domingo, 28 de junio de 2009

Vicente Ferrer


Hace unos días falleció el misionero de la bondad, Vicente Ferrer, un hombre bueno donde los haya, un hombre generoso que con su labor en la India nos ha testimoniado como seguir siendo humano en medio del mal. De su vida personal a penas conozco algo. Sé que durante un tiempo fue miembro de la congregación papal de los jesuitas y que cuando abandonó el sacerdocio se casó, tuvo hijos y se dedicó a acompañar a los más necesitados de la India hasta su muerte. Construyó escuelas para niños, hospitales para los enfermos y comedores para los hambrientos. El gobierno español le ha nombrado modelo de la solidaridad y ejemplo a seguir. La iglesia católica ha sido más discreta a la hora de elogiar su figura. Supongo que la jerarquía católica le considera hijo descarriado por haber abandonado el sacerdocio.

Muchos coincidirán conmigo que la adoración del Altísimo se lleva a cabo cuidando a sus hijos más necesitados. Algunos piensan erróneamente que creer en Dios es cuestión de ideas (o ideologías). Creer en Dios es, para mí, creer en sus hijos, sobre todo los más necesitados. Se me viene a la memoria muchas personas que dedican su tiempo a infundir un poco de esperanza en los demás. Una amiga de Madrid que suele dejar comentarios en este blog lo sabe muy bien. Ella lleva años atendiendo gratuitamente a los inmigrantes africanos que llegan a Madrid desorientados y sin esperanza. Les da clase, les facilita ropa y comida, les anima celebrando sus cumpleaños, les acompañan a los médicos, les enseña a leer y a escribir, les redacta los currículum y les acompaña a las entrevistas de trabajo. Pili es una gran mujer que lleva África en su corazón. Cuando uno ve lo que hace por los demás vuelve a creer en la humanidad. Creer en la humanidad es el primer paso para poder creer en la divinidad. Seguramente que Pili conocerá, como yo o como vosotros, a algunas personas de comunión diaria o dominical que no son capaces de dar la mano a un negro que acaba de llegar en un cayuco. Afortunadamente tenemos a Vicente Ferrer, a Pili, a Piedad y demás personas que con sus obras son el testimonio real de la mano de Dios en este mundo. Un millón de gracias para todas estas personas que son misioneras de la solidaridad.

2 comentarios:

Pili dijo...

Gracias por tus generosas y lindas palabras, que sé que te salen del alma. Que llevo África en lo más profundo del corazón, es absolutamente cierto, y decir África no son los 53 hermosos países, África es su gente sencilla, buena, generosa y admirable que tanto nos enseñan y aportan con sólo abrir un poquito los ojos y pararnos a escucharles.
Yo no tengo mérito ninguno, aprendí y sigo aprendiendo, de personas muy sencillas,cercanas, de una generosidad infinita, en algunos casos renunciando a sus propios sueños por los que habían luchado, haber llegado a la meta y cambiarlo todo para luchar por el que desde muy lejos está sufriendo.

Uno de mis lemas es "ponerse siempre en el lugar del otro, cambiar los papeles" Y lo que me gustaría que hicieran conmigo hacerlo por los demás. Lo que para mí vale, para otros también, lo que para mí no quiero, lo destierro y no lo quiero para nadie, así de facilísimo.

Y soy tan afortunada que recibo siempre el máximo premio que se pueda tener, no hay nada más grande y hermoso, y os lo puedo asegurar a todos, que la sonrisa de la persona que sufre ¡qué generosidad tan inmensa! en medio de su dolor me regalan una sonrisa sincera y hermosísima, no hay nada comparable os lo aseguro.

Gracias a todas las personas que con su ejemplo solidario me enseñan a ser mejor persona, seguiré aprendiendo con mucho entusiamo y alegría de todos vosotros.

Anónimo dijo...

gracias por tu comentario.