lunes, 19 de diciembre de 2011

La ocupación de Irak (2003-2011)


Han pasado nueve años desde aquel “NO A LA GUERRA” que ningún dirigente occidental quiso oír para evitar el desmembramiento del pueblo iraquí. Nos manifestamos para evitar una guerra montada sobre el orgullo de un hijo que quería terminar lo que su padre no había terminado (matar a Sadam Hussein). La excusa perfecta era que el régimen de Sadam tenía armas de destrucción masiva (como si no las tuvieran otros países supuestamente democráticos) y que el pueblo iraquí estaba oprimido por el sanguinario Hussein. Las cifras más generosas hablan de unos cuatro mil soldados norteamericanos que perdieron la vida durante este regalito de Bush a su padre. Por supuesto que los muertos iraquíes no cuentan: ¿desde cuándo los pobres cuentan? A nosotros los civilizados nos conmueven más el cáncer que han desarrollado varios soldados que lucharon en Irak; los niños que nacen sin brazos en Faluya, las mujeres que están pariendo auténticos monstruos, el sufrimiento del pueblo iraquí y demás desgracias no son más que daños colaterales, el precio que pagamos para que nuestros hijos puedan pasear libremente por nuestras avenidas comerciales. No creo que ni Bush, ni Blair, ni Aznar tengan problemas de sueño ligados a la decisión que tomaron en las islas portuguesas de Las Azores.

La invasión occidental se inició el 20 de marzo 2003; la superioridad militar occidental llevó a la rápida derrota de las fuerzas iraquíes, el derrocamiento del Presidente Sadam Hussein, su captura el 13 de diciembre de 2003 y su ejecución el 30 de diciembre de 2006. El 1 de mayo de 2003 el Presidente George W. Bush declaró el fin de los principales combates. ¿Víctimas? Entre 150.000 y un millón de muertos. ¿Motivo de la guerra? Ninguno. No había armas de destrucción masiva. No fue una Operación Libertad Iraquí. Fue una ocupación militar occidental para dar satisfacción a Bush padre, y de paso, saquear los pozos de petróleo. A muchos no nos resulta fácil situar “el eje del mal” en el mapa mundial. ¿Consecuencias? Ninguna. “No pierdo la esperanza de que Bush sea juzgado en La Haya”, me comentaba una amiga el otro día. “La administración norteamericana preferiría una tercera guerra mundial antes de entregar Bush a los jueces”, le contesté.

1 comentario:

Erika dijo...

¿Entregar a Bush a los jueces? Ja! Estoy contigo, yo también veo antes una tercera guerra mundial...