miércoles, 23 de octubre de 2013

El anacronismo del nacionalismo occidental

Los análisis sociales parecen apuntar a que el auge del “nacionalismo racista en Occidente” es consecuencia de la crisis económica: “en caso de escasez de bienes, los primeros en acceder a la mesa son los nativos”, argumentan. Razonamiento lógico pero anacrónico. ¿Por qué?
Porque ya nadie duda de que vivamos en una aldea global donde los bienes materiales y los seres humanos circulan libremente por todos los rincones de la tierra, de Kinshasa a New York, de Pekín a Managua, de Luanda a Lisboa (muchos portugueses que no tienen trabajo se están marchando a Angola. Hasta hace poco eran los angoleños que venían a Portugal buscándose la vida).
La tierra se ha convertido en una oportunidad para cualquier ser humano, en un hogar para todos. De allí el sinsentido de los nacionalismos exacerbados. Mi tierra no es mi nación; mi tierra es mi aldea global, un hogar para los que están, nativos o inmigrantes. El que nace, crece y muere en su tierra natal es, hoy por hoy, un peligro para la salud social. Definitivamente, uno no es de donde nade sino de donde pace.

1 comentario:

Pili dijo...

El que nace, crece y muere en su tierra es un afortunado porque lo hace rodeado de todos los suyos, aunque haya veces que desee estar muy lejos de algunos de ellos, pero es una situación cómoda y tranquila, y posiblemente más o menos buena, pues nadie deja un país, a su familia, a sus amigos, sus costumbres, su lengua, en resumen, TODO, si se encuentra bien y tiene cubiertas sus necesidades básicas y las de sus seres queridos.

Pero a veces es más fácil, o el cerebro tiene las neuronas muy "escasas" y se ve al extranjero como a un intruso inferior que viene a molestar, claro si el extranjero no viene repleto de billetes y tarjetas de crédito, porque en ese caso ya no es intruso, ni inferior, y por supuesto no molesta ¡QUÉ PENA!