Pedro Sánchez, socialista |
Con la elección de Pedro Sánchez por los
militantes socialistas, parece ser que el PSOE empieza a dejar atrás sus
complejos de izquierdas. Pedro empieza a limitar los pactos con la derecha y
habla de derogar leyes del PP que son contrarias al bienestar social. Se le
entiende bien cuando habla y está dispuesto a dar explicaciones a sus
compañeros militantes. Así es cómo tiene que ser un buen líder. Creo que los
dirigentes socialistas que se sentían más próximos a la derecha española van a
tener que dar un paso hacia atrás y lo deseable sería que renunciaran
amablemente a sus escaños. Ser representante socialista implica debatir
continuamente con la militancia, y sobre todo, no decidir a espaldas
de los militantes.
Es lógico que los dirigentes populares demonicen el
comunismo y de paso tachen de trasnochada cualquier idea socialista y se
propongan destruir política y mediáticamente a Pablo Iglesias, “el coletas”, como
representante de lo que llaman “izquierda radical”. Es normal que para
Esperanza Aguirre el capitalismo liberal sea el sistema económico más perfecto
y el comunismo, versus socialismo, sea la encarnación del mal. Lo que no es
normal es que ningún dirigente socialista sea capaz de desmontar políticamente
esta doctrina del PP, y que José Bono tenga miedo a las ideas de
izquierdas y Felipe González no se considere beneficioso de la mala llamada
“puerta giratoria” (que no es más que enchufismo vergonzoso a toda regla).
Cuando el joven eurodiputado Pablo Iglesias habla, yo
entiendo perfectamente lo que me quiere decir. Cuando me hablan Rubalcaba, Oscar López o
Elena Valenciano, francamente no capto qué me quieren decir. ¿Qué los
políticos españoles no pertenecen a la casta? No se lo cree ni Felipe González
que cuando lo niega acaba afirmando sentirse orgulloso de pertenecer a la
“casta”. No
creo que haya una clase social que tenga tanta protección y trabaje tan mal como nuestra actual clase política.
Tienen buenos sueldos, no opositan, no temen ser despedidos, son aforados y se
relacionan con los personajes más influyentes de la sociedad española. Hay
quienes creen que son “sinvergüenzas”, hay quienes creen que sobran, hay
quienes creen que pertenecen a la “casta” pero nadie puede negar que sean unos
privilegiados. En cualquier caso, y esto es lo que realmente me
interesa destacar, el nuevo secretario general del PSOE ha podido escuchar a
sus compañeros militantes y parece estar dispuesto a cumplir su mandato.
Acierta al restringir los pactos con la derecha: si yo quiero que la derecha ejecute su
política, prefiero votar directamente al PP. Si quiero que la izquierda ejecute
las ideas socialistas, evidentemente votaré al PSOE. Lo que no puedo hacer es
votar al PSOE para que éste pacte con el PP.
Pedro Sánchez confiesa que durante la campaña a la
secretaría socialista dormía en casas de militantes en vez de dormir en un hotel. Me
parece bien y espero que obligue a los diputados socialistas a visitar sus
agrupaciones locales como mínimo una vez al mes. ¿Qué es eso de que los militantes
socialistas no conozcan a sus diputados? No es tolerable que un
diputado socialista no sea capaz de hablar unos cinco minutos con un votante
suyo. Es
preocupante que la mayoría de los militantes socialistas no sean capaces de
nombrar más de cinco eurodiputados.
Un voto, un militante, una visita. No podemos votar diputados que no pertenecen a nuestras circunscripciones
electorales y que nunca hayan pisado la provincia al que pretenden representar.
O se acercan al pueblo, o se quedarán sin escaño. O los dirigentes socialistas empiezan a
patear la calle, o que se vayan acostumbrando a trabajar en la oposición
porque las elecciones se ganan desde el mismo momento en que se pierden.
No podemos seguir con la mala costumbre española de preparar el examen un día
antes. Y sobre todo, los dirigentes socialistas acomplejados deberían volver a
sus puestos anteriores porque no tienen nada qué hacer ante una derecha
orgullosa de un capitalismo que nos está hundiendo en la miseria.
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