jueves, 24 de julio de 2014

El actual socialismo español

Pedro Sánchez, socialista
Con la elección de Pedro Sánchez por los militantes socialistas, parece ser que el PSOE empieza a dejar atrás sus complejos de izquierdas. Pedro empieza a limitar los pactos con la derecha y habla de derogar leyes del PP que son contrarias al bienestar social. Se le entiende bien cuando habla y está dispuesto a dar explicaciones a sus compañeros militantes. Así es cómo tiene que ser un buen líder. Creo que los dirigentes socialistas que se sentían más próximos a la derecha española van a tener que dar un paso hacia atrás y lo deseable sería que renunciaran amablemente a sus escaños. Ser representante socialista implica debatir continuamente con la militancia, y sobre todo, no decidir a espaldas de los militantes.
Es lógico que los dirigentes populares demonicen el comunismo y de paso tachen de trasnochada cualquier idea socialista y se propongan destruir política y mediáticamente a Pablo Iglesias, “el coletas”, como representante de lo que llaman “izquierda radical”. Es normal que para Esperanza Aguirre el capitalismo liberal sea el sistema económico más perfecto y el comunismo, versus socialismo, sea la encarnación del mal. Lo que no es normal es que ningún dirigente socialista sea capaz de desmontar políticamente esta doctrina del PP, y que José Bono tenga miedo a las ideas de izquierdas y Felipe González no se considere beneficioso de la mala llamada “puerta giratoria” (que no es más que enchufismo vergonzoso a toda regla).
Cuando el joven eurodiputado Pablo Iglesias habla, yo entiendo perfectamente lo que me quiere decir. Cuando me hablan Rubalcaba, Oscar López o Elena Valenciano, francamente no capto qué me quieren decir. ¿Qué los políticos españoles no pertenecen a la casta? No se lo cree ni Felipe González que cuando lo niega acaba afirmando sentirse orgulloso de pertenecer a la “casta”. No creo que haya una clase social que tenga tanta protección y trabaje tan mal como nuestra actual clase política. Tienen buenos sueldos, no opositan, no temen ser despedidos, son aforados y se relacionan con los personajes más influyentes de la sociedad española. Hay quienes creen que son “sinvergüenzas”, hay quienes creen que sobran, hay quienes creen que pertenecen a la “casta” pero nadie puede negar que sean unos privilegiados. En cualquier caso, y esto es lo que realmente me interesa destacar, el nuevo secretario general del PSOE ha podido escuchar a sus compañeros militantes y parece estar dispuesto a cumplir su mandato. Acierta al restringir los pactos con la derecha: si yo quiero que la derecha ejecute su política, prefiero votar directamente al PP. Si quiero que la izquierda ejecute las ideas socialistas, evidentemente votaré al PSOE. Lo que no puedo hacer es votar al PSOE para que éste pacte con el PP.
Pedro Sánchez confiesa que durante la campaña a la secretaría socialista dormía en casas de militantes en vez de dormir en un hotel. Me parece bien y espero que obligue a los diputados socialistas a visitar sus agrupaciones locales como mínimo una vez al mes. ¿Qué es eso de que los militantes socialistas no conozcan a sus diputados? No es tolerable que un diputado socialista no sea capaz de hablar unos cinco minutos con un votante suyo. Es preocupante que la mayoría de los militantes socialistas no sean capaces de nombrar más de cinco eurodiputados.
Un voto, un militante, una visita. No podemos votar diputados que no pertenecen a nuestras circunscripciones electorales y que nunca hayan pisado la provincia al que pretenden representar. O se acercan al pueblo, o se quedarán sin escaño. O los dirigentes socialistas empiezan a patear la calle, o que se vayan acostumbrando a trabajar en la oposición porque las elecciones se ganan desde el mismo momento en que se pierden. No podemos seguir con la mala costumbre española de preparar el examen un día antes. Y sobre todo, los dirigentes socialistas acomplejados deberían volver a sus puestos anteriores porque no tienen nada qué hacer ante una derecha orgullosa de un capitalismo que nos está hundiendo en la miseria.

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