Primero se adjudicó la representación de la unidad nacional, papel que constitucionalmente corresponde al monarca. Después dijo que se sentía orgulloso de ser español y de llevar la bandera con normalidad. Algunos radicales empezaron a quemar las fotos del actual rey y los dirigentes nacionalistas sacaron sus planes soberanistas. Mariano se convirtió en el pregonero de la ruptura de la nación española y se presentó como el único capaz de llevarnos a la verdadera cohesión social, aunque sin dar ninguna receta. Una emisora afine a su ideología reclamó la abdicación del actual rey, y sin pensarlo dos veces, Mariano se dirigió a todos los españoles, con el formato habitual del rey, y con un mensaje propio del monarca. No conforme a ello, azuzó a sus cachorros para que le abuchearan al rey disimulándolo como ataque a ZP. Y de pasó, calentaron a los militares que en tantos abucheos no pudieron dar homenaje a sus compañeros caídos en actos de servicios. Cuando la gente empezó a protestar por su comportamiento, se puso en contacto con los embajadores acreditados en España para que le dieran un apoyo incondicional y le legitimaran ante sus gobiernos como el único interlocutor válido. Y normalmente, quien acredita a los embajadores es el rey. Él mismo es el único que tradicionalmente se dirige a todos los españoles, representa la unidad nacional, convoca referéndum consultivo y nombra al presidente del gobierno. Si Mariano llega a la presidencia del gobierno, que se vaya olvidando de su papel constitucional y abdique cuanto antes, si no quiere que los cachorros de Brey le humillen en las plazas del reino.
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