El presidente ruandés, Paul Kagame, ha iniciado la reforma de la
Constitución para acceder al tercer mandato (oficialmente en el poder desde
2000. Un mandato dura 7 años en Ruanda). Denis Sassou-Nguesso hace lo mismo para seguir en
el sillón presidencial desde 1979 (quitando el breve período de Pascal Lissouba:
1992-1997. Este salvapatria siempre ha llegado el poder tras derrocar al
presidente anterior). El burundés Pierre Nkurunziza reformó la Constitución y está
disfrutando de su tercer mandato (desde 2005), sin que le importe demasiado los
enfrentamientos mortales diarios en la capital (Bujumbura). Su vecino Joseph Kabila
ha seguido el mismo mecanismo de reformar la Constitución de Congo-Kinshasa para
mantener el poder desde que fuera asesinado misteriosamente su padre en 2001.
El togolés Faure
Gnassingbé fue autorizado por su Tribunal Constitucional para
presentarse al tercer mandato (ocupa el poder en Togo desde la muerte de su
padre Gnassingbé Eyadema en 2005).
Otros presidentes no se molestan en hacer el paripé
constitucional limitando los mandatos presidenciales. Así, Teodoro Obiang Nguema no se mueve
del palacio presidencial desde 1979 en Guinea Ecuatorial, José Eduardo Dos Santos en Angola
desde 1979, Robert
Mugabe desde 1980 en Zimbabue, Paul Biya en Camerún desde 1982 y Yoweri Museveni
desde 1986 en Uganda. ¿A quién le importa? Siempre que cuente con la bendición
occidental, nadie se atreve a mover su sillón presidencial. No me canso de escuchar la canción de Alpha Blondy
(gran cantante de Reggae de Costa de Marfil) : « le gouvernement élu une foi, élu deux fois,
élu trois fois, élu quatre fois, ça devient de la dictature ». Y
añade: “el
poder absoluto corrompe absolutamente. El presidente elegido no puede ser
elegido indefinidamente porque tarde o temprano el pueblo querrá un cambio, y entonces
habrá una guerra civil” (cfr. Alpha Blondy, Guerre Civile).
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