martes, 9 de junio de 2009
Teoría de la periferia
Partiendo del hecho de que el ser humano es un ser en situación, entendemos que cuando se encuentra en el centro recibe muchos golpes y muchas veces resulta necesario situarse en la periferia, siquiera para evitar ser el blanco de los demás. Por experiencia sabemos que en un grupo de personas que pasan mucho tiempo juntos suelen tener alguien en el centro, lo que popularmente se llama la persona que lleva la voz cantante. Durante un tiempo se convierte en una base de datos donde acude todo el mundo buscando reafirmación. Si algo no va bien, ahí está ella para arreglarlo. A menudo goza de un reconocimiento sincero y agradecido de sus compañeros. Y como no quiere decepcionarlos, invierte todas sus energías para seguir ocupando su centro. Pero por muy válida que sea y por muy líder que se considere, tendrá momentos de debilidad en que necesite descansar un rato. Vive de cara al público hasta que una mañana se levanta agotada y empieza su hundimiento. Esta persona no supo que el centro no es un lugar ideal para crecer humanamente. Tiene que ser un paso para visualizar la globalidad, pero a la hora de la verdad se vive mejor en la periferia. En el centro se gasta mucha energía para canalizar todas las fuerzas que circulan alrededor, y solo se saca provecho si se es consciente de su función estratégica. Si ves que empiezas a ser el centro de las alabanzas de tus vecinos o compañeros, piensa que no tardarás en estar en boca de todo el mundo. Puede que al principio te sientas cómodo de llevar la voz cantante, pero no olvides que eres el blanco de todo el mundo porque tu visibilidad es tu mayor enemigo. Al igual que tus capacidades están al descubierto, tus defectos son más visibles. Y no olvides que una sola manchita es suficiente para que una camisa se vaya al cubo de ropa sucia. Desgraciadamente, para el común de los mortales un defecto suele ocultar todo un campo lleno de bondades.
domingo, 7 de junio de 2009
La teoría de la hibernación
Hace poco me llamó un amigo que hacía tiempo que no se comunicaba conmigo. Cuando le pregunté porqué no había respondido a los mensajes que le fui dejando en su buzón me contestó que había estado hibernando. Me quedé pensando sobre el término hibernar aplicado a la vida cotidiana. Me di cuenta que la hibernación es un recurso en el ámbito sanativo y en el campo informático.
Los diccionarios suelen definir la hibernación como un estado de aletargamiento con disminución general de las funciones metabólicas y temperaturas a que están sujetos algunos animales durante la estación invernal. La hibernación sería una reducción de las funciones orgánicas por medio de sustancias químicas. Un paciente hiberna con fuentes anestésicas o terapéuticas en espera de una cura. Es un estado de tránsito comparable al coma inducido para que el cerebro gaste la menos energía posible a la espera de que los demás órganos se recuperen sin la presión del cerebro agobiado y desesperado que continuamente lanza mensajes de socorros sin respuestas. Es lo mismo que hacen los psiquiatras cuando nos encuentran angustiosos y presionados. Nos recetan las pastillas para calmar temporalmente la angustia depresiva mientras recuperamos el equilibro vital.
En el campo informático, hibernar un ordenador es apagarlo pero guardando en el disco duro la información sobre el estado en que se encuentra nuestro trabajo para poder reanudarlo en el mismo punto cuando estemos disponibles para seguir trabajando. Según el fabricante de los ordenadores, cuando el equipo se pone en hibernación, la información de la memoria se guarda en el disco duro. Cuando vuelve a encenderse el equipo, todos los programas y documentos que estaban abiertos cuando se hibernó se restauran en el escritorio. Es decir que durante la hibernación se guarda la información con seguridad en el estado en que se encuentra y no se gasta la energía. Esto no ocurre con la suspensión. Suspender el equipo es dejarlo en estado de bajo consumo, permitiendo al usuario reactivarlo con un simple movimiento del ratón o pulsando una tecla. Según el fabricante de los ordenadores, es aconsejable guardar el trabajo antes de poner el equipo en suspensión. Mientras el equipo esté suspendido, la información de la memoria del equipo no se guarda en el disco duro. Si hubiera alguna interrupción en el suministro eléctrico, la información de la memoria se perdería. Está claro que la suspensión gasta energía y no asegura que los datos estén a salvo durante ese estado. De ahí que en caso de necesidad sea preferible la hibernación: gastar menos energía sin renunciar o poner en peligro los logros adquiridos. Cuando uno se encuentra muy agobiado y la angustia persiste, es mejor hibernar durante un tiempo. Hibernando, no gastará energía y no hará daño ni a si mismo ni a los demás. Es una estrategia parecida a la supervivencia de las tortugas durante el invierno europeo: en lugar de poner sus vidas en peligro luchando desesperadamente contra las adversidades invernales, las tortugas se retiran bajo tierra a un lugar seguro a la espera del buen tiempo. Habrá quienes las llamen cobardes y prefieran tal vez la metamorfosis de las serpientes. Pero la metamorfosis no es supervivencia; es tal vez cambiar de imagen, es convertirse en algo o en alguien diferente, y para quienes tengan el registro memorial muy activo no es rentable ni aconsejable intentar convertirse en otro.
Podemos concluir que la diferencia entre hibernación y suspensión está en la cantidad de energía que se gasta. La hibernación no gasta nada. La suspensión gasta lo imprescindible para que no se pierda la información pero no es de fiar. Tanto la hibernación como la suspensión provocan situaciones similares a las que provocan invernar (pasar el invierno en algún lugar, en especial los animales como las golondrinas). Hibernar es un termino que se puede confundir con invernadero pero no significa lo mismo, ya que mientras la hibernación supone ahorro de energía, el invernadero es un lugar preparado artificialmente para cultivar las plantas fuera de su ambiente y clima habituales, provocando graves alteraciones para el ecosistema por su elevado coste energético.
