martes, 30 de septiembre de 2014
sábado, 20 de septiembre de 2014
Mi ex novia

“Mi ex novia” describe cómo los hombres
nos comportamos después de una ruptura, las mil maneras de torturarnos para
llegar, finalmente a la misma conclusión: aquella que fue mi novia es ahora mi
ex novia y no puedo hacer nada para volver a la situación anterior a la
ruptura. Todo esto descrito fabulosamente, en un castellano de Argentina, comprensible
incluso para quienes nos desesperamos viendo una película argentina (por la
lentitud de los hechos y por los localismos lingüísticos muy sofisticados).
A propósito
de estos localismos lingüísticos, mi amiga salamantina que calificó de aquella
manera el libro de Fabio Fusaro recordará que cuando trabajábamos en una
compañía que había externizado parte sus servicios de atención al cliente nos
habían hecho un manual de traducción del
argentino al castellano salmantino. Los compañeros argentinos tenían su traducción.
Había diálogo de este tipo (espero que se entienda bien el humor):
El boludo: Compañero, tengo una
señora que quiere consultar las tarifas. ¿Te la coloco? (el gallego pensando en voz off: colócala donde quieras, con tal de no quitarme el puesto).
El gallego: Ahora mismo no te la puedo
coger, compañero, no tengo acceso a
las tarifas (el boludo pensando en voz off: puto
salido gallego. Siempre pensando en lo mismo)
El libro de
Fabio Fusaro utiliza los términos argentinos a los que no estamos acostumbrados
en España, pero he de reconocer que pocos escritores saben poner un toque de un
humor en asunto tan dramático. Veamos un ejemplo:
“Resulta
que se había anotado en un concurso de belleza organizado
por no sé qué boliche y se ve que el breve estréllate se le subió a la cabeza, aunque no ganó
nada. Imaginen: boliche, noche, música, luces de
colores, tipos babeantes (muchos) y la señorita
caminando en tanguita por una pasarela que atravesaba el local de lado a lado.
No sé si se entendió bien: “Mi novia caminando en tanguita por una pasarela en
el medio del boliche”. Como si esto fuera poco,
me contaba chocha de contenta que algunos tipos
luego la reconocían por la calle o en la playa y la saludaban. Qué poco tenía
que ver eso con el concepto que ambos creíamos tener del respeto mutuo. Hasta
ahí la situación no habría pasado de un momento molesto en la pareja, pero tuvo
que aparecer “la tarjetita”. ¿Qué tarjetita? La que le había dado un atorrante al terminar un desfile. Lo único que quería,
seguramente, era… en fin, ya saben. La tarjetita decía: “Fernando Pirulo.
Promotor de modelos” y un maldito teléfono. Toda la planificación que habíamos
hecho hasta ese momento fue a parar a la miércoles por
un pedazo de cartulina de siete por cinco. De la noche a la mañana, pasé a
decimoquinto plano en su vida
Las
mujeres no te dejan en cualquier fecha. Suelen esperar al día anterior a tu
cumpleaños, a un aniversario, la víspera de Nochebuena o Año Nuevo. Supongo que
la intención es que te duela, si es posible, un poco más de lo normal. Así fue
como un 17 de mayo, día en el que cumplíamos tres años y seis meses de novio, “la
modelito”, sin derramar una lágrima y tras terminar el último café pagado por
mí –como todo lo que consumió en los tres años y medio que estuvimos juntos-,
me dejó”.
En tan pocas
líneas tuve que acudir al diccionario del E-book más de una vez pero mereció la
pena. Todas las historias que Fabio Fusaro cuenta en “Mi ex novia”, aunque no se basaran en hechos reales, nos suenan a
todos. Siendo instrucciones para hombres, “hombres resentidos y dolidos”, no
son del todo “políticamente correcto” y me imagino que en posteriores ediciones revisaras algunas expresiones para
que sean acordes a nuestros tiempos.
De la misma
forma que aconsejé en este blog, hace varios años, el libro “Mi novia”, también aconsejo este. En “Mi ex novia” nos reconocemos todos
aquellos que tenemos una ex, dos letras que marcaron nuestras vidas, porque
aunque algunas ex nos salvaron de una vida de amargura dejándonos, en vano
hicimos todo lo que pudimos para “recuperarlas”: sólo conseguimos prolongar
nuestro sufrimiento porque cuando desaparece la palabra dada, la nula credibilidad
(si es que alguna vez estuvo presente) puede herir mortalmente un corazón
noble. Pero allí está Fabio Fusaro para recordarnos que no hay nada nuevo. En algún
momento de nuestras vidas, todos hemos sido víctimas de nuestras “boludeces”.
miércoles, 17 de septiembre de 2014
La teoría del elefante

La estrategia del elefante nos
enseña que en momentos de dificultades hay que buscar refugios en el terreno
que mejor dominamos y no malgastar energías y tiempo en batallas que otros
pueden hacer por nosotros. Hay que tener en cuenta que el
equilibrio del elefante sólo es efectivo si se sitúa en el terreno adecuado.
