sábado, 11 de julio de 2009

Otros 240 despidos en Qualytel-Salamanca


Esta vez somos 240 (153 trabajadores de obras y servicios y 87 indefinidos) que nos vamos a la calle a finales de este mes de julio (que me perdonen los compañeros que se fueron en agosto del año pasado y a lo largo de este año porque no recuerdo la cifra exacta). Parece ser que France Telecom (Orange) ha decidido adelantar la finalización del servicio de Adsl para las empresas que gestionábamos en Salamanca. No sabemos porqué no ha esperado hasta diciembre que es cuando finalizaba el contrato de este servicio.

Las malas lenguas dicen que desde que Qualytel fue comprado por los alemanes de Arvatos los directivos de France Telecom España (Orange) no confían en ellos. Otros dicen que Arvatos prefiere llevar servicios de emisión de llamadas para vender seguros o cursos a clientes de otras empresas como Eroski o Carrefour. Lo que está seguro es que Orange no quiere saber nada con Qualytel.

Casi todas las plataformas de Qualytel han quebrado (a pesar de que su página web sigue hablando de miles y miles de trabajadores que tiene en España y en Argentina). Zaragoza, Madrid, Sevilla, Jerez y Salamanca son algunas de las plataformas que han quebrado. Es cierto que algunos servicios de atención al cliente de Orange-móvil son atendidos en Salamanca, pero siempre cuando las plataformas de Argentina no den a bastos. Es decir que Salamanca sólo coge llamadas cuando hay cola en otras plataformas (hablando en términos de teleoperadores).

Los 240 que nos vamos a la calle con la indemnización de 8 días por año trabajado llevábamos más de 4 años trabajando en Qualytel. Hemos gestionado con éxito todos los proyectos pilotos de Orange desde que sólo se ofrecía 512 kb, con el famoso sagem 800 y el St 510. Entonces éramos Wanadoo y nuestro departamento era Naveghable (navega y hable). Nos vamos cuando ya sabemos gestionar con los ojos cerrados todos los servicios, incluidos VOZ-IP (full) con el livebox Pro. Siempre ocurre lo mismo. Cuando tienes experiencias en tu trabajo te declaran “urgentemente prescindible”.

Yo no culpo a nadie. Bueno, a los sindicatos que parecen defender intereses que los trabajadores no entendemos. “¡Parecen formar parte del Patronal¡”, me comentó un compañero, entre llamada y llamada. ¡Que UGT o CCOO sean confundidos con el Patronal es el mayor piropo que se le puede echar a un sindicato! Cuando leemos los comunicados de CCOO y UGT después de una reunión nos preguntamos siempre si han estado en una misma reunión o si algunos no son primos hermanos de Qualytel. Me encanta que los sindicatos y empresas hablen el mismo lenguaje acerca de los despidos: es la visualización del cinismo y egoísmo en algunos ojos. De los 240 que nos vamos a la calle recordaremos siempre los litros de café que se han tomado durante la negociación (aunque algunas buenas lenguas hablen que la reunión duró tan sólo media hora porque el perrito del negociador necesitaba ir de paseo ya que el viaje de Madrid-Salamanca le había aburrido mucho). Si algunos seres humanos son animales, no veo porqué los derechos de los animales no sean atendidos en primer lugar.

sábado, 4 de julio de 2009

La metamorfosis (Kafka, 1912)


Esta semana he vuelto a leer el libro de Franz Kafka, La metamorfosis. Es un relato que tiene unas 60 páginas, de lectura aparentemente fácil pero con un mensaje filosófico muy interesante. Para todos aquellos que no piensan leerlo os dejo un resumen. Aquellos que lo han leído pueden criticar mis puntos de vista, o mejorar mi interpretación. A mi modo de ver este relato sigue siendo de actualidad. Los millones de personas que no tienen trabajo (en España se habla de más de 4 millones de parados, en Europa no sé cuántos millones, en Estados Unidos… ¿Alguien puede sumar, por favor, los parados de América Latina, Asía y África? Supongo que los medios de comunicación (o de economía partidista) tienen las cifras actualizadas en sus maravillosas editoriales que nos brindan todos los días). Bueno, a lo que iba. Los millones de seres humanos que no tienen trabajo se levantan angustiados por un futuro incierto. Aquellos que lo tienen temen ser jubilados forzosamente, o marcharse a la calle sin un duro de indemnización. Son muchos quienes pueden encontrarse en el escenario descrito por Franz Kafka en La metamorfosis.