En términos psicológicos, hibernar es un estado vital que puede ser útil para reorganizar o reajustar nuestros estados existenciales sin gastar mucha energía. Cuando el estrés se hace insoportable, cuando el desgaste psicológico es más que evidente, hay que hibernar durante un tiempo mientras se reajustan todos nuestros recursos de supervivencia. Hay que saber retirarse un tiempo mientras pasa la tempestad. Si no te sientes preparado para enfrentarte a una situación problemática, tómate un descanso. No te dediques a gastar tus energías inútilmente. No libres una batalla si de antemano sabes que no la vas a ganar. Si puedes ahorrar energía, hazlo. Es más que seguro que necesites tirar de ese ahorro más de una vez. Ahorrar energía no es más que equilibrar tus fuerzas vitales, evitar proyectos estériles y situaciones que no te aportan nada a tu riqueza interior. Se ahorra energía evitando dar vueltas a la misma situación, procurando no implicarse demasiado en lucubraciones que no se fundan en la realidad. Si entras en un edificio de varios pisos y no sabes a qué piso te diriges, lo más normal es que empieces preguntando a los que viven en los pisos de abajo. Seguro que habrá quienes prefieran empezar por arriba porque creen que es mejor gastar más energía al principio. Pero sabemos que los corredores de fondo suele gastar menos energía al comienzo de la carrera. Al principio suelen ser los últimos de la fila. No se ponen nerviosos porque conocen sus fuerzas. Y a medida que avanza la carrera se van adelantado a sus compañeros con el asombro de los espectadores. Su secreto está en la confianza en sí misma. Saben cuándo hay que gastar más energía, cuándo hay que descansar y cuándo hay que mantener el ritmo. Traslademos ese espíritu a nuestras preocupaciones habituales. Evitemos el desgaste psicológico sin necesidad. Identifiquemos la fuente de nuestro agobio para poder aislarla mientras buscamos tranquilamente cómo combatirla. Procuremos permanecer en el estrés el menor tiempo posible. Midamos nuestras fuerzas reales para poder repartirlas con equilibrio. Hibernemos cuando nos veamos al borde del colapso vital.
domingo, 24 de mayo de 2009
El mito de Sísifo
Muchas noches me duermo meditando El mito de Sísifo (Albert Camus, Alianza Editorial, 1999). Este libro de bolsillo que no llega a 200 páginas fue publicado en 1942, con el trasfondo de las dos guerras mundiales y el desencanto socio-existencial.
A Albert Camus se le suele incluir en los pensadores existencialistas, en la misma línea que nuestro Miguel de Unamuno, Jean Paul Sastre, Gabriel Marcel, Karl Jaspers o Soren Kirkegaard. André Gide, un profesor francés de filosofía dice que El mito de Sísifo es un libro de vida que todo ser que piensa debe leer. Es que “juzgar que la vida vale o no la pena de ser vivida equivale a responder a la cuestión fundamental de la filosofía” (p. 13).
De hecho, Sísifo mientras cumple su condena, un día sí y otro sí, juzga que todo está bien y que “una razón de vivir es al mismo tiempo una excelente razón de morir” (p. 14). Reconoce, como el gran Don Juan, que “si bastara con amar, las cosas serían demasiado sencillas” (93). Sísifo y Don Juan no están tristes porque saben lo que hay y no esperan nada (“los tristes tienen dos razones para estarlo, ignoran o esperan” (p. 94).
Sísifo fue condenado por los dioses a empujar eternamente una roca hasta lo alto de una montaña, desde donde la piedra volvía a caer por su propio peso. Pensaron, con cierta razón, que “no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza” (p. 155). Para Camus, la condena de Sísifo es un “suplicio indecible en el cual todo ser se dedica a no rematar nada” (p. 156). Es terrible saber que “la noche no tiene fin” (p. 160) pero la “lucha por llegar a las cumbres basta para llenar un corazón de hombre. Hay que imaginarse a Sísifo feliz” (p. 160).
El mito de Sísifo, ¡he aquí un texto que nos enseña que no es triste pensar sobre la vida y la muerte! No es triste ni “coñazo” pensar sobre de dónde venimos, hacía dónde vamos y qué hacemos en este mundo. Jean Jacques Goldman, un cantante francés, dice en “On ira”, que no hay que vivir como si un día no nos llegará la muerte. Es curioso cómo la referencia de la muerte hace renacer la semilla de la sencillez y bondad. Cuando uno vive como un dios inmortal le importa poco lo que pueda pasar a su alrededor. Un día la muerte llama a su puerta y le recuerda la caducidad de su vida y le brinda una oportunidad pensar sobre su vida. De repente “un hijo de puta” se convierte en la encarnación de la generosidad y dedica el resto de su vida a ser “buena gente”. Si quieres oír mi reflexión sobre la vida y la muerte, visita mi video en Youtube (http://www.youtube.com/watch?v=tQOaOx4fUg0&feature=channel_page) o busca “vida y muerte segun ayu”.
domingo, 17 de mayo de 2009
Antonio Vega
Viendo los homenajes que ha recibido este “chico triste y solitario” nadie puede poner en duda su creatividad en el ámbito de la música. Con sus canciones románticas, intimistas y existencialistas, Antonio Vega puso música a los sentimientos de toda una generación española que acababa de salir desencantada de una dictadura y caminaba hacia lo desconocido. Por si acaso, había que vivir al día y aprovechar al máximo los momentos del placer, aunque sólo fueran puntuales. La generación de los ochenta, con su movida madrileña, tenía prisa para vivir y para morir. Muchos bebieron de la copa de la vida con tanta intensidad que al final se quedaron exhaustos antes de tiempo. Preguntado como visualizaba su funeral, Antonio Vega contestó que se veía montado en una motocicleta y atravesando a toda pastilla las calles madrileñas que llevan al cementerio. Tenía prisa para vivir y para marcharse. Tal vez por eso probó suerte en experiencias de vértigo. Supongo que aquellos que lograron aceptar que la copa de la vida contiene dulzura y amargura y aceptaron trabajar de día y descansar de noche cantan ahora “sin prisas” (Sabina). En los años ochenta la música reflejaba la vida de muchos. Hoy por hoy la música esconde fuertes intereses económicos camuflados en el deber de proteger la propiedad intelectual. En cualquier caso, que el “chico triste y solitario” de la ciudad siga teniendo sitio en nuestra memoria. ¡Descanse en paz!
domingo, 10 de mayo de 2009
Caminar en el túnel
¿Cómo acompañar a alguien con dificultades?
