miércoles, 16 de septiembre de 2015

¿Por qué inmigramos?

¿Por qué nos marchamos de nuestras tierras natales? Fundamentalmente por motivos bélicos y económicos. Pocas personas se marchan de un pueblo que disfruta de la paz porque dicho pueblo genera más ilusión y más creatividad. Aunque algunos de sus miembros se marchen a explorar otras tierras, la despedida no es tan dramática como cuando las bombas siguen tus pasos. De allí la diferencia entre inmigrantes y refugiados. Los latinoamericanos se marchan buscando mejores oportunidades económicas, y cuando no las encuentran vuelven a sus pueblos. Muchos africanos huimos de nuestros pueblos porque los señores de la guerra llegan disparando a matar, y volver a nuestros orígenes no suele formar parte de nuestros sueños: tristemente nos marchamos para no volver. Los sirios que huyen de las bombas, difícilmente sueñan con volver a sus tierras porque, entre otras cosas, lo han perdido todo. Volver a las ruinas es peor que lanzarse al mundo desconocido. Muchos españoles que se marcharon durante la guerra civil prefirieron quedarse en sus países de acogida, a pesar de los consistentes planes de retorno que los gobiernos de la democracia han ido relanzando.
 
La inmigración es consustancial al ser humano. De hecho, la historia de la humanidad es una crónica de la inmigración de gran parte de los seres humanos. Según la historia divina, Adam y Eva tuvieron que abandonar el paraíso (expulsados por Dios) y empezaron a errar a lo largo y ancho de la tierra. La historia secular confirma que los primeros seres humanos aparecieron en los valles de Tanzania, y poco a poco fueron expandiéndose por todo el planeta. De modo que nos guste o no, el ser humano es un inmigrante por naturaleza. Y no inmigra por gusto: a veces se marcha porque es expulsado de su paraíso, otras veces se marcha por escasez de recursos disponibles en la zona, otras veces (las pocas) se marcha porque quiere conocer otros mundos.
 
Hace muchos años que se viene hablando del mundo como una aldea global. No cabe duda de que las nuevas tecnologías han globalizado nuestra cotidianidad, y la noticia de la disponibilidad de recursos se comparte desde todos los rincones de la tierra. Es evidente que ante la amenaza de la guerra o del hambre, el ser humano no duda en emprender el camino hacia donde hay buenas noticias. Personalmente pienso que hay una gran diferencia entre dejarse matar y morir intentando sobrevivir. Puede que el resultado sea el mismo en algunos casos (la muerte), pero morir intentando vivir es mejor que morir pasivamente.

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