Todo empezó cuando el Movimiento del 15 M
acampó en Puerta de Sol de Madrid, y el pueblo se dio cuenta que no podía
seguir siendo cómplice de las actuaciones dictatoriales del gobierno (dictatorial
en el sentido de que tanto Rajoy como Zapatero han reconocido haber tomado
medidas que no les gustan y que además van en contra del sentir popular).
Los jóvenes acompañados por sus abuelos
empezaron a protestar por el centro de Madrid. Los maestros y sus alumnos se
unieron. Los bomberos acamparon en varios jardines del ayuntamiento. Los
médicos y sus pacientes levantaron las pancartas. Jueces, fiscales y abogados
han empezado a protestar contra las medidas del mesías Gallardón. Incluso los
mismos policías utilizados para reprimir las manifestaciones se están dando
cuenta que no son más que peón del gobierno de turno.
Antes los políticos nos manipulaban y nadie
protestaba porque económicamente las cosas nos iban relativamente bien. Ahora,
mientras hay gente desahuciada, no podemos entender cómo tenemos que dar 1.800
euracos a más de 300 diputados para ayudarles a buscar alojamiento en Madrid
(además del sueldo, dietas correspondientes y bonificaciones por varios oficios
adicionales).
Mientras nos preocupamos por conseguir un
kilo de azúcar para que los niños desayunen, no podemos seguir pagando Ipad y
Iphone a diputados y senadores que no son capaces de solucionar nada, ni
siquiera tienen una idea válida para sacarnos de la crisis económica. Cuando la
gente lleva pancarta pidiendo “que el siguiente parado sea un diputado”, están
manifestando la inutilidad de esos órganos que no sirven para nada.
Todos pagamos impuestos directos e indirectos
para mantener los servicios públicos, la justica, la sanidad, la enseñanza,
etc. ¿Por qué nos manipulan, y lo repetimos continuamente, que la sanidad es
gratuita, que la justicia es gratuita? Alguien tiene que pagarlo. Otra cosa
distinta sería que no pagamos lo suficiente para mantener esos servicios. O que
no haya pan para tantos chorizos. O que haya que eliminar todas las
mamandurrias, como diría Esperanza Aguirre, consciente de que hay muchas
mamandurrias en la clase política y sus enchufazos.
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