Por eso saber combinar las energías positivas sólo es eficaz si estamos en un
ámbito apropiado. A mi modo de ver, cada uno de nosotros debería tener
localizado el rincón que más se adapta a sus necesidades, igual que hacen
animales como los perros. Hace tiempo que la etología sabe que los perros no
duermen en cualquier sitio. Se mueven por todos los rincones del jardín hasta
encontrar las corrientes en energéticas de su gusto. El instinto de
supervivencia de los animales es un recurso que los humanos deberíamos integrar
en nuestra forma de vivir. Deberíamos saber en qué lugar nos sentimos a gusto,
relajado, con las emociones equilibradas. Deberíamos saber en qué ámbito nos
sentimos invencibles o al menos dominamos mejor la situación del entorno. Deberíamos tener un pantano al que acudir
para alejarnos temporalmente de las amenazas, donde el entorno combate en
nuestro lugar o a favor nuestro.
miércoles, 3 de septiembre de 2014
Las ideologías difuminadas
Actualmente
contamos en España con dos partidos políticos con ideologías bien definidas: el Partido
Popular que no puede cruzar la línea roja del “comunismo” y el Partido Podemos
que no puede cruzar la línea roja del neocapitalismo y su casta.
PSOE, IU, UPyD y demás partidos de carácter nacional navegan hacia el
capitalismo pero sin rechazar del todo algunas ideas comunistas que siguen
gozando de una buena acogida en la clase trabajadora. En los últimos años, el PSOE ha elaborado un menú ideológico que
no pasaba por el paladar de sus militantes. Tantos pactos con el PP crearon
confusión en el electorado socialista, prefiriendo abrazar otras formaciones
políticas que parecían tener las cosas muy claras. Afortunadamente para el
PSOE, la
nueva dirección socialista ha limitado sus flirteos con los populares tanto en
Madrid como en Bruselas, y parece estar rediseñando una ideología
socialista propia de nuestros tiempos.
Pedro
Sánchez se propuso trabajar más en la calle al lado de los militantes, y según
los medios de comunicación, lo está consiguiendo. Ciertamente ya no era
tolerable votar
un diputado desconocido por su agrupación, rellenar las listas
electorales de afines y amiguetes aunque no pudieran convencer ni a un solo
votante, en definitivas, diputados colocados a
dedo sin méritos electorales. ¿Qué es eso de barón? Barón será quién haya ganado las elecciones
en su comunidad autónoma. ¿Qué es eso de demócrata? Demócrata será
quien haya ganado las primarias. No buscamos graciosos ante los
micrófonos, ni muermos en los mítines, ni defensores de gestores ineptos. Si se habla de tantas
malversaciones de fondos en Andalucía, ningún dirigente socialista debería
sentirse orgulloso de los gestores de aquellos tiempos, porque
aunque no sean corruptos, francamente no supieron gestionar bien “la cosa
pública”. Entiendo que algunos deberían pedir disculpas públicamente por su
mala gestión en la comunidad que ha sido siempre gobernada por los socialistas.
Aunque una mala gestión no equivale a responsabilidad penal, el PSOE no puede
permitirse el lujo de contemplar pasivamente los escándalos millonarios en Andalucía.
Tolerancia
cero hacia la mala gestión de los recursos públicos.
viernes, 22 de agosto de 2014
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lunes, 18 de agosto de 2014
El término “subsahariano”
Los medios
de comunicación, los políticos de cualquier color ideológico, voluntarios y activistas
de derechos humanos, incluso yo mismo, todos utilizamos comúnmente el término
“subsahariano” para referirnos a los negros que viven debajo del desierto de
Sahara (es decir, todos los países africanos a excepción de Marruecos, Argelia,
Túnez, Libia, Egipto y parte de Sudán).

1.-Desaconsejamos el uso del término
“subsahariano” porque es ininteligible. Según la RAE, el término “subsahariano” se refiere a la parte de África situada al sur del Sahara.
