Actualmente
contamos en España con dos partidos políticos con ideologías bien definidas: el Partido
Popular que no puede cruzar la línea roja del “comunismo” y el Partido Podemos
que no puede cruzar la línea roja del neocapitalismo y su casta.
PSOE, IU, UPyD y demás partidos de carácter nacional navegan hacia el
capitalismo pero sin rechazar del todo algunas ideas comunistas que siguen
gozando de una buena acogida en la clase trabajadora. En los últimos años, el PSOE ha elaborado un menú ideológico que
no pasaba por el paladar de sus militantes. Tantos pactos con el PP crearon
confusión en el electorado socialista, prefiriendo abrazar otras formaciones
políticas que parecían tener las cosas muy claras. Afortunadamente para el
PSOE, la
nueva dirección socialista ha limitado sus flirteos con los populares tanto en
Madrid como en Bruselas, y parece estar rediseñando una ideología
socialista propia de nuestros tiempos.
Pedro
Sánchez se propuso trabajar más en la calle al lado de los militantes, y según
los medios de comunicación, lo está consiguiendo. Ciertamente ya no era
tolerable votar
un diputado desconocido por su agrupación, rellenar las listas
electorales de afines y amiguetes aunque no pudieran convencer ni a un solo
votante, en definitivas, diputados colocados a
dedo sin méritos electorales. ¿Qué es eso de barón? Barón será quién haya ganado las elecciones
en su comunidad autónoma. ¿Qué es eso de demócrata? Demócrata será
quien haya ganado las primarias. No buscamos graciosos ante los
micrófonos, ni muermos en los mítines, ni defensores de gestores ineptos. Si se habla de tantas
malversaciones de fondos en Andalucía, ningún dirigente socialista debería
sentirse orgulloso de los gestores de aquellos tiempos, porque
aunque no sean corruptos, francamente no supieron gestionar bien “la cosa
pública”. Entiendo que algunos deberían pedir disculpas públicamente por su
mala gestión en la comunidad que ha sido siempre gobernada por los socialistas.
Aunque una mala gestión no equivale a responsabilidad penal, el PSOE no puede
permitirse el lujo de contemplar pasivamente los escándalos millonarios en Andalucía.
Tolerancia
cero hacia la mala gestión de los recursos públicos.
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