El camino de la sabiduría vital no es ninguna novedad. Las prácticas psicológicas en tiempos de depresión o de pérdida del gusto por la vida siguen el camino que la sabiduría popular y las reflexiones filosóficas y teológicas fueron trazando durante mucho tiempo. Sócrates instaba a sus discípulos a conocerse a si mismo si querían caminar por la senda de la verdad; los psiquiatras nos ayudan a realizar el camino interior desde el diván con el fin de centrarnos en nuestros objetivos vitales. Los grandes padres espirituales de la Iglesia sabían acompañar a sus discípulos en el camino del encuentro con el Redentor; los profesionales de la psicología nos acompañan para centrar nuestras preocupaciones en lo más importante. Voy a compartir con los navegantes una reflexión sobre cómo acompañar a una persona que está perdiendo el gusto por la vida. Primero facilitaré un texto para pensar (o meditar) y después ofreceré pautas de comprensión. Supongo que al ser un texto largo, sólo unos pocos seguirán su lectura hasta el final. Lo entiendo.
1. Los discípulos de Emaús (Lc 24, 13-35).
“13 Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que dista sesenta estadios de Jerusalén, 14 y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. 15 Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó a ellos y caminó a su lado; 16 pero sus ojos estaban como incapacitados para reconocerle. 17 Él les dijo: «¿De qué discutís por el camino?» Ellos se pararon con aire entristecido.
18 Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que han pasado allí éstos días?» 19 Él les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazoreo, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; 20 cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron.21 Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. 22 El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro 23 y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles que decían que él vivía. 24 Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.»
25 Él les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! 26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso para entrar así en su gloria?» 27 Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras.
28 Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante.29 Pero ellos le rogaron insistentemente: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» Entró, pues, y se quedó con ellos. 30 Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. 31 Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su vista.32 Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?»
33 Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, 34 que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!» 35 Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido al partir el pan”.
2. Jesús y los discípulos de Emaús
En el evangelio de San Lucas (Lc 24, 13-35) encontramos una historia de dos discípulos que se marchan de Jerusalén a Emaús, tristes y decepcionados por lo que habían vivido durante la pasión y la muerte de Jesús en la ciudad santa. Meses antes habían dejado todo para seguirle pensando que él atraería la salvación al pueblo. Esperaban ansiosamente su resurrección, pero ya van tres días y sólo pueden confirmar que su cuerpo ha desaparecido. Creyendo que todo se había acabado, decidieron volver a sus hogares. En el camino de vuelta a casa, misteriosamente se les unió un forastero que fue conversando con ellos acerca de lo que los profetas escribieron sobre ese Mesías crucificado. Cuando llegaron a su destino, los dos discípulos le rogaron hospedarse en su casa porque era ya de noche. El forastero se quedó con ellos y en el momento de la cena reveló su identidad y desapareció ante su asombro. Aunque era ya de noche, los dos discípulos se levantaron de la mesa y volvieron a Jerusalén para anunciar lo que acababan de experimentar.
La historia de los discípulos de Emaús es una historia pedagógica que intenta responder a la pregunta de cómo acompañar a una persona que acaba de perder la fe en alguien o en algo. Los discípulos de Emaús, después de asistir a la muerte de Jesús, su Salvador y no ser testigos de su resurrección se marchan decepcionados de Jerusalén. Se sienten desengañados, frustrados, quemados. Por eso aparece Jesús para consolarlos, animarlos y enviarlos a la misión. Veamos el procedimiento pedagógico que San Lucas utiliza para enseñarnos cómo aconsejar y acompañar a alguien que acaba de perder el gusto por la vida.
3. Primer paso: caminar
(Lc 24, 13-16): los discípulos iban caminando y Jesús se puso a caminar con ellos. Está claro que no hay posibilidad de superar un estado sin ponerse a andar. Si no te pones a caminar, nadie se une a tu camino porque las batallas perdidas no son atractivas para nadie. Cuando uno se pone a caminar, tarde o temprano encuentra el camino. O al menos cruzaron alguien que le ayuda a encontrar el camino. Por lo tanto, es necesario ponernos en camino para que tengamos posibilidad de encontrar respuestas a preguntas que nos impiden ver el horizonte con claridad. Los místicos hablarían de la necesidad de tener una experiencia del éxodo, como la tuvo el pueblo de Israel en Egipto. Ciertamente, sin una experiencia de éxodo no hay experiencia de liberación; sin la muerte no hay salvación; sin sacrificio no hay éxito. Si queremos salir de nuestra situación de crisis tenemos que aceptar que el sacrificio forma parte del camino del éxito, y sobre todo tenemos que ser conscientes de que la rendición o tirar la toalla es el certificado de la caducidad.
4. Segundo paso: contar
(Lc 24, 17-24): Jesús pregunta por la conversación de los discípulos entristecidos. Y los deja hablar y desahogarse. Es el mismo necesitado quien tiene que ir poniendo nombre a sus frustraciones. Como nadie es capaz de adivinar lo que nos está pasando, si no lo contamos nunca lo sabrá ni tendrá posibilidad de ayudarnos a ordenar nuestras experiencias. Quien necesita ser aconsejado tiene que contar lo que le está pasando. Lo importante no es la claridad de sus relatos sino su autenticidad. Se trata de contar la realidad de sus experiencias sin maquillarla. La tendencia habitual suele ser intentar esconder algunas vivencias que creemos no van a gustar a nuestro interlocutor, pero casi siempre el centro de la gravedad suele estar en lo que tendemos a callar. Cuando contamos nuestras vivencias nos damos cuenta que no está hecha sólo de fracasos sino también de éxito. Conocer nuestra historia es descubrir sus riquezas y pobrezas, descubrir las carencias y qué tipo de soluciones necesitan, descubrir lo que podemos ofrecer a los demás y lo que esperamos de los demás. Desahogarse es un estadio muy importante en la vida de cada uno de nosotros. Quien quiera acompañar a alguien tendrá que escuchar previamente sus fracasos y esperanzas. Sin este paso previo, lo más seguro es que construya su propio castillo en un terreno que no es suyo, condenándose al trabajo inútil y sin esperanza. Hay que dejar a los demás a que hablen de sus cosas, de sus fracasos y esperanzas y a partir de sus reservas vitales trazar un camino de posibles.