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1. Lectura de La metamorfosis


En el relato La metamorfosis, Frank Kafka (Praga 1883 – Viena1924) cuenta la historia de un chico, Gregor Samsa, que una mañana se despierta convertido en un insecto. Durante el resto de sus días intenta asumir su nueva situación y recuperar su sitio en la familia. Al mismo tiempo que se esfuerza para aprender a vivir como un insecto en un mundo de los humanos, no logra evitar ser la pesadilla de su familia. Causa miedo, terror y desprecio. Por eso nadie se atreve a quedarse solo en casa sabiendo que anda por ahí (p. 55).

Pero, ¿quién es Gregor Samsa para su familia? Hasta el momento en que Samsa se convierte en un insecto había sido el pilar de la economía familiar y su mayor ilusión era conseguir dinero para llevar a su hermana Grete al conservatorio de música en la capital. Ella era una muchacha de 17 años que vivía bien, dormía mucho, a veces ayudaba en los quehaceres domésticos y procuraba participar en algunas sencillas diversiones. Le gustaba, sobre todo, tocar el violín. Con su hermano convertido en un insecto, con los problemas familiares que hasta ahora habían sido inexistentes, Grete ve como sus sueños desvanecen. Es cierto que superó sus miedos (p. 54) y empezó a crear ámbitos de creatividad con su hermano al mismo tiempo que intentaba evitar que su madre viera el nuevo aspecto de Samsa. Pero no lo consiguió (p. 68) porque en un descuido su madre logra ver el aspecto de su hijo y le entra un ataque de pánico. Su marido echa la culpa de ese ambiente sofocante y asfixiante a Samsa y se inicia la caza al insecto. Empezó a arrojar una manzana tras otra contra Samsa, y “una, lanzada con más puntería, rozó la espalda de Gregor y resbaló sin causarle daño. En cambio la siguiente se le clavó en la espalda en toda regla” (p. 72). Durante un tiempo le entra un poco de remordimiento y consigue que toda la familia trate bien a Samsa. Pero cuando unos huéspedes descubren a Gregor y se marchan horrorizados, entonces su hermana decide que ha llegado el momento en que Samsa se marche de este mundo y deje de molestar a su familia (p. 85): “¡Tiene que irse! – exclamó la hermana-. Es el único modo, padre. Sólo has de desechar la idea de que es Gregor” (p. 87). Gregor pensó en su familia con ternura y asumió que tenía que marcharse. Una noche “su cabeza se inclinó a su pesar y su hocico despidió débilmente el último aliento”. Al día siguiente la criada anunció su muerte como si fuera una liberación: “¡Miren, ha estirado la pata! ¡Ahí lo tienen, ha estirado la pata!” (p. 89).

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2. Interpretación socio-filosófica de La metamorfosis


La metamorfosis fue escrito por Kafka en septiembre de 1912, en las vísperas de las dos guerras mundiales. La humanidad caminaba desganada, frustrada y agonizante en busca de un destino cada vez más incierto (constató Juan Manuel Rodríguez). Al final abocó en su autodestrucción con la primera y la segunda guerra mundial. Alfonso López Quintás comenta que este relato refleja cómo la falta de encuentro lleva al vértigo, y del vértigo a un ambiente sofocante, ruidoso, enajenante. El mundo exterior aparece como duro, impenetrable, intolerante y poco abierto a las sorpresas y a la creatividad. La angustia de la existencia se enfrenta a los retos sociales. Los daños son inevitables. Samsa muere porque nadie entra en creatividad con él. Cuando se rompe las relaciones de encuentro la existencia pierde sentido porque la vida o es participación o no es nada.

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3. Interpretación personal de La metamorfosis


