sábado, 31 de enero de 2009

Hasta nunca, Sr. Bush

La acumulación de fracasos en la era presidencial de Bush, si no fuera porque se ha llevado por delante millones de vidas inocentes, merecería un monumento. ¡Nunca un presidente había hecho tan poco en tanto tiempo! El sorprendente mérito de Bush es que se ha dedicado a no acabar nada.

Todos recordamos las primeras reacciones de Bush al enterarse del brutal atentado de las Torres Gemelas. No tuvo la serenidad ni la audacia necesarias para diagnosticar los acontecimientos más graves en la reciente historia de los Estados Unidos de América. Al contrario, empezó una huída hacía ninguna parte. Ordenó destruir una fábrica de medicamentos en Sudán con la convicción de que allí se escondían terroristas. Mandó su ejército a Afganistán para destruir todo lo que encontraba por el camino, pero aún así no vio rastros de Bin Laden. En plena guerra contra los talibanes elaboró el eje del mal (Corea del Norte, Irán e Irak). Le pareció más fácil vencer a Sadam Hussein y se inventó las armas de destrucción masiva, y animado por sus entusiastas Aznar y Blair inició una guerra absurda que nunca acabó. Rechazó las medidas mundiales para luchar contra el cambio climático; no vio con buenos ojos las medidas para luchar contra la pobreza en el mundo; y no le pareció que los derechos humanos estuvieran en peligro, ni siquiera en el Guantánamo.

Hago memoria y no encuentro nada bueno en la administración Bush. Fue un hombre prepotente, arrogante, rencoroso, poco o nada inteligente; un hombre que quiso someter el mundo entero a sus caprichos primitivos pero que ni siquiera sabía cómo empezar. Insisto en que Bush no ha acabado nada que haya empezado. Al contrario: se dedicó a esparcir el mal a su alrededor. Nos deja varios regalos: un sistema financiero corrupto, agotado, moribundo; el ocaso de los derechos humanos y las libertades públicas (piénsese en los escáneres que están en algunos aeropuertos y que analizan incluso el tamaño y la forma de nuestras partes íntimas); una guerra en la franja de Gaza de la que no supo su existencia; en fin, hagan ustedes mismos la lista porque es interminable.

Aunque el sucesor de Bush tuviera un bastón mágico en sus manos, no podría limpiar todas las basuras que le han dejado. Le toca reorganizar el sistema financiero, crear los puestos de trabajo, acabar las guerras de Irak y Afganistán, mediar en los conflictos de Líbano, Palestina, Sudán, Congo, etc.; limpiar la imagen norteamericano en el mundo; luchar contra el cambio climático; defender los derechos humanos y reestablecer los puentes de la política internacional. Tengo esperanza en las buenas intenciones de Obama, pero soy consciente, como ustedes, que la herencia que tiene en sus manos huele tan mal que milagrosamente podría hacerla desaparecer y devolvernos la elegancia y el orgullo de ser humano. En cualquier caso, es un alivio poder decir ¡Hasta nunca Sr. Bush! ¡Qué la bondad de la humanidad tenga contigo lo que nunca tuviste con tus víctimas!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Con tu carta tan bien resumida y escrita nos has recordado todas las atrocidades del señor Bush, y muy ojalá se cumpla tu última frase para su bien. Pues hay un dicho o algo así que dice que todo lo que hacemos lo recibiremos multiplicado por cuatro.

No cabe en mi cabeza, y dudo que en ninguna cabeza más a parte de la mía tampoco, todo lo que puede recibir el señor Bush si lo multiplicamos por cuatro, necesitaría más de una vida, y con todos los digustos que se estará llevando ahora viéndose tan derrotado y humillado, tengamos en cuenta su prepotencia, no dudo que la única vida que le queda se verá acortada, y necesitará la otra, si la hay, para poder recibir todo lo que ha hecho multiplicado por cuatro.

Que la vida que le queda sea generosa con él, tal vez en esta última etapa de su vida conozca algo bueno, LA GENEROSIDAD.

Erika dijo...

Bueno, supongo que al final nos deja un buen recuerdo.
Todos recordaremos con alegría el día que POR FIN lo echaron de la Casa Blanca.

Anónimo dijo...

hoa a todos. Un saludo
Ayu.