5. Tercer paso: concretar
(Lc 24, 25-27): vivimos en un mundo aprisado en el que es muy difícil contar con calma nuestras vivencias. Incluso cuando logramos que alguien nos escuche, aparecen muchas circunstancias que provocan ruido a nuestro alrededor. En esta historia de Emaús el camino y el atardecer favorecen la escucha activa. Una vez que los discípulos han terminado de contar sus vivencias interviene Jesús para concretar y ordenar los hechos. Llamándoles insensatos deja muy claro que él sabe lo que dice. De hecho lo demuestra cuando ofrece las claves para entender lo que ha pasado. Les explica lo que dice la Sagrada Escritura y lo que predijeron los profetas. La confusión de los discípulos es tal que a pesar de las claras explicaciones de Jesús no entienden nada. Pero ya no hay tiempo para que él siga centrando sus experiencias porque están llegando a su destino. A veces cuando el mensaje no llega con claridad hay que tomar un descanso para volver a reflexionar sobre todo el procedimiento. Por eso Jesús no insiste con pesadez sobre sus explicaciones. De hecho se dispone a despedirse de ellos cuando le invitan a hospedarse en su casa porque la noche está cayendo sobre la ciudad.
6. Cuarto paso: comer
(Lc 24, 28-32): hay que invitar a nuestro acompañante para que se deje sentir uno de entre nosotros, forme parte de nuestro destino y celebre con nosotros nuestros éxitos y fracasos. Si no le invitamos seguirá adelante y perderemos nuestra oportunidad. A veces cuando uno se siente deprimido o desorientado tiende a autoaislarse, se adentra en un callejón sin salida y vive de la autocompasión en su castillo blindado. No se da cuenta que si sigue cerrando sus puertas, tarde o temprano la gente se cansará de esperar a que les abra y se irá con la música a otras partes. Esto es lógico porque no es el acompañante el que necesita ser acompañado. Hay quienes creen que el mundo está en deuda con ellos y espera todo de todo el mundo a cambio de nada. Pero el camino del egoísmo, igual que el de la mentira, está condenado al fracaso. Alguien dijo que para todas las generaciones confundidas, el primer criterio es el bienestar del yo. Pero si realmente queremos que el bien revierta en nuestro destino tenemos que ser generosos con los demás y tener la invitación siempre preparada, incluso para los forasteros. Aunque parezca mentira, la generosidad genera regeneración. Cuando los discípulos de Emaús comparten el pan con Jesús se les abren los ojos y le reconocen. Desaparecen el miedo, la tristeza y las frustraciones. Cuando experimentas un encuentro creativo se te abren un abanico de los posibles y empiezas a consentir los sueños que antaño ahuyentabas con tu pesimismo.
7. Quinto paso: compartir
(Lc 24, 33-35): curados por la fuerza de Jesús, los discípulos se encuentran en condiciones de volver a Jerusalén y contar lo que ha sucedido. Es la misión. Están ansiosos de anunciar a sus compañeros que Jesús está vivo y que no hay motivos de desesperanza. Curiosamente cuando llegan a Jerusalén descubren que sus compañeros ya han tenido la visita de Jesús. Tanto los que habían abandonado la comunidad como aquellos que se quedaron comparten gozosamente la buena noticia. No hay rencor entre ellos. Los antiguos desertores son reintegrados otra vez porque han descubierto el motor de sus vidas y se dan cuenta que la crisis crea oportunidad de superación y nos enseñan que el camino de la humanidad es una cadena de solidaridad. Cuando se levantan los caídos reciben la misión de cuidar a los demás. Por eso decíamos que el egoísmo resta fuerza al proyecto común y no es nada creativo. Es de bien nacido ser agradecido. Cuando el enfermo recupera fuerza no se marcha a atender sus asuntos: se dispone para cuidar a quienes están peor que él. El soldado que se recupera de las heridas no se va a emborracharse: limpia su arma y se une a los compañeros en el campo de batalla. Muchas veces se nos olvida que nos debemos a los demás, desde que nacemos hasta que morimos. Si rompemos esta cadena de solidaridad nos estaremos condenando al camino solitario y estaremos condenando a nuestros compañeros al fracaso. La alegría o el éxito que no se celebra en comunidad es una desgracia. Por eso los discípulos de Emaús vuelven a Jerusalén para compartir su alegría. Saben que el optimismo infunde optimismo, que los demás necesitan a veces oír que los sueños se cumplen para que sigan soñando.
8. Conclusión
El poeta dijo que se hace el camino al andar. Caminar es abrirse a nuevas presencias regeneradoras y a nuevas propuestas creativas. Vivir es ensayar continuamente caminos y formas nuevas, tantear las distintas posibilidades que luego pueden abocar al fracaso o al éxito. Como dijimos, el éxito y el fracaso son las dos caras de una misma moneda. Es evidente, pues, que el éxito lleva consigo una gran dosis de riesgo y sacrificio. Cuando el empresario invierte en un proyecto es consciente de que lo mismo que puede tener interés también puede perderlo todo. Pero si no invierte nada nunca lo sabrá. Lo prudente es equilibrar inversiones y ahorros, por si acaso, y creer que el viento debe y puede ir a nuestro favor.
El camino de la sabiduría vital no es ninguna novedad. Las prácticas psicológicas en tiempos de depresión o de pérdida del gusto por la vida siguen el camino que la sabiduría popular y las reflexiones filosóficas y teológicas fueron trazando durante mucho tiempo. Sócrates instaba a sus discípulos a conocerse a si mismo si querían caminar por la senda de la verdad; los psiquiatras nos ayudan a realizar el camino interior desde el diván con el fin de centrarnos en nuestros objetivos vitales. Los grandes padres espirituales de la Iglesia sabían acompañar a sus discípulos en el camino del encuentro con el Redentor; los profesionales de la psicología nos acompañan para centrar nuestras preocupaciones en lo más importante. Voy a compartir con los navegantes una reflexión sobre cómo acompañar a una persona que está perdiendo el gusto por la vida. Primero facilitaré un texto para pensar (o meditar) y después ofreceré pautas de comprensión. Supongo que al ser un texto largo, sólo unos pocos seguirán su lectura hasta el final. Lo entiendo.
