueblo y la ejerce jueces y tribunales en nombre del Rey”. Pero ay! de quien se atreva a criticar las sentencias de los Magistrados. Digo yo: si es el pueblo que tiene la soberanía de la justicia, podrá criticar cualquier sentencia. O es que los tres poderes no son iguales: podemos criticar al poder ejecutivo y al poder legislativo, pero al poder judicial ni tocarla. Así se nos va.
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domingo, 12 de febrero de 2012

“Los grandes de España”

Se jactan públicamente de sus creencias, como si sus actos se inspiraran realmente en el mandamiento del amor. Se confiesan conservadores sin aclarar qué tipo de valores conservan. Por la mañana se recogen religiosamente en Hermandades católicas, y por la noche celebran reuniones secretas en la “Fraternidad de los trincadores”. Son capaces de repugnar el matrimonio homosexual, aunque a escondidas tengan prácticas homosexuales. Cuando aparece una cámara de televisión esbozan sus mejores sonrisas, y por teléfono desgranan un rosario de grosería y frases soeces: “Hijo puta, te quiero un huevo”. Se permite este lenguaje repugnante porque se consideran los nuevos amos del pueblo. En realidad son auténticos caciques que actúan con sadismo. Manipulan al pueblo para alcanzar sus objetivos. A pesar de tener sueldos exorbitantes, dicen que difícilmente llegan a finales de mes. Se sienten queridos por el pueblo que en intimidad califican de ignorante, un pueblo dispuesto a adorar a todo aquel que tenga estilo propio para trincar mejor. “Nosotros los grandes de España, España nos debe mucho”, afirman sin sonrojarse.

Las creencias religiosas profesadas públicamente suelen manifestar los sentimientos contrarios. Es como aquel que empieza el discurso diciendo que tiene muchos amigos gays, o que no es racista. El evangelio dice que la mano derecha no debe saber las buenas obras que hacen la mano izquierda. Si te consideras buena persona, no te preocupes que todo el mundo sabrá apreciarlo. Si eres creyente, no te preocupes que por tus obras todo el mundo lo sabrá. Lo que creas o dejes de creer importa poco a los demás; lo que realmente importa son tus obras. “¿Cómo distinguir entre una persona buena y una persona mala?”, le preguntaron a Jesús. “Por sus obras les conoceréis”, contestó sabiamente el Maestro.

lunes, 6 de febrero de 2012

Si nos visitara un extraterrestre

Si nos visitara un extraterrestre por primera vez en España, tal vez se llevaría la siguiente idea (errónea o no):
1.-Somos un país que tolera la corrupción: un vistazo a los medios de comunicación refleja muchos casos de corrupción en España (lo que algunos llaman “picardía española” porque el que no pilla es tonto). En Marbella, en Valencia, en Baleares, en Madrid, en Barcelona, raro es un pueblo que no tenga un dirigente salpicado por la corrupción política. Por eso la valoración de los políticos es pésima. Por eso los ancianos del lugar dicen que si quieres ser rico, tienes que meterte en políticas. Por eso los votantes siguen entregando su confianza a un dirigente corrupto. Por eso los exdelincuentes pasean por los platós de televisión para enseñar a trincar con inteligencia.

2.-Somos un país que despilfarra los fondos públicos: a parte de que el estado de las autonomías multiplica los gastos, los mismos dirigentes derrochan los fondos públicos en obras faraónicas que no tienen sentidos: aeropuertos absurdos; líneas de AVE sin viajeros; Caja de ahorros sin sentido (con sueldos millonarios para sus ejecutivos y vocales, incluso cuando están hundiendo la Caja); canales de televisiones autonómicas que no tienen razón de ser (algunas comunidades autonómicas tienen tres canales, uno más que el Estado); centros universitarios privados o públicos que académicamente no pintan nada; instituciones, organismos y entidades oficiales que no tienen cometido concreto y que no hacen más que ahondar en la duplicidad de las competencias. Probablemente sobran las diputaciones provinciales, las asambleas autonómicas, incluso como me decía alguien, “un ERE en el Senado no nos vendría mal. ¿Qué es lo que hace un senador en España” (se preguntaba un joven español, sin maldad en su pregunta).

3.-Somos un país que persigue a los extranjeros: no hace falta ser extraterrestre para experimentarlo. Todo aquel no sea blanco y pasee por las calles de Madrid se convierte automáticamente en sospechoso. No se salvan ni los comedores sociales para los indigentes. Si no eres blanco y estás esperando un autobús, en cualquier momento un policía nacional te puede pedir la documentación. Si esto se hiciera en Cuba o en Venezuela, nosotros los progresistas y defensores de los derechos humanos estaríamos escandalizados. Si alguien que debe proteger al indefenso es el primero en perseguirle, es normal que luego una señora sostenga en la televisión estatal Cuatro que “los negros huelen mal” y nadie le matizara. Total, si cuenta con la complicidad de los dirigentes que son de Misa diaria. Naturalmente que nosotros los civilizados no somos ni racistas ni tercermundistas: somos defensores de los derechos humanos y de la alianza de las civilizaciones. ¿Pero qué diría un extraterrestre si nos visitara por primera vez?