Cundo leí por primera vez La metamorfosis en septiembre de 1997 en Ferrol sentí angustia pero entendí ciertos acontecimientos que había vivido en la guerra de Rwanda (1990-1994). Hasta ese momento no había entendido cómo los extremistas hutu mataron a los civiles tutsi sin justificación aparente. Entendí que realmente los extremistas no mataban a seres humanos porque previamente los habían convertido en cucarachas (inyenzi). Y matar a un asqueroso bicho no es moralmente condenable. Tampoco torturar, asfixiar y “hacer desaparecer” a los autores del genocidio. Así es cómo el gobierno victorioso justificó la persecución, el encarcelamiento y la muerte de los hutu. Tanto unos como otros etiquetaron a sus víctimas, los redujeron al estado infra-animal, y todo el daño que causaron no era contra seres humanos sino contra bichos y asesinos.
Miren ustedes lo que está ocurriendo en la Italia Católica: el actual gobierno no considera a los inmigrantes sin visado italiano como seres humanos. Cualquiera que les alquile una habitación, cualquiera que les dé la comida, cualquiera que les dé medicamentos será condenado por los tribunales. Es decir que los inmigrantes ilegales no son personas en Italia. Por eso las patrullas ciudadanas les tiene que perseguir y detener. Los católicos italianos no se manifiestan acerca de la situación (lo cual no quiere decir que estén de acuerdo con esta medida). El papa se calla (no es de extrañar ya que sólo le interesa los temas relacionados con el evangelio y la caridad). Los políticos europeos se callan (no resulta extraño teniendo en cuenta el oportunismo que les caracteriza). Los recién elegidos eurodiputados se callan (normal. Ya han conseguido lo que querían: colocarse en Bruselas y disponer de un buen sueldo). Los obispos españoles se callan. Es más fácil defender la vida que está a punto de nacer que atender a los ya nacidos que no encuentran quien les ayude. Tal vez esté siendo un poco demagogo, pero me llama mucho la atención ver cómo los católicos que defienden la vida en contra del aborto cierran los ojos ante las barbaridades del actual gobierno italiano. Ahora entiendo porque en un retablo de la catedral de Salamanca obispos y curas se encuentran en el infierno.

(Fin).

domingo, 28 de junio de 2009

El rey del Pop ha muerto




Espero que Michael Jackson haya encontrado lo que buscó ansiosamente en este mundo y no lo consiguió. Espero que algún día alguien nos aclare si las acusaciones sobre su comportamiento para con los niños son reales, oportunistas o ataques racistas. Espero que la infancia que no tuvo en este mundo la disfrute a partir de ahora.

He visto durante todo este fin de semanas un montón de videos sobre su vida. No sé quién mató a aquel niño negro de cinco años que cantaba alegremente para crear un monstruo de cincuenta años que apenas sonreía. Quienes han estado cerca de él confiesan que su personalidad era muy compleja, que era incapaz de expresar sus sentimientos, que vivía en un mundo de sueños infantiles, y que no estaba reconciliado con el mundo. He visto como una niña de dos años se emociona viendo a Michael cantando con 5 años. La misma niña se asusta cuando le enseñas a Michael en su última aparición en Londres. Yo no sé qué imagen este rey del Pop tenía de todos nosotros. Supongo que nos veía como una auténtica amenaza de la que tenía que protegerse con sus distintas máscaras y disfraces.

Son muchos quienes creen que Michael Jackson fue un negro que quiso ser blanco. Es cierto que su música no tiene ritmos africanos como el regae del legendario Bob Marley. Es cierto que cuando muchos negros escuchan su música no sienten la misma serenidad que cuando saborean los discos de Bob Marley. Es cierto que Jackson no tenía la añoranza de África como Bob y otros artistas afroamericanos. Es cierto que su espiritualidad y su personalidad no reflejan restos del continente negro. Es cierto que defendió los derechos de los cantantes negros marginados por las empresas discográficas occidentales. Es cierto que su música es disfrutada mejor por los bancos que por los negros. Pero también es cierto que las comparaciones son odiosas.

Mi deseo es que este hombre que tanto ha sufrido (por su culpa o por culpa ajena) descanse definitivamente en paz. Es una lástima que tengamos que encontrar la plenitud en la otra vida, pero es el único consuelo que nos queda.

Vicente Ferrer


Hace unos días falleció el misionero de la bondad, Vicente Ferrer, un hombre bueno donde los haya, un hombre generoso que con su labor en la India nos ha testimoniado como seguir siendo humano en medio del mal. De su vida personal a penas conozco algo. Sé que durante un tiempo fue miembro de la congregación papal de los jesuitas y que cuando abandonó el sacerdocio se casó, tuvo hijos y se dedicó a acompañar a los más necesitados de la India hasta su muerte. Construyó escuelas para niños, hospitales para los enfermos y comedores para los hambrientos. El gobierno español le ha nombrado modelo de la solidaridad y ejemplo a seguir. La iglesia católica ha sido más discreta a la hora de elogiar su figura. Supongo que la jerarquía católica le considera hijo descarriado por haber abandonado el sacerdocio.