1. Los discípulos de Emaús (Lc 24, 13-35).
“13 Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que dista sesenta estadios de Jerusalén, 14 y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. 15 Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó a ellos y caminó a su lado; 16 pero sus ojos estaban como incapacitados para reconocerle. 17 Él les dijo: «¿De qué discutís por el camino?» Ellos se pararon con aire entristecido.
18 Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que han pasado allí éstos días?» 19 Él les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazoreo, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; 20 cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron.21 Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. 22 El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro 23 y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles que decían que él vivía. 24 Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.»
25 Él les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! 26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso para entrar así en su gloria?» 27 Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras.
28 Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante.29 Pero ellos le rogaron insistentemente: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» Entró, pues, y se quedó con ellos. 30 Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. 31 Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su vista.32 Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?»
33 Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, 34 que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!» 35 Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido al partir el pan”.
2. Jesús y los discípulos de Emaús
En el evangelio de San Lucas (Lc 24, 13-35) encontramos una historia de dos discípulos que se marchan de Jerusalén a Emaús, tristes y decepcionados por lo que habían vivido durante la pasión y la muerte de Jesús en la ciudad santa. Meses antes habían dejado todo para seguirle pensando que él atraería la salvación al pueblo. Esperaban ansiosamente su resurrección, pero ya van tres días y sólo pueden confirmar que su cuerpo ha desaparecido. Creyendo que todo se había acabado, decidieron volver a sus hogares. En el camino de vuelta a casa, misteriosamente se les unió un forastero que fue conversando con ellos acerca de lo que los profetas escribieron sobre ese Mesías crucificado. Cuando llegaron a su destino, los dos discípulos le rogaron hospedarse en su casa porque era ya de noche. El forastero se quedó con ellos y en el momento de la cena reveló su identidad y desapareció ante su asombro. Aunque era ya de noche, los dos discípulos se levantaron de la mesa y volvieron a Jerusalén para anunciar lo que acababan de experimentar.
La historia de los discípulos de Emaús es una historia pedagógica que intenta responder a la pregunta de cómo acompañar a una persona que acaba de perder la fe en alguien o en algo. Los discípulos de Emaús, después de asistir a la muerte de Jesús, su Salvador y no ser testigos de su resurrección se marchan decepcionados de Jerusalén. Se sienten desengañados, frustrados, quemados. Por eso aparece Jesús para consolarlos, animarlos y enviarlos a la misión. Veamos el procedimiento pedagógico que San Lucas utiliza para enseñarnos cómo aconsejar y acompañar a alguien que acaba de perder el gusto por la vida.
3. Primer paso: caminar
(Lc 24, 13-16): los discípulos iban caminando y Jesús se puso a caminar con ellos. Está claro que no hay posibilidad de superar un estado sin ponerse a andar. Si no te pones a caminar, nadie se une a tu camino porque las batallas perdidas no son atractivas para nadie. Cuando uno se pone a caminar, tarde o temprano encuentra el camino. O al menos cruzaron alguien que le ayuda a encontrar el camino. Por lo tanto, es necesario ponernos en camino para que tengamos posibilidad de encontrar respuestas a preguntas que nos impiden ver el horizonte con claridad. Los místicos hablarían de la necesidad de tener una experiencia del éxodo, como la tuvo el pueblo de Israel en Egipto. Ciertamente, sin una experiencia de éxodo no hay experiencia de liberación; sin la muerte no hay salvación; sin sacrificio no hay éxito. Si queremos salir de nuestra situación de crisis tenemos que aceptar que el sacrificio forma parte del camino del éxito, y sobre todo tenemos que ser conscientes de que la rendición o tirar la toalla es el certificado de la caducidad.
4. Segundo paso: contar
(Lc 24, 17-24): Jesús pregunta por la conversación de los discípulos entristecidos. Y los deja hablar y desahogarse. Es el mismo necesitado quien tiene que ir poniendo nombre a sus frustraciones. Como nadie es capaz de adivinar lo que nos está pasando, si no lo contamos nunca lo sabrá ni tendrá posibilidad de ayudarnos a ordenar nuestras experiencias. Quien necesita ser aconsejado tiene que contar lo que le está pasando. Lo importante no es la claridad de sus relatos sino su autenticidad. Se trata de contar la realidad de sus experiencias sin maquillarla. La tendencia habitual suele ser intentar esconder algunas vivencias que creemos no van a gustar a nuestro interlocutor, pero casi siempre el centro de la gravedad suele estar en lo que tendemos a callar. Cuando contamos nuestras vivencias nos damos cuenta que no está hecha sólo de fracasos sino también de éxito. Conocer nuestra historia es descubrir sus riquezas y pobrezas, descubrir las carencias y qué tipo de soluciones necesitan, descubrir lo que podemos ofrecer a los demás y lo que esperamos de los demás. Desahogarse es un estadio muy importante en la vida de cada uno de nosotros. Quien quiera acompañar a alguien tendrá que escuchar previamente sus fracasos y esperanzas. Sin este paso previo, lo más seguro es que construya su propio castillo en un terreno que no es suyo, condenándose al trabajo inútil y sin esperanza. Hay que dejar a los demás a que hablen de sus cosas, de sus fracasos y esperanzas y a partir de sus reservas vitales trazar un camino de posibles.
5. Tercer paso: concretar
(Lc 24, 25-27): vivimos en un mundo aprisado en el que es muy difícil contar con calma nuestras vivencias. Incluso cuando logramos que alguien nos escuche, aparecen muchas circunstancias que provocan ruido a nuestro alrededor. En esta historia de Emaús el camino y el atardecer favorecen la escucha activa. Una vez que los discípulos han terminado de contar sus vivencias interviene Jesús para concretar y ordenar los hechos. Llamándoles insensatos deja muy claro que él sabe lo que dice. De hecho lo demuestra cuando ofrece las claves para entender lo que ha pasado. Les explica lo que dice la Sagrada Escritura y lo que predijeron los profetas. La confusión de los discípulos es tal que a pesar de las claras explicaciones de Jesús no entienden nada. Pero ya no hay tiempo para que él siga centrando sus experiencias porque están llegando a su destino. A veces cuando el mensaje no llega con claridad hay que tomar un descanso para volver a reflexionar sobre todo el procedimiento. Por eso Jesús no insiste con pesadez sobre sus explicaciones. De hecho se dispone a despedirse de ellos cuando le invitan a hospedarse en su casa porque la noche está cayendo sobre la ciudad.
