Querido
Mamadou, después de mucho tiempo vagando por allá y por acá, por fin te has
dado cuenta que Europa no es el paraíso soñado. De hecho aprendiste el castellano leyendo en los muros
frases como “sobran inmigrantes” o “putos negros, volved a vuestros países”.
¡Bienvenido a la civilización! Seguro que queriendo conocer Madrid acabaste en el CIE de Aluche,
y te diste cuenta que no tienes dignidad, y aquellos turistas a los que
respetabas tanto en tu país solo logran llamarte “pobrecito”. A cuesta con tu
licenciatura, hablar más de tres lenguas no te sirve para nada. Incluso quienes
apenas logran escribir su nombre te tratan como un alfabeto. ¡Inkoko iri iwabo ishonda umukara pe! Ahora
sí que ya sabes el lugar que te corresponde en este mundo. Te fuiste de tu país
para buscar dignidad y ahora tu sueño es conseguir los mismos derechos que los
animales. Más
quisieras tú vivir como una mascota. Tú no eres un ser humano; vales menos que
un animal. Los misioneros (católicos, judíos y musulmanes) te
enseñaron que todos somos hijos de un mismo Dios, pero ahora ya sabes que hay un Dios para los ricos y
un Dios para los pobres. Incluso hay un Dios
para los blancos y un Dios para los negros.
Mamadou,
para nuestros dirigentes europeos eres un simple número. ¿Cómo te llamaban en
el CIE de Aluche? ¿Bwana Mamadou? O número 1212. Importas tan poco que ni siquiera mereces estar
en una cárcel bajo tutela de un estado de derecho. Cuando cruzaste
El Estrecho pensabas que Cruz Roja es tu aliado, pero ahora ya sabes que
incluso para Cruz Roja existen categorías. Tú mismo me dijiste que en el CIE de Aluche, el trato de Cruz
Roja es peor que el de la policía nacional. Amigo mío, Cruz Roja es
una multinacional más y su aparente generosidad es una máquina para fabricar
dinero. Espero que Pueblos Unidos o Karibu no sigan su camino.
Querido
Mamadou, antes de que me llames desagradecido, te confieso que me inclino ante
tantas personas que te han echado una mano, que te han visitado en el CIE y que
te tratan con dignidad (no con compasión). Sé que tienes una larga lista de
agradecimientos. Sé que si no haces locuras es porque sabes que hay un Álvaro, un Javier,
una Pilar, una Carmen o una Piedad que te dan la mano cuando te cruzas con
ellos. La raza humana no se ha extinguido porque todavía hay
corazones nobles que siguen bombeando generosidad, solidaridad y dignidad. Aún hay muchas personas que se dan a los demás
sin esperar nada a cambio. Aún hay gente noble que nunca abandonaría a sus
amigos. Ahora
que Don Mariano Rajoy, católico, apostólico y romano ha decidido multar a todos
los españoles que intenten ayudarte, permíteme recordarte las palabras de
Thomas Sankara: hay dos versiones de la
Biblia, una versión para los pobres y una versión para los ricos.
¿Qué asco no, Mamadou? Multar a quien pretende ayudar a los demás. Si la Lógica
griega no estuviera en el punto de mira, concluiríamos que Don Mariano Rajoy nos está invitando a negar
agua al sediento, a negar comida al hambriento y esto me suena a crimen contra
la humanidad. Así las cosas, legalícese la eutanasia o el genocidio
de los pobres y acabamos antes. Sé que, querido Mamadou, eres más humanista que
nuestro Don Mariano Rajoy y que tú seguirás ayudando generosamente a quien te
pida ayuda; seguirás ayudando a una señora que no puede con sus bolsas de
compras (aunque al principio piense que le vas a robar); seguirás cediendo
sitio a los mayores y a sonreír al niño que te mira fijamente queriendo
entender porqué él es blanco y tú negro. Por favor, no sigas el ejemplo de Don
Mariano Rajoy.
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