Se supone que la misión principal de
los políticos es buscar la solución a los problemas que se nos van presentando.
Personalmente no
dudo de que la inmigración es uno de los graves problemas que tenemos hoy día y
que refleja la decadencia de la humanidad. Dejar morir a los
congéneres es la mayor abominación que podemos encontrar en nuestras sociedades
occidentalizadas. Dejar morir al ser humano mientras te preocupas por el
bienestar de un animal hace que uno se reduzca al estado animal. Sorprende que,
incluso aquellos responsables políticas que han tenido experiencias límites
como perder un hijo trágicamente o haber descubierto, supuestamente, el camino
que lleva a Dios, tenga tanta dejadez y dejen morir a los inmigrantes en el
Mediterráneo. ¿Será porque son negros aquellos que se ahogan en el
mar mientras intentar alcanzar el paraíso soñado? ¿Será que, siendo negros, son
invisibles? O será que tenemos políticos que no se preocupan más que por
engordar sus cuentas bancarias, aunque sepan que su destino final no será mejor
que el de los inmigrantes: morir. Me sorprende que destacados intelectuales no se hagan
preguntas profundas sobre la inmigración para iluminar a nuestros políticos.
Me sorprende que muchos occidentales se sientan más unidos a los animales que a
los seres humanos, aunque esos seres humanos sean negros. Ni el PP, ni el PSOE, ni Podemos ni Ciudadanos
tienen un relato constructivo sobre la inmigración. No me extraña
que iluminados extremistas aprovechen esta decadencia política para
prometer paraíso a cambia de hacer el
mal en la tierra. Al fin al cabo, hay quienes sostienen que dejar morir a un ser humano es más
cruel que pegarle un tiro.
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