6. Cuarto paso: comer
(Lc 24, 28-32): hay que invitar a nuestro acompañante para que se deje sentir uno de entre nosotros, forme parte de nuestro destino y celebre con nosotros nuestros éxitos y fracasos. Si no le invitamos seguirá adelante y perderemos nuestra oportunidad. A veces cuando uno se siente deprimido o desorientado tiende a autoaislarse, se adentra en un callejón sin salida y vive de la autocompasión en su castillo blindado. No se da cuenta que si sigue cerrando sus puertas, tarde o temprano la gente se cansará de esperar a que les abra y se irá con la música a otras partes. Esto es lógico porque no es el acompañante el que necesita ser acompañado. Hay quienes creen que el mundo está en deuda con ellos y espera todo de todo el mundo a cambio de nada. Pero el camino del egoísmo, igual que el de la mentira, está condenado al fracaso. Alguien dijo que para todas las generaciones confundidas, el primer criterio es el bienestar del yo. Pero si realmente queremos que el bien revierta en nuestro destino tenemos que ser generosos con los demás y tener la invitación siempre preparada, incluso para los forasteros. Aunque parezca mentira, la generosidad genera regeneración. Cuando los discípulos de Emaús comparten el pan con Jesús se les abren los ojos y le reconocen. Desaparecen el miedo, la tristeza y las frustraciones. Cuando experimentas un encuentro creativo se te abren un abanico de los posibles y empiezas a consentir los sueños que antaño ahuyentabas con tu pesimismo.
7. Quinto paso: compartir
(Lc 24, 33-35): curados por la fuerza de Jesús, los discípulos se encuentran en condiciones de volver a Jerusalén y contar lo que ha sucedido. Es la misión. Están ansiosos de anunciar a sus compañeros que Jesús está vivo y que no hay motivos de desesperanza. Curiosamente cuando llegan a Jerusalén descubren que sus compañeros ya han tenido la visita de Jesús. Tanto los que habían abandonado la comunidad como aquellos que se quedaron comparten gozosamente la buena noticia. No hay rencor entre ellos. Los antiguos desertores son reintegrados otra vez porque han descubierto el motor de sus vidas y se dan cuenta que la crisis crea oportunidad de superación y nos enseñan que el camino de la humanidad es una cadena de solidaridad. Cuando se levantan los caídos reciben la misión de cuidar a los demás. Por eso decíamos que el egoísmo resta fuerza al proyecto común y no es nada creativo. Es de bien nacido ser agradecido. Cuando el enfermo recupera fuerza no se marcha a atender sus asuntos: se dispone para cuidar a quienes están peor que él. El soldado que se recupera de las heridas no se va a emborracharse: limpia su arma y se une a los compañeros en el campo de batalla. Muchas veces se nos olvida que nos debemos a los demás, desde que nacemos hasta que morimos. Si rompemos esta cadena de solidaridad nos estaremos condenando al camino solitario y estaremos condenando a nuestros compañeros al fracaso. La alegría o el éxito que no se celebra en comunidad es una desgracia. Por eso los discípulos de Emaús vuelven a Jerusalén para compartir su alegría. Saben que el optimismo infunde optimismo, que los demás necesitan a veces oír que los sueños se cumplen para que sigan soñando.
8. Conclusión
El poeta dijo que se hace el camino al andar. Caminar es abrirse a nuevas presencias regeneradoras y a nuevas propuestas creativas. Vivir es ensayar continuamente caminos y formas nuevas, tantear las distintas posibilidades que luego pueden abocar al fracaso o al éxito. Como dijimos, el éxito y el fracaso son las dos caras de una misma moneda. Es evidente, pues, que el éxito lleva consigo una gran dosis de riesgo y sacrificio. Cuando el empresario invierte en un proyecto es consciente de que lo mismo que puede tener interés también puede perderlo todo. Pero si no invierte nada nunca lo sabrá. Lo prudente es equilibrar inversiones y ahorros, por si acaso, y creer que el viento debe y puede ir a nuestro favor.
sábado, 2 de mayo de 2009
Sobre la crisis económica
1.-Me sigue asombrando la capacidad que tiene el capitalismo para echar la culpa a los demás sin despreciar ninguna oportunidad para enriquecerse más. ¡Ahora la culpa es de los trabajadores porque algunos pocos cobran 45 días de indemnización por año trabajado cuando van al paro! No oigo los dirigentes del Partido Popular pronunciándose claramente sobre este aspecto laboral. No sé si están de acuerdos con quienes sostienen que los contratos basuras contribuyen a crear puestos de trabajo. No sé si saben que en muchas empresas estás trabajando 5 o 10 años, y cuando llega el momento de echarte a la calle tus jefes de siempre no te dan ni 5 minutos para despedirte de tus compañeros. Como me comentaba alguien, somos un número para los empresarios. Habrá quienes tengan la tentación de afirmar que los empresarios tratan a los trabajadores que “sobran en la plantilla” como la basura que hay que sacar fuera de la ciudad.
2.-Me entristece saber que los defensores del capitalismo suelen estar sentados en los primeros bancos de los grandes templos, y normalmente suelen aplaudir los sermones de los curas. La señora Aguirre se declara oficialmente capitalista-liberal y es de comunión casi diaria. Cito a la presidenta de la Comunidad de Madrid porque ella confiesa públicamente su fe económica y religiosa. En general, las grandes religiones occidentales (judaísmo, cristianismo e islam) parecen sentirse cómodas en casa del capitalismo. Sólo de vez en cuando algunos se autoexcluyen del banquete capitalista como Monseñor Amigo. Este buen hombre no entiende cómo los empresarios quieren recortar los pocos derechos que les quedan a los trabajadores, cuando todo el mundo sabe que es la codicia de los empresarios la que nos ha llevado a la ruina laboral.