Muchos coincidirán conmigo que la adoración del Altísimo se lleva a cabo cuidando a sus hijos más necesitados. Algunos piensan erróneamente que creer en Dios es cuestión de ideas (o ideologías). Creer en Dios es, para mí, creer en sus hijos, sobre todo los más necesitados. Se me viene a la memoria muchas personas que dedican su tiempo a infundir un poco de esperanza en los demás. Una amiga de Madrid que suele dejar comentarios en este blog lo sabe muy bien. Ella lleva años atendiendo gratuitamente a los inmigrantes africanos que llegan a Madrid desorientados y sin esperanza. Les da clase, les facilita ropa y comida, les anima celebrando sus cumpleaños, les acompañan a los médicos, les enseña a leer y a escribir, les redacta los currículum y les acompaña a las entrevistas de trabajo. Pili es una gran mujer que lleva África en su corazón. Cuando uno ve lo que hace por los demás vuelve a creer en la humanidad. Creer en la humanidad es el primer paso para poder creer en la divinidad. Seguramente que Pili conocerá, como yo o como vosotros, a algunas personas de comunión diaria o dominical que no son capaces de dar la mano a un negro que acaba de llegar en un cayuco. Afortunadamente tenemos a Vicente Ferrer, a Pili, a Piedad y demás personas que con sus obras son el testimonio real de la mano de Dios en este mundo. Un millón de gracias para todas estas personas que son misioneras de la solidaridad.

sábado, 13 de junio de 2009

Mi visión acerca de las grandes religiones


La historia confirma que las grandes religiones no han podido conducir la humanidad por el recto camino que pregonan, ni han sabido satisfacer la sed de lo absoluto que se aloja en lo más profundo del ser humano. Las únicas creencias que mantienen su ritmo, con discreción, son las llamadas religiones tradicionales. Estas religiones siguen enseñando, como antaño, el equilibrio vital dentro del universo. Nos enseñan que el ser humano forma parte del universo, que cada elemento tiene su orden y su función, y que el equilibrio de todos los elementos es la única garantía de la estabilidad emocional y de todo el universo. Sus creencias discretas, casi intimistas, con ceremonias fundamentalmente familiares y tribales facilitan la cercanía necesaria en la relación con lo trascendental. La variedad de sus ritos abren la puerta a la creatividad de sus seguidores. Para muchas tradiciones orientales, hay que pasar por el olvido del sujeto para encaminarse hacia su recuperación en el seno de lo Absoluto. El sujeto debe salir de sí porque negándose uno se encuentra. El mundo es un ámbito de deseo y de sufrimiento pero es posible recuperar la paz mediante la reorientación del deseo. La iluminación es el único medio que endereza lo torcido.

Las llamadas religiones del libro (judaísmo, cristianismo e islam) se han politizado tanto que no resulta fácil seguir sus mensajes principales. Aunque el judaísmo no ha aspirado a convertirse en la referencia mundial al ser una creencia reservada al pueblo elegido, nadie puede ignorar que Israel es un Estado judío que basa sus principios en la Sagrada Escritura. Todo lo que ocurre en el entorno de la zona del Oriente Próximo refleja la lejanía de la mano de Dios en la tierra. Es muy difícil creer en la existencia de un Dios justo, pacífico, misericordioso y salvador en esa zona del mundo. Lo mismo ocurre en el campo del islam. Con sus aspiraciones políticas confunden las aspiraciones mundanas con las trascendentales, optando por un Dios guerrero y vengativo, un Dios reacio al perdón y a la vida de quienes no se ajustan a las medidas de sus defensores. Sus seguidores ofrecen una imagen que atemorizan a los infieles y no dudan en condenar al exilio a quienes no piensen como ellos. Al mezclar los intereses políticos con los religiosos resulta muy difícil saber dónde termina lo mundano y dónde empieza lo divino. Un Dios que se confunde con el mal no puede ser ofrecido como remedio a los males de la humanidad. Es exactamente lo que le sucede al cristianismo. Su mensajero enseña que hay que morir para que otro vivan mejor, que no hay que condenar a nadie, y que sobre todo hay que perdonar y dar oportunidad a todos. Habla de un Dios que deja noventa y nueve ovejas para ir a buscar uno perdido, un padre que perdona a un hijo prodigo. Pero sus herederos oficiales se fueron por un camino distinto, sobre todo desde que confundieron el trono con el altar, la ética con la moral, y levantaron su dedo como él único que puede enseñar el camino de la salvación. Lo peor que le ha podido pasar a la iglesia católica ha sido convertir su misión principal en la construcción de la cristiandad. En el cristianismo es muy difícil saber qué es lo que pertenece a César y que es lo que pertenece a Dios. Y la confusión es el territorio de la perdición. Por eso podemos entender acontecimientos como la inquisición, la evangelización de los indígenas o el silencio de Dios en el holocausto o en los distintos genocidios que sacuden de vez en cuando a pueblos supuestamente cristianos. Todo ello refleja que el mensaje principal del cristianismo ha sido prostituido y sustituido por un mensaje profundamente mundano. Cuesta descubrir los pasos de Jesús en los grandes templos que todos tenemos en mente.

