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En los años ochenta
aprendí, en la escuela primaria, que había 3 razas humanas: raza blanca, raza negra y raza amarilla.
Fundamentalmente la raza blanca se encontraba en Europa y América del Norte; la
raza negra se encontraba en África y la raza amarilla en Asia. Una
simplificación que nació en el S. 16 y tuvo su auge en el S. 20.
Afortunadamente, a excepción de algunos trasnochados y nostálgicos del pasado, el término
“raza” se aplica a los animales domésticos. Pero preocupa la moda de utilizar eufemismos como "personas racializadas"(que curiosamente quienes utilizan esta expresión no han contado con la opinión de aquellos que pretenden defender).
A principios del siglo
20, Franz Boas (el padre de la
antropología estadounidense y uno de los fundadores del campo de la
antropología moderna) desvinculó los supuestos atributos raciales innatos de la
conducta y defendió que es la cultura, no la biología, el factor clave en la
explicación de la conducta. La raza no es una realidad biológica; no
hay forma de dividir la población humana en “razas” basándonos en determinados
rasgos biológicos. Todos los seres humanos compartimos el mismo código
genético y las variaciones que se han descubierto no son debidas a
genes distintos sino a variantes de los genes que se reparten con distintas
frecuencias en las poblaciones. La sangre de un Batwa (pigmeo burundés) podría salvarle
la vida a Santiago Abascal por ejemplo, mientras la de su compañero Iván
Espinosa de los Monteros podría ser fatal si no se corresponde con el mismo
tipo sanguíneo. Es maravilloso descubrir que la sangre de una
salvadoreña podría salvarle la vida al Presidente Trump.
Está sobradamente
demostrado que ni el tamaño, ni la forma, ni el color de la piel ni el grupo
sanguíneo son rasgos determinantes a la hora de definir una “raza”. Los humanos
somos todos diferentes pero formamos parte de una misma especie biológica.
El color blanco, amarillo o negro de la piel se debe a unos pocos genes que nos
protegen contra la radiación solar (siendo la melanina el pigmento que da color
a la piel.
Actualmente, la UNESCO
considera que “todos los hombres que viven hoy día pertenecen a la misma
especie y descienden del mismo tronco", que "la división de la
especie humana en “razas” es en parte convencional y en parte arbitraria, y no
implica ninguna jerarquía en absoluto” y que "el conocimiento biológico
actual no nos permite imputar los logros culturales a las diferencias en el
potencial genético, sino que solo deberían atribuirse a la historia cultural de
los diferentes pueblos. Los pueblos del mundo actual parecen poseer igual
potencial biológico para alcanzar cualquier nivel de civilización.” Por tanto, cuando hablemos de personas, desterremos el
uso del término “raza” y sus eufemismos como “personas racializadas”.
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