3.-A mi modo de entender, la crisis de los valores humanos ha llevado consigo la avaricia económica, provocando inmediatamente la quiebra del sistema financiero y el derrumbamiento de la esperanza de muchos que aguardaban un futuro mejor gracias al buen estado del mercado laboral. Los Estados han tenido que acudir al rescate del capital privado, lo que supone una escandalosa contradicción de los principios capitalistas. ¡Quienes pedían a gritos la expulsión de los Estados en el sistema financiero están rogando desesperadamente su aval! Es el mundo al revés.
2.-Me entristece saber que los defensores del capitalismo suelen estar sentados en los primeros bancos de los grandes templos, y normalmente suelen aplaudir los sermones de los curas. La señora Aguirre se declara oficialmente capitalista-liberal y es de comunión casi diaria. Cito a la presidenta de la Comunidad de Madrid porque ella confiesa públicamente su fe económica y religiosa. En general, las grandes religiones occidentales (judaísmo, cristianismo e islam) parecen sentirse cómodas en casa del capitalismo. Sólo de vez en cuando algunos se autoexcluyen del banquete capitalista como Monseñor Amigo. Este buen hombre no entiende cómo los empresarios quieren recortar los pocos derechos que les quedan a los trabajadores, cuando todo el mundo sabe que es la codicia de los empresarios la que nos ha llevado a la ruina laboral.
3.-A mi modo de entender, la crisis de los valores humanos ha llevado consigo la avaricia económica, provocando inmediatamente la quiebra del sistema financiero y el derrumbamiento de la esperanza de muchos que aguardaban un futuro mejor gracias al buen estado del mercado laboral. Los Estados han tenido que acudir al rescate del capital privado, lo que supone una escandalosa contradicción de los principios capitalistas. ¡Quienes pedían a gritos la expulsión de los Estados en el sistema financiero están rogando desesperadamente su aval! Es el mundo al revés.
Sobre la gripe de los cerdos
La alarma social sigue. Sin embargo creo que el número de los infectados o fallecidos por causa del virus gripal no debería crear la alarma social. Además todos aquellos que han sido tratados adecuadamente se están recuperando en menos de una semana. Entiendo que se debe tomar todas las medidas posibles para evitar más contagios. También entiendo, viendo la implicación y el miedo de la sociedad occidental, que si alguien quiere curar y prevenir la malaria, tendrá que infectar a muchos ciudadanos del Norte. Afirmar esto parece una irresponsabilidad, incluso puede parecer una barata demagogia. Pero lo que está claro es que con la inmigración y con los movimientos del capital en este mundo globalizado, las enfermedades del Sur van a viajar al Norte muy a menudo. Estoy seguro que cuando los responsables del Intituto Pasteur de París caigan en manos de la malaria no tardarán en sacar al mercado una eficaz vacuna contra la malaria. Es cuestión de tiempo. En un futuro no lejano, las enfermedades viajarán a todos los rincones del mundo sin pasar por ningún control fronterizo.
domingo, 1 de marzo de 2009
Bob Marley (II)
No sé porqué motivos en la colección discográfica de los negroafricanos encuentro siempre las canciones de Bob Marley. No sé si es por el ritmo lento y pegadizo de su música o por su mensaje de una inminente liberación, que no es otra cosa que la propia emancipación, tal como se refleja en Redemption song.
Lo que hace que Bob Marley sea especial para muchos negroafricanos no es su infancia, ni su estética, ni su amor incondicional al continente negro donde le hubiera gustado descansar eternamente (“Bob hubiera preferido reposar en el continente africano más que en una isla donde sus antecesores fueron llevados como esclavos”, dijo su viuda Rita Marley) ni mucho menos su defensa a la marihuana. Lo que hace especial a Bob Marley para muchos de nosotros es su forma de ver la vida, su cosmovisión holística.
Ahora que el mundo cristiano se prepara para la purificación cuaresmal y se vuelve a meditar los textos del Antiguo Testamento en los que los profetas piden a los gobernantes consolar al pueblo, escuchar canciones como No woman cry o Three little birds, es increíblemente reconfortante.
En Babilon by bus, Bob Marley, igual que muchos críticos, cree que el origen del mal está en el mundo occidental, un mundo lleno de pecados sociales, principalmente la falta de solidaridad, el individualismo exacerbado, el capitalismo irracional, el nacionalismo y el gran desconocido europeísmo. Por eso compara Occidente con Babilonia. Hablamos de un mundo que cierra sus fronteras negando, de esta manera, el amor universal (One love).
Las canciones de Bob Marley transmiten un mensaje de esperanza. No todo está perdido. Babilonia es un lugar de pecado, pero también es, paradójicamente, un lugar de arrepentimiento. Recordemos que el rey David canta en uno de sus salmos que a las orillas del río Babilonia el pueblo solía sentarse y llorar por su falta de fidelidad a su Libertador. Babilonia es una oportunidad para deshacerse del pasado y entrar en la tierra prometida. Europa, con sus valores nobles del humanismo y del cristianismo puede iluminar el mundo.
Bob Marley cree en la necesidad de un éxodo espiritual (Exodus fue un single que sonó mucho en las emisoras occidentales) para poder cambiar este mundo violento poblado por ratas. Preconiza una humanidad unida (One love), con una estabilidad emocional (Satisfy my soul). Tal vez Bob Marley predique un mundo idílico y demasiado romántico, pero todos soñamos con una patria común en la que el color de la piel, la fe o la ideología nos sean obstáculos para darnos la mano y cantar juntos el himno de la redención.
El rey del reggae, el inmortal Bob Marley sigue vivo en nuestros corazones, como defendía un compañero de clase allá en 1989. A Prudence, esté donde esté, dedico su Bufflo solder.
Lo que hace que Bob Marley sea especial para muchos negroafricanos no es su infancia, ni su estética, ni su amor incondicional al continente negro donde le hubiera gustado descansar eternamente (“Bob hubiera preferido reposar en el continente africano más que en una isla donde sus antecesores fueron llevados como esclavos”, dijo su viuda Rita Marley) ni mucho menos su defensa a la marihuana. Lo que hace especial a Bob Marley para muchos de nosotros es su forma de ver la vida, su cosmovisión holística.