martes, 9 de junio de 2009

Teoría de la periferia



Partiendo del hecho de que el ser humano es un ser en situación, entendemos que cuando se encuentra en el centro recibe muchos golpes y muchas veces resulta necesario situarse en la periferia, siquiera para evitar ser el blanco de los demás. Por experiencia sabemos que en un grupo de personas que pasan mucho tiempo juntos suelen tener alguien en el centro, lo que popularmente se llama la persona que lleva la voz cantante. Durante un tiempo se convierte en una base de datos donde acude todo el mundo buscando reafirmación. Si algo no va bien, ahí está ella para arreglarlo. A menudo goza de un reconocimiento sincero y agradecido de sus compañeros. Y como no quiere decepcionarlos, invierte todas sus energías para seguir ocupando su centro. Pero por muy válida que sea y por muy líder que se considere, tendrá momentos de debilidad en que necesite descansar un rato. Vive de cara al público hasta que una mañana se levanta agotada y empieza su hundimiento. Esta persona no supo que el centro no es un lugar ideal para crecer humanamente. Tiene que ser un paso para visualizar la globalidad, pero a la hora de la verdad se vive mejor en la periferia. En el centro se gasta mucha energía para canalizar todas las fuerzas que circulan alrededor, y solo se saca provecho si se es consciente de su función estratégica. Si ves que empiezas a ser el centro de las alabanzas de tus vecinos o compañeros, piensa que no tardarás en estar en boca de todo el mundo. Puede que al principio te sientas cómodo de llevar la voz cantante, pero no olvides que eres el blanco de todo el mundo porque tu visibilidad es tu mayor enemigo. Al igual que tus capacidades están al descubierto, tus defectos son más visibles. Y no olvides que una sola manchita es suficiente para que una camisa se vaya al cubo de ropa sucia. Desgraciadamente, para el común de los mortales un defecto suele ocultar todo un campo lleno de bondades.

domingo, 7 de junio de 2009

La teoría de la hibernación


Hace poco me llamó un amigo que hacía tiempo que no se comunicaba conmigo. Cuando le pregunté porqué no había respondido a los mensajes que le fui dejando en su buzón me contestó que había estado hibernando. Me quedé pensando sobre el término hibernar aplicado a la vida cotidiana. Me di cuenta que la hibernación es un recurso en el ámbito sanativo y en el campo informático.

Los diccionarios suelen definir la hibernación como un estado de aletargamiento con disminución general de las funciones metabólicas y temperaturas a que están sujetos algunos animales durante la estación invernal. La hibernación sería una reducción de las funciones orgánicas por medio de sustancias químicas. Un paciente hiberna con fuentes anestésicas o terapéuticas en espera de una cura. Es un estado de tránsito comparable al coma inducido para que el cerebro gaste la menos energía posible a la espera de que los demás órganos se recuperen sin la presión del cerebro agobiado y desesperado que continuamente lanza mensajes de socorros sin respuestas. Es lo mismo que hacen los psiquiatras cuando nos encuentran angustiosos y presionados. Nos recetan las pastillas para calmar temporalmente la angustia depresiva mientras recuperamos el equilibro vital.

