Primer Ministro congoleño durante a penas unos meses (entre junio y septiembre 1960), Patrice Lumumba fue atrapado entre un rey belga paternalista y un presidente congoleño con voz infantil. Por supuesto que no hay que olvidar el joven Mobutu al acecho, que ya sabía que su rival no era el presidente Kasa-Vubu sino la dimensión política del africanista Lumumba. Cuando improvisó su discurso anticolonialista el día de la independencia congoleña en presencia del rey Baudoin, Lumumba se convirtió en un enemigo político a eliminar y un héroe nacional a recordar.
Mal estudiante en su infancia, autodidacta en su juventud, Lumumba adquirió conocimientos inesperados y supo decir lo que había que decir en un momento concreto de la historia africana. Delante del mismismo rey belga, a Lumumba no le tembló la voz para criticar la colonización y alabar la actitud heroica de aquellos que lucharon para recuperar la libertad de su tierra. Recalcó que los negros habían sido tratados peor que los animales: “Hemos sufrido las ironías, los insultos, los golpes que debíamos recibir por la mañana, a mediodía y por la tarde porque éramos negros. ¿Quién olvidará que a un negro se le dirigía con un “Tú” mientras el “Usted” estaba reservado al blanco? Supimos que la ley no era la misma cuando se trataba de un negro o de un blanco. Supimos que en las ciudades habían casas maravillosas para los blancos y chozas para los negros”.
Aquella mañana del 30 de junio de 1960, cuando Lumumba terminó su discurso, la autoridad belga, la CIA norteamericana y el ejército dirigido por Mubutu empezaron a cavar su tumba. El rey Baudoin amenazó con regresar inmediatamente a Bruselas si Lumumba no pedía perdón por su discurso. Así las cosas, el día siguiente Lumumba tuvo que leer un discurso redactado por el Primer Ministro belga bajo mandato de Baudoin. Pero era demasiado tarde. Para los africanos, Lumumba ya era padre de la independencia; para los norteamericanos era un peligroso comunista; para los belgas era un enemigo a eliminar; para Mobutu era un hombre acabado. Para el ejército, dijo Mobutu, “Lumumba est un homme fini”.
Obligado a dimitir, más tarde fue desterrado a Katanga donde una multitud enfurecida acabó con su vida. Murió el joven Lumumba pero nació uno de los padres de la independencia africana. En 2002, el gobierno belga reconoció su responsabilidad en los acontecimientos que condujeron a la muerte de Lumumba pero no dijo nada sobre el hecho de que Bélgica aceptó firmar la independencia de Congo si éste heredaba la deuda externa de Bélgica, teniendo que devolver un préstamo que nunca había recibido. 50 años después de la muerte de Lumumba, muchos siguen cuestionando la real igualdad entre negros y blancos. Razones no faltan. Los reportajes de Intereconomía TV y las teorías del profesor Quintana mencionadas en una de las entradas anteriores siguen en la memoria de algunos. Desde luego predominan prejuicios que juicios.
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