La misma RAE aclara que el significado propio de “sub-” es “bajo o debajo de” (ej. subsuelo), pero también puede
indicar “inferioridad, acción secundaria, atenuación, disminución” (ej.
subdelegado). Ahora bien, quienes pretenden que “Sahara” sea el baremo del
continente africano se olvidan que los habitantes del Sahara son saharauis, por
lo que quienes viven debajo del Sahara deberían llamarse “sud-saharauis” (igual que hablamos de sudafricanos y no “sub-africanos”), y quienes viven por
encima del Sahara deberían llamarse, siguiendo la misma lógica, “supra-saharianos” (en contraposición de “sub-saharianos”) o simplemente “nor-saharauis”. Obviamente todo el
mundo sabe que quienes viven por encima del Sahara son árabes (ni nor-saharauis,
ni nor-saharianos ni supra-saharianos). ¿Por qué, entonces, siendo Sahara una
pequeña parte de África sirve para nombrar a todo el resto, olvidando que hay
otro desierto que abarca Namibia, Botsuana y Sudáfrica (el desierto de Kalahari)?
Recordemos que el desierto de Sahara afecta Argelia, Chad, Egipto, Libia,
Marruecos, Mauritania, Mali, Níger, Sudán y Túnez.
2.-Desaconsejamos el uso del término
“subsahariano” porque no puede aplicarse a los negros de África.
De hecho, Sudáfrica no fue considerado “subsahariano” hasta que los negros no
llegaron al poder. José Manuel Cabezas afirma que “desde el punto de vista
cultural, e incluso racial, el Sahara nunca ha ejercido de muro, sino de
puente”. En sí solo, Sahara no puede ser un espacio geográfico que divide el
continente africano en dos: África de los negros y África de los casi-blancos
(árabes). Además el concepto “árabe” no se contrapone al concepto “negro” sino
más bien a concepto como “bantú” o “igbo”. De hecho existen varios grupos
étnicos negros a lo largo del desierto de Sahara; también existen grupos de
piel negra en Chad, en Marruecos, en el norte de Argelia, en el centro y sur de
Túnez, en Libia y en el valle de Nilo. Por supuesto que comunidades de tuareg
de aspecto físico blanco habitan en los llamados “países subsaharianos” como
Burkina Faso, Níger y Mali, y hay población blanca en Sudáfrica (más de 4
millones), en Zimbabue y Mozambique.
3.-Desaconsejamos el uso del
término “subsahariano” porque es una imposición europea para designar a países
africanos no gobernados por árabes. Este término no responde a una clasificación
basada ni en divisiones políticas ni en divisiones geográficas, ni en
divisiones raciales. Herbert Ekwe-Ekwe afirma que la terminología “África
subsahariana” es una “señal geopolítica racista y quienes la emplean desean
representar, una y otra vez, el imaginario de la desolación, la aridez y la
desesperanza del entorno desértico. Esto, a pesar de que la gran mayoría de los
mil millones de africanos no viven en ningún lugar cercano al Sahara, ni sus
vidas se ven afectadas por el impacto implícito de este dogma”.
4.-Desaconsejamos el uso del
término “subsahariano” porque no es políticamente correcto. Los llamados “subsaharianos” que arriban a
las playas mediterráneas se autoidentifican como negros o simplemente como
africanos. En nuestro lenguaje cotidiano, el prefijo sub- remite a “nivel
inferior”, y el término “subsahariano” es un eufemismo con un sentido degradante
y peyorativo. Según Joan Manuel Cabezas López, “la invención de identidades y,
lo que es mucho peor, su imposición, ha sido una constante en la etnocida y
racista trayectoria histórica de Occidente”. La etiqueta “subsahariano” se
inscribe en “un discurso racista que aboga por la simplificación y el repudio ante
la enorme diversidad de unas culturas que son vistas como meras excrecencias de
un arcaísmo terminal, en vez de cómo lo que son: manifestaciones específicas,
etnosistemas plurales de una realidad caleidoscópica de la cual todos formamos
parte”. Recordemos que hablamos de un continente de unos 30 millones de km2 -casi 61 veces mayor que
España, más de mil millones de habitantes (en 2013), dos mil culturas, más de mil lenguas y más de 50 Estados
"soberanos".
5.-Desaconsejamos el uso del
término “subsahariano” porque no conozco a ningún africano que se presente
diciendo algo así como “soy subsahariano”.
Más bien nos solemos identificar como africano tout court, no siendo necesario destacar el color de la piel que,
afortunadamente, salta a la vista. Probablemente en el imaginario cotidiano, el
término “subsahariano” equivale a “negro”, o, en el mejor de los casos, a “quienes
viven debajo del Sahara”. Pues bien, para evitar eufemismos y rodeos sin
sentido, utilicemos términos que reflejan la verdadera identidad como “africanos”
o “negroafricanos” (si es que queremos destacar el color de la piel). Si a mí
me provocaría risa presentarme ante alguien como que “soy subsahariano”, la
ridiculez del término “subsahariano” es claramente evidente y lo único que
pretende es difuminar nuestra identidad negroafricana, como si fuera un delito
nacer negro o vivir en África, ya sin recordar las investigaciones
arqueológicas que sostienen que el ser humano procede de África.
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