Hna. Paciencia Melgar Ronda |
Ignorada por el gobierno español
en la supuesta “repatriación curativa” del misionero Miguel Pajares (ella,
enferma de Ébola igual que su compañero misionero, no tenía nacionalidad
española); curada por el tratamiento recibido in situ, la Hermana Paciencia fue
requerida urgentemente por el gobierno español para donar sangre para el
tratamiento del P. Manuel García Viejo (que falleció antes de recibir el suero
de la sangre de Paciencia) y de Teresa (la auxiliar de enfermería que en estos
momentos sigue en tratamiento).
Cuando mi amigo, misionero en
Camerún, leyó la historia de la Hermana Paciencia me mandó un correo recitando
el evangelio: “la
piedra rechazada es ahora la piedra angular”. Una amiga española me
comentó, entre indignación: “¡Claaaaaro! Cuando nos interesa, entonces sí que hay
pasaporte y avión para venir a España”. Y un periodista de El Mundo
terminaba la crónica de la llegada de Paciencia al Hospital Carlos III
diciendo: “Y allí, en una habitación doble del
hospital, se quedó Paciencia. Estará varios días. Su sangre, la que se quedó en
Liberia cuando no quisieron traerla a España con el Padre Pajares, es ahora una
fuente de vida para otros con Ébola”.
Paciencia es trilliza. Al
parecer, cuando los tres nacieron su madre decidió ponerle a cada hijo un
nombre que recordara la historia de su nacimiento. Llamó Milagrosa al primer bebé en aparecer (niña); al segundo le llamó Diosdado (niño) y al tercero le llamó Paciencia (niña) por el tiempo que tuvo
que esperar para que sacara la cabeza. Desde luego es una mujer a recordar, no
sólo por su nacimiento y dedicación misionera, sino también por generosidad.
Ayer cuando venía en el Metro, un
compañero de trabajo (blanco) me comentaba que alguien de su círculo había
colgado en la red un comentario: “los putos negros que nos traen enfermedades raras, ¿por
qué no se quedan en sus países”. Un negro que vive en un pueblo español
me mandó un Whatsapp diciendo que se había dado cuenta que cuando entra en su
habitual bar, los parroquianos dejan de hablar de Ébola. Y el pasado sábado, mi
madre que vive en un pueblo de África me preguntaba qué era eso de Ébola porque
había oído que en España habían muerto dos misioneros, y ella, con sus ochenta
años, nunca había oído hablar de Ébola. Indignado o cabreado, llevaba un par de días
queriendo titular una entrada de esta forma: “¿Se equivocó Dios creando a los negros? O
los negros son un error de la naturaleza”. Pero cuando anoche una amiga y compañera de trabajo (blanca) se
despidió de mí con un beso en la mejilla (yo, estando acatarrado), decidí
cambiar el título. Volví a leer la respuesta de la Hermana Paciencia cuando la
llamaron para sondearla si podía donar sangre para tratar al P. Manuel: “¡Claro!,
que le pongan el suero de mi sangre, le doy toda la que necesiten”.
Las personas de buena voluntad estamos en deuda con Miguel,
Manuel, Paciencia y Teresa, la auxiliar que se contagió mientras cuidaba a
Miguel y Manuel y que ha recibido la sangre donada por Paciencia. Es vergonzoso
que en lugar de darle una medalla, el gobierno de Madrid la tratara casi como
una “ignorante kamikaze”. Teresa mantuvo limpios los dos misioneros, que en paz
descansen: recogía sus vómitos, sus diarreas; les cambiaba los pañales y las
sabanas, y al final es tachada de “mentirosa” por un consejero de la comunidad
de Madrid que aún sigue en sus funciones. ¿No es indignante? Conozco alguien
que hizo un trabajo parecido al de Teresa (“porque yo necesitaba comer”, me
decía cuando me lo contaba). No pudo ir a la Universidad porque las
circunstancias familiares no se lo permitieron, pero juraría que es más lista
que ese consejero de la Comunidad de Madrid que insultó a Teresa y que se jacta
de tener la vida resuelta porque es Doctor y pertenece a la casta. El señorito
consejero. “¡Habráse visto!”, diría mi antiguo profesor de Lógica en Salamanca.
Las personas de buena voluntad se resisten a reconocer que los
gobiernos occidentales se mueven generalmente sólo por intereses político-económicos,
y puntualmente por intereses electorales. La geopolítica vertebra incluso
las acciones de los gobiernos de tendencia supuestamente católica como el
gobierno de Mariano Rajoy que, hasta ahora no ha hecho nada para colaborar en la
lucha contra la expansión de Ébola en África. Hace un par de días el Presidente
Obama confesaba su “soledad” para montar una lucha eficaz contra Ébola en
África. Mi amigo misionero diría que “saltó el fusible” al poco tiempo de que Obama,
negro, pidiera ayuda internacional para ayudar un pueblo de negros, Liberia, que
luchó activamente contra la esclavitud de los negros patrocinada por los
gobiernos europeos de entonces. Salta el fusible porque un Presidente negro, pidiendo
ayuda a los blancos para ayudar a negros es sospechoso. No obstante,
Cuba, que supuestamente no juega en la liga de los campeones en economía y en
derechos humanos como España, desplazó más de 150 sanitarios para luchar contra
Ébola en África. “Os conocerán por vuestras obras”, diría Jesús
de Nazaret.
Un
tertuliano de una emisora española defendía, el sábado por la noche, que Ébola
podría ser una creación en un laboratorio para intereses ocultos. A estas
alturas, no me sorprende nada. Ya lo dijo Jean Marie Le Pen hace un par de
semanas, a propósito de la inmigración africana: “Monseigneur Ebola peut résoudre l’explosión
demographique en trois mois”. Otro italiano de la Liga Norte propuso
mandar la Marina italiana para hundir las pateras llenas de inmigrantes africanos
en el Mediterráneo. Hace unos días el Papa Francisco recibió los inmigrantes
supervivientes del naufragio todavía no aclarado en las costas de Lampedusa.
“¿Por qué nos odian tanto”, se suele preguntar una amiga negra que lleva más de veinte años viviendo en España. Tal vez la pregunta adecuada sería: "¿Por qué hay quienes nos quieren tanto?"
“¿Por qué nos odian tanto”, se suele preguntar una amiga negra que lleva más de veinte años viviendo en España. Tal vez la pregunta adecuada sería: "¿Por qué hay quienes nos quieren tanto?"
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+ El Padre Miguel Pajares murió el 12 de agosto 2014
+ El Padre Manuel García Viejo murió
el 25 de septiembre 2014
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