Las afirmaciones rotundas son, casi siempre, falsas. Los caminos rectos, casi siempre esconden trampas. La última palabra no siempre es la que acierta. La mayoría de lo que hacemos, opinamos o creemos admiten alternativas. Por eso fallamos cuando pretendemos imponer nuestros criterios, dictamos bandos sin tener en cuenta que realmente lo que importa es explorar juntos los distintos horizontes que ofrece la vida, escoger el lado más próximo sin rechazar el lejano, aceptar las curvas como parte encantadora de la ruta, admitir críticas como parte de la creatividad compartida. Por eso creer es crear su propio camino, convencido de que además del propio camino, pueden existir otros caminos tan salvadores como el propio.
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