Sentado en
mi sofá, con una cerveza para enfriar mi garganta, con los pies encima de la
mesa para que el aire acondicionado penetre bien entre los dedos de mis pies,
yo, aquí y ahora, juzgo que el Misionero Miguel Pajares fue imprudente y que él
solo se complicó la vida y que mi gobierno no tiene porqué pagar los gastos de
su repatriación. Y como tengo la barriga llena, incluso puedo filosofar sobre
la responsabilidad moral de los misioneros que nos traen enfermedades contagiosas
hasta nuestra Madrid. ¿Quién le mandaría a Miguel a ir al Tercer Mundo? ¿Quién
le mandaría tocar a los negritos moribundos? ¿Acaso ese doctor que vemos en el
video necesitaba la extremaunción para poder descansar en paz? ¿Para qué traer
a Chantal Motwameme (+09/08/2014)? ¿Para qué muriera aquí un día
después, y de paso, contagiarnos a nosotros?
Hna. Chantal (+09/08/2014) |
Sin embargo,
cuando se me pasan los efectos de la birra y la sangre empieza a llegar bien a mi
coco, siento “envidia sana” por tantos misioneros que ayudan a los pobres de
allende los mares a sobrevivir en este mundo neocapitalista. Misioneros,
voluntarios, activistas de derechos humanos, todos ellos son la cara más amable
de nuestra sociedad cada vez más insensible al dolor ajeno.
Conseguir su
repatriación hacia España ha sido el último favor que Miguel y Juliana han
hecho para África. Personalmente no tengo objeción contra el criterio seguido
por el gobierno de Rajoy para la repatriación de ambos religiosos: el pasaporte
español (Miguel
es blanco, Juliana es negra). Como siempre cuando se trata de “cosas
de la iglesia” aparecen las dos Españas: unos quieren que los misioneros se
costeen los gastos de la repatriación, otros ven lógico que se lo paguemos
entre todos, igual que se ha hecho en otras repatriaciones recientes. Personalmente
creo que le debemos a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios más de
lo que le damos, y si tuviera que pagar por la salud de sus miembros,
probablemente el cepillo de la iglesia se llenaría enseguida. Los misioneros,
los voluntarios y los defensores de los derechos humanos son los auténticos
patriotas porque la patria ya no es un trozo de tierra sino un conjunto de
derechos humanos.
El P. Miguel Pajares, en Liberia |
Todo el follón que se ha montado para la repatriación de
Miguel y Juliana para que nadie pueda contagiarse encoge el corazón de los
africanistas porque sabemos que ningún gobierno africano es capaz de llevar a
cabo tales medidas de seguridad. El simpático Jean Marie Le Pen propondría gasear a todos
los infectados, y así, acabar con el problema de la inmigración como dijo él («Monseigneur Ebola
peut régler ça en trois mois»). Afortunadamente, Jean Marie Le Pen morirá
igual que ha muerto el médico africano que probablemente contagió al misionero
español en su lecho de muerte, igual que acaba de morir la Hermana Chantal. La
diferencia es que mientras unos mueren para que otros vivan mejor, otros como
Jean Marie Le Pen quieren vivir bien para que otros malvivan. ¡Deplorable!
3 comentarios:
Añadir que el P. Miguel acaba de morir en Madrid, esta mañana del 12 agosto 2014.
Elie te felicito por este escrito .. Sólo una cosilla.. No te pongas tanto el aire acondicionado y no bebas cervezas creo que piensas mejor sin ellos ;-)
Merci, mon amie.
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