sábado, 4 de enero de 2020

Ni "raza" ni "personas racializadas"

Imagen encontrada en google.es

En los años ochenta aprendí, en la escuela primaria, que había 3 razas humanas: raza blanca, raza negra y raza amarilla. Fundamentalmente la raza blanca se encontraba en Europa y América del Norte; la raza negra se encontraba en África y la raza amarilla en Asia. Una simplificación que nació en el S. 16 y tuvo su auge en el S. 20. Afortunadamente, a excepción de algunos trasnochados y nostálgicos del pasado, el término “raza” se aplica a los animales domésticos. Pero preocupa la moda de utilizar eufemismos como "personas racializadas"(que curiosamente quienes utilizan esta expresión no han contado con la opinión de aquellos que pretenden defender).
A principios del siglo 20, Franz Boas (el padre de la antropología estadounidense y uno de los fundadores del campo de la antropología moderna) desvinculó los supuestos atributos raciales innatos de la conducta y defendió que es la cultura, no la biología, el factor clave en la explicación de la conducta. La raza no es una realidad biológica; no hay forma de dividir la población humana en “razas” basándonos en determinados rasgos biológicos. Todos los seres humanos compartimos el mismo código genético y las variaciones que se han descubierto no son debidas a genes distintos sino a variantes de los genes que se reparten con distintas frecuencias en las poblaciones. La sangre de un Batwa (pigmeo burundés) podría salvarle la vida a Santiago Abascal por ejemplo, mientras la de su compañero Iván Espinosa de los Monteros podría ser fatal si no se corresponde con el mismo tipo sanguíneo. Es maravilloso descubrir que la sangre de una salvadoreña podría salvarle la vida al Presidente Trump.
Está sobradamente demostrado que ni el tamaño, ni la forma, ni el color de la piel ni el grupo sanguíneo son rasgos determinantes a la hora de definir una “raza”. Los humanos somos todos diferentes pero formamos parte de una misma especie biológica. El color blanco, amarillo o negro de la piel se debe a unos pocos genes que nos protegen contra la radiación solar (siendo la melanina el pigmento que da color a la piel.
Actualmente, la UNESCO considera que “todos los hombres que viven hoy día pertenecen a la misma especie y descienden del mismo tronco", que "la división de la especie humana en “razas” es en parte convencional y en parte arbitraria, y no implica ninguna jerarquía en absoluto” y que "el conocimiento biológico actual no nos permite imputar los logros culturales a las diferencias en el potencial genético, sino que solo deberían atribuirse a la historia cultural de los diferentes pueblos. Los pueblos del mundo actual parecen poseer igual potencial biológico para alcanzar cualquier nivel de civilización.” Por tanto, cuando hablemos de personas, desterremos el uso del término “raza” y sus eufemismos como “personas racializadas”.

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