Ahora que el mundo cristiano se prepara para la purificación cuaresmal y se vuelve a meditar los textos del Antiguo Testamento en los que los profetas piden a los gobernantes consolar al pueblo, escuchar canciones como No woman cry o Three little birds, es increíblemente reconfortante.
En Babilon by bus, Bob Marley, igual que muchos críticos, cree que el origen del mal está en el mundo occidental, un mundo lleno de pecados sociales, principalmente la falta de solidaridad, el individualismo exacerbado, el capitalismo irracional, el nacionalismo y el gran desconocido europeísmo. Por eso compara Occidente con Babilonia. Hablamos de un mundo que cierra sus fronteras negando, de esta manera, el amor universal (One love).
Las canciones de Bob Marley transmiten un mensaje de esperanza. No todo está perdido. Babilonia es un lugar de pecado, pero también es, paradójicamente, un lugar de arrepentimiento. Recordemos que el rey David canta en uno de sus salmos que a las orillas del río Babilonia el pueblo solía sentarse y llorar por su falta de fidelidad a su Libertador. Babilonia es una oportunidad para deshacerse del pasado y entrar en la tierra prometida. Europa, con sus valores nobles del humanismo y del cristianismo puede iluminar el mundo.
Bob Marley cree en la necesidad de un éxodo espiritual (Exodus fue un single que sonó mucho en las emisoras occidentales) para poder cambiar este mundo violento poblado por ratas. Preconiza una humanidad unida (One love), con una estabilidad emocional (Satisfy my soul). Tal vez Bob Marley predique un mundo idílico y demasiado romántico, pero todos soñamos con una patria común en la que el color de la piel, la fe o la ideología nos sean obstáculos para darnos la mano y cantar juntos el himno de la redención.
El rey del reggae, el inmortal Bob Marley sigue vivo en nuestros corazones, como defendía un compañero de clase allá en 1989. A Prudence, esté donde esté, dedico su Bufflo solder.
sábado, 21 de febrero de 2009
Bob Marley (I)
No sé porqué motivos en la colección discográfica de los negroafricanos encuentro siempre las canciones de Bob Marley. No sé si es por el ritmo lento y pegadizo de su música o por su mensaje de una inminente liberación, que no es otra cosa que la propia emancipación, tal como se refleja en Redemption song.
Las distintas biografías coinciden en algunos hechos. Bob Marley nació el 6 de febrero de 1945 en Nine Miles, una pequeña localidad al norte de la isla de Jamaica. Hijo de una negra jamaicana de 18 años y un capitán del ejército británico de 50 años que nunca se ocupó de su familia y al que nunca conoció, creció en las dificultades económicas como la mayoría de los jamaicanos de los años cincuenta. Todavía joven probó suerte en varias profesiones (planta de automóvil, empresa de fundición) hasta que se encontró con un viejo profesor de música y con un par de amigos fundaron la banda de los Wailers. Poco a poco Bob Marley se fue convirtiendo en un pacifista no político en Jamaica y un auténtico propulsor de la fe rastafari, sobre todo después de la visita del emperador etíope, Haile Selassie (Ras Safari Makkonen) que encarnaba la vieja profecía de la liberación del pueblo negro esclavizado por el mundo blanco (para el tema de las conflictivas relaciones entre blancos y negros tengo varias reflexiones en este blog, en las entradas anteriores)
Por sus compromisos pacifistas, Bob Marley fue gravemente herido en un atentado (algunas fuentes dicen que el atentado fue llevado a cabo por la CIA) en 1976. Las biografías cuenta que dos días después del atentado, Bob se montó en la tarima y cantó en el Parque de los Héroes Nacionales de Kingston con el fin de promover la paz, ya que los gangsters estaban sembrando terror y muerte en las calles de la capital jamaicana. Cuando le preguntaron porqué después del atentado, con las heridas aún calientes, subía al podium para cantar, contestó: “La gente que está tratando de hacer este mundo peor no se toma ni un día libre, ¿cómo podría tomarlo yo? Hay que iluminar en la oscuridad”. Después del concierto se estableció en Inglaterra.
En abril de 1978 volvió a Jamaica para el "One Love Peace Concert". Logró que el primer ministro y el líder de la oposición se diesen la mano en el escenario. Fue entonces invitado para ir a la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, para recibir la Medalla de la Paz. A finales de año, Bob Marley viajó a África y visitó Kenya y Etiopía, hogar espiritual del rastafari. De vuelta a Europa lanzó su noveno álbum en verano de 1979, con “Zimbabwe”, una canción que pedía la independencia de Rodesia (Zimbabwe actual); Africa unite, una canción que pedía la unidad de los pueblos africanos, y Survival, una canción de homenaje a la causa Panafricana de los padres de la independencia en África. Para Bob Marley, había muchos disturbios en el mundo, mucho mal en la humanidad (Trouble in the world). Cuando Zimbabwe logró su independencia, Bob Marley volvió a África para celebrarlo en abril de 1980. Por entonces preconizaba una rebelión mundial contra las injusticias y los males de este mundo. En el álbum Uprising incluyó uno de los mejores himnos de la redención, Redemption song. Fue una época de optimismo y éxitos en lo referente al reggae.
Pero la enfermedad no tardó en aparecer en su vida a consecuencias de una herida que se había hecho en el dedo jugando al fútbol. A pesar de haber sido tratada en Miami, la herida continuó reproduciéndose. En 1980 se convirtió en cáncer y comenzó a propagarse por todo el cuerpo. Bob Marley logró controlar la enfermedad durante ocho meses gracias un tratamiento en una clínica alemana que usaba remedios naturales y no tóxicos. A comienzos de mayo dejó Alemania para volver a Jamaica pero nunca llegó vivo a su país natal porque falleció en un hospital de Miami el 11 de mayo de 1981. El 21 de mayo de 1981 recibió un funeral oficial del pueblo jamaicano. Después del funeral (al que asistió tanto el Primer Ministro como el líder de la oposición) el cuerpo de Bob fue llevado a Nine Miles, en el norte de la isla, donde ahora descansa en un mausoleo. Tenía 36 años. Su viuda ha manifestado, en varias ocