Ante todo quisiera mencionar que un libro de autoayuda sólo es eficaz si se lee preventivamente. Se trata de
adelantarse a los acontecimientos para que cuando nos alcancen sepamos a qué
atenernos en cada momento, convencidos de que caminamos sanamente en nuestra
fragilidad. Por tanto, desaconsejo una lectura
de autoayuda para una persona que necesita urgentemente una solución emocional.
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Siempre que alguien me pide un consejo sobre una situación
personal bastante compleja le doy dos consejos básicos: simplificar la situación y evitar entrar en un callejón sin
salidas.
Pero para poder llevar a cabo estos consejos es necesario realizar, muy a
menudo, un chequeo emocional. A continuación explico estos dos consejos
vitales.
Estoy convencido de que las situaciones simples
son mejor abordables. También estoy convencido de que el callejón sin salida
puede ser el final del camino. Saber que no estás atrapado en un túnel te
garantiza una cierta libertad para actuar con márgenes de error sin perder la
pista de salida. Y si cuentas con la complicidad de la simplicidad de la
situación, el optimismo y la esperanza son la mejor garantía para conseguir tus
metas.
Es verdad que la mayoría de las veces uno no se da cuenta del
rumbo que está tomando su sendero, sobre todo si no se para a pensar. Por eso creo que es bueno y sanativo realizar un chequeo emocional de
vez en cuando para ver si la velocidad que se ha alcanzado es la adecuada a sus
fuerzas, al camino y al entorno. Puede ser la meditación o el yoga; puede ayudar
una relajación consciente o la confesión sincera con un amigo.
Realizar un chequeo emocional no es fácil porque en un mundo
maquinizado son pocos quienes tienen tiempo para estar a solas consigo mismo.
En cambio son bastante quienes se levantan temprano, desayunan con prisa para
no llegar tarde al trabajo. La costumbre no les impide estresarse con sus
tareas profesionales. Comen con prisa para seguir trabajando. Cuando llega el
cierre, las puertas de las empresas se convierten en la salida al mundo feliz y
deseado: un par de llamadas a los amigos, si hay suerte, un par de copas con
ellos, pero siempre con la mirada puesta en el reloj. En su casa, los únicos
actos conscientes son escasos. Lo normal es encender el televisor, asearse
mientras se prepara la cena, comer de prisa para no llegar tarde a la cita con
el sueño porque mañana será un nuevo día. O más bien otro día más.
Son muchos quienes nos
vemos atrapados por la cotidianeidad. La monotonía no es
aconsejable para nada porque, como se suele decir, los caminos más peligrosos
son los que no tienen curvas. No es lo mismo conducir un coche por un puerto de
montañas con muchas curvas que conducirlo en una carretera recta en una
llanura. Una carretera con curvas, igual que una situación crítica, exigen
atención máxima. En cambio la carretera recta, igual que la normalidad, implica
relajarse, fiarse sin motivos. Es cierto que uno no
puede vivir siempre en la liminalidad porque con el tiempo se minan sus
fuerzas, pero hay que estar preparado para bordear la frontera sin caer en los
surcos.
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