miércoles, 28 de mayo de 2014

Marine Le Pen o cómo pescar en aguas revueltas


La sencillez del mensaje político de Marine Le Pen le permite llegar al corazón de los franceses sin esforzarse más de lo necesario. A mí me parece interesante preguntar a los franceses si quieren permanecer en la zona euro. Yo también voto por suprimir organismos internacionales que Marine Le Pen llama “máquina infernal al servicio de la ideología ultraliberal”: FMI, OMC, OTAN o el Banco Mundial.
Antes que montar “discretamente” el acoso policial a los inmigrantes como hizo el progresista Rubalcaba, o expulsar a los rumanos (gitanos) como hizo el progresista Hollande, voto a Marine para reforzar el control de las fronteras francesas o imponer una tarjeta por puntos  para el seguimiento patriótico de los inmigrantes. Ante la caradura, el fariseísmo, “lo políticamente correcto” de algunos socialistas, yo prefiero una extremista que no me dé puñaladas a traición.
imagen de google.es
Yo no soy el único que pienso que los actuales dirigentes del PSOE y del Partido socialista francés han traicionado sus principios sociales. ¿Alguien conoce la postura de Rubalcaba ante el drama de los negros en Melilla? ¿Alguien recuerda la postura de los dirigentes del PSOE sobre el acoso que los negros sufrimos en Metro Madrid (la entonces delegada del gobierno de Zapatero, actual diputada en la Asamblea de Madrid negaba tales controles)? ¿Por qué entonces, pudiendo votar a otro partido, voy a votar al PSOE si no defiende mis intereses? Los errores electorales se pagan muy caros. Si los actuales dirigentes socialistas españoles y franceses hablan con “la boca chica” el mismo lenguaje que Marine Le Pen, prefiero votar el original. Al menos cuando venga a “apuñalarme” no lo hará a traición como hacen otros. El que quiera mi voto, que se espabile. El que quiera hundir su partido, que no dimita. Nunca nos faltará “un coletas” (como dice la prensa derecha para descalificar al joven Profesor Pablo Iglesias) para recordarnos que “Podemos”. Marine propone la expulsión de los inmigrantes ilegales, exactamente lo mismo que el PP de Rajoy y el PSOE de Rubalcaba. Sólo que los últimos lo hacen a escondidas, envolviéndolo en humanismo sofisticado o de rodillas ante el Santísimo. ¡Qué barbaridad!

miércoles, 7 de mayo de 2014

El síndrome de Wolf-Hirschhorn





Hace tiempo una amiga me habló del Síndrome de Wolf-Hirschhorn sin que yo pudiera entender realmente en qué consiste, y comprendo (sólo un poco), el desconcierto de los padres cuando los profesionales sanitarios les hablan, por primera vez, de la enfermedad de su recién nacido. Ese desconcierto puede ser entendido sólo por quienes hayan pasado por esa experiencia. Pero los buenos padres no se preguntan porqué les ha afectado, a ellos, una de esas enfermedades llamadas "raras" porque sólo afectan a uno de cada cincuenta mil nacidos. Se vuelcan en su prole para que poco a poco el porcentaje de su discapacidad sea menor. La alegría debe ser inmensa cuando una madre ve como su hija pasa del 43% al 33% de discapacidad en tan solo seis o siete años.

Para apoyar a quienes tengan este síndrome no hace falta saber en qué consiste porque, entre otras cosas, al ser una "enfermedad rara", los fondos públicos para que los científicos se dediquen a un estudio profundo son escasos. Creo firmemente que una sociedad civilizada como la nuestra tiene un deber moral de estar con familiares de niños con este síndrome. Estos niños que, se esfuerzan más que el resto para seguir el ritmo que nos marca la sociedad, son auténticos pequeños héroes del esfuerzo humano. Personalmente siento devoción por padres que lo dan todo para que sus niños vayan acercándose al ritmo de los de su quinta. No hay nada más grande que el inmenso sacrificio de una madre que dedica todo su tiempo a su hija para que aprenda a valerse por sí misma. Y nada más vergonzosa que una sociedad que rescata bancos mientras retira ayuda a estos niños con el síndrome de Wolf-Hirschhorn. Los dirigentes políticos que no son capaces de apoyar a los más débiles de la sociedad cometen, a mi modo de ver, un crimen contra la humanidad.

Probablemente usted, navegante en mi blog, no entienda en que consiste el síndrome de Wolf-Hirschhorn y cómo se puede ayudar adecuadamente a quienes tengan este síndrome. No importa porque lo fundamental es exigir a nuestro gobierno que, antes de rescatar bancos y cajas, disponga de un fondo sólido para quienes tengan este síndrome. Sobre todo, que a los padres no les falten medios económicos para hacer todo lo que sea posible para que sus hijos tengan menos grados de discapacidad y puedan ser atendidos en todas las facetas educativas. Si con nuestros votos colocamos nuestros dirigentes en los sillones ministeriales, con nuestra voz podemos pedirles, o incluso ordenarles que liberen más fondos económicos para padres y profesionales que trabajan con personas con el síndrome de Wolf-Hirschhorn. Y cada uno de nosotros puede colaborar, en lo que pueda, con las distintas asociaciones involucradas en nuestros vecinos con este síndrome. No estaría mal que quienes participan en los mítines políticos llevaran una pulsera que cuesta un euro (menos que un café) para visibilizar la presencia del síndrome de Wolf-Hirschhorn en nuestra sociedad.
 
 

sábado, 3 de mayo de 2014

¿Por qué luchamos ahora?

En el pasado, el ser humano primitivo luchaba por defender un trozo de tierra que llamaba “patria” y se enorgullecía derramando su sangre en ella y estampando su nombre en la lista de “los caídos por la patria”. Hoy por hoy, el lema de “todo por la patria” que se encuentran en los cuarteles de todos los ejércitos es una trasnochada.

Desde la Declaración Universal de los Derechos humanos, los más sensatos arriesgan sus vidas  sólo para defender derechos y libertades fundamentales. Los auténticos héroes ya no llevan un fusil en sus manos sino una vacuna contra la malaria, un litro de leche para los desnutridos, un micrófono para dar a voz a los sin voz, un cuaderno para alfabetizar, un blog para denunciar las barbaridades que cometen los mandamases.


Defender la tierra en que habitamos es una obviedad. Gracias a las aportaciones ecológicas, sabemos que la tierra es un conjunto orgánico indivisible. El aire que respiramos no pertenece a ninguna patria: es universal. Es una perogrullada que la deforestación amazónica afecta a los pulmones de los parisinos. De modo que cuidar nuestra tierra es una cuestión de higiene ambiental. En cambio, en un mundo en que unos matan para vivir mejor, defender que todo ser humano, independientemente de su raza y religión, tiene los mismos derechos y las mismas libertades que los demás, es una tarea ardua. Por eso los nuevos héroes de la patria son los llamados “activistas de los derechos humanos”. Me inclino, sinceramente, ante estos nuevos héroes de la humanidad y envidio sanamente su entrega crística: morir para que otros vivan mejor. No existe causa más noble que ésta.