Tras su derrota electoral, los dirigentes socialistas afirman haber entendido el mensaje de su electorado, pero no dicen qué mensaje. No creo que el electorado socialista culpe al gobierno socialista de la actual crisis económica. Lo que no comparte es la gestión de la crisis; no haber hecho nada para aliviar la situación de los parados de larga duración. Sabiendo que el electorado socialista es exigente y no vota cualquier cosa, lo inteligente hubiera sido una campaña al estilo norteamericano: contacto directo con la militancia (no durante un meeting), escuchar las preocupaciones personales (no sociales) y dar una palabra de ánimo a los compañeros que han sido atrapados por esta crisis.
Los cargos del partido no han sabido fidelizar el voto de sus compañeros. Me decía un colega salmantino que no sabía quiénes eran los diputados socialistas al nivel nacional. No es normal que los salmantinos no sepan quiénes son sus representantes en la cámara estatal. Seguro que Juanes y Caldera tienen obligaciones nacionales que les impiden estar presentes en las reuniones de sus agrupaciones en Salamanca. Pero si no trabajan los votos, pronto dejarán de tener esas obligaciones. Si se quiere ganar, no se puede pretender representar a quienes no conocen. No basta un par de meeting para conseguir el voto. El electorado socialista no vota por disciplina: vota los proyectos. Y francamente en estas pasadas elecciones no había ningún proyecto socialista que llamara la atención.
A algunos dirigentes se les nota el plumero. Dice el extremeño Fernández que no necesita estar en la presidencia de la Junta, y que va a solicitar su vuelta a la medicina si IU no le presta sus votos para gobernar. Muy bonito. Encima con chantajes. Sus palabras suenan como que estaba allí por el poder, ¿no? Yo siempre he pensado que el que pierde se va a la oposición para prepara la próxima victoria: no se resguarda en sus antiguos refugios. O sea que las victorias tienen padrinos, pero las derrotas son huérfanas. Encima que no ha ganado, pretende que alguien asuma su fracaso. Así les van en Madrid, en Galicia, etc. Los que no son elegidos no quieren estar en la oposición porque allí hace mucho frío. Entiendo que si un político me pide confianza y se la doy, antes de dimitir debería preguntarme si estoy de acuerdo. Porque mi voto no es gratis.
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