En el campo informático, hibernar un ordenador es apagarlo pero guardando en el disco duro la información sobre el estado en que se encuentra nuestro trabajo para poder reanudarlo en el mismo punto cuando estemos disponibles para seguir trabajando. Según el fabricante de los ordenadores, cuando el equipo se pone en hibernación, la información de la memoria se guarda en el disco duro. Cuando vuelve a encenderse el equipo, todos los programas y documentos que estaban abiertos cuando se hibernó se restauran en el escritorio. Es decir que durante la hibernación se guarda la información con seguridad en el estado en que se encuentra y no se gasta la energía. Esto no ocurre con la suspensión. Suspender el equipo es dejarlo en estado de bajo consumo, permitiendo al usuario reactivarlo con un simple movimiento del ratón o pulsando una tecla. Según el fabricante de los ordenadores, es aconsejable guardar el trabajo antes de poner el equipo en suspensión. Mientras el equipo esté suspendido, la información de la memoria del equipo no se guarda en el disco duro. Si hubiera alguna interrupción en el suministro eléctrico, la información de la memoria se perdería. Está claro que la suspensión gasta energía y no asegura que los datos estén a salvo durante ese estado. De ahí que en caso de necesidad sea preferible la hibernación: gastar menos energía sin renunciar o poner en peligro los logros adquiridos. Cuando uno se encuentra muy agobiado y la angustia persiste, es mejor hibernar durante un tiempo. Hibernando, no gastará energía y no hará daño ni a si mismo ni a los demás. Es una estrategia parecida a la supervivencia de las tortugas durante el invierno europeo: en lugar de poner sus vidas en peligro luchando desesperadamente contra las adversidades invernales, las tortugas se retiran bajo tierra a un lugar seguro a la espera del buen tiempo. Habrá quienes las llamen cobardes y prefieran tal vez la metamorfosis de las serpientes. Pero la metamorfosis no es supervivencia; es tal vez cambiar de imagen, es convertirse en algo o en alguien diferente, y para quienes tengan el registro memorial muy activo no es rentable ni aconsejable intentar convertirse en otro.

Podemos concluir que la diferencia entre hibernación y suspensión está en la cantidad de energía que se gasta. La hibernación no gasta nada. La suspensión gasta lo imprescindible para que no se pierda la información pero no es de fiar. Tanto la hibernación como la suspensión provocan situaciones similares a las que provocan invernar (pasar el invierno en algún lugar, en especial los animales como las golondrinas). Hibernar es un termino que se puede confundir con invernadero pero no significa lo mismo, ya que mientras la hibernación supone ahorro de energía, el invernadero es un lugar preparado artificialmente para cultivar las plantas fuera de su ambiente y clima habituales, provocando graves alteraciones para el ecosistema por su elevado coste energético.

En términos psicológicos, hibernar es un estado vital que puede ser útil para reorganizar o reajustar nuestros estados existenciales sin gastar mucha energía. Cuando el estrés se hace insoportable, cuando el desgaste psicológico es más que evidente, hay que hibernar durante un tiempo mientras se reajustan todos nuestros recursos de supervivencia. Hay que saber retirarse un tiempo mientras pasa la tempestad. Si no te sientes preparado para enfrentarte a una situación problemática, tómate un descanso. No te dediques a gastar tus energías inútilmente. No libres una batalla si de antemano sabes que no la vas a ganar. Si puedes ahorrar energía, hazlo. Es más que seguro que necesites tirar de ese ahorro más de una vez. Ahorrar energía no es más que equilibrar tus fuerzas vitales, evitar proyectos estériles y situaciones que no te aportan nada a tu riqueza interior. Se ahorra energía evitando dar vueltas a la misma situación, procurando no implicarse demasiado en lucubraciones que no se fundan en la realidad. Si entras en un edificio de varios pisos y no sabes a qué piso te diriges, lo más normal es que empieces preguntando a los que viven en los pisos de abajo. Seguro que habrá quienes prefieran empezar por arriba porque creen que es mejor gastar más energía al principio. Pero sabemos que los corredores de fondo suele gastar menos energía al comienzo de la carrera. Al principio suelen ser los últimos de la fila. No se ponen nerviosos porque conocen sus fuerzas. Y a medida que avanza la carrera se van adelantado a sus compañeros con el asombro de los espectadores. Su secreto está en la confianza en sí misma. Saben cuándo hay que gastar más energía, cuándo hay que descansar y cuándo hay que mantener el ritmo. Traslademos ese espíritu a nuestras preocupaciones habituales. Evitemos el desgaste psicológico sin necesidad. Identifiquemos la fuente de nuestro agobio para poder aislarla mientras buscamos tranquilamente cómo combatirla. Procuremos permanecer en el estrés el menor tiempo posible. Midamos nuestras fuerzas reales para poder repartirlas con equilibrio. Hibernemos cuando nos veamos al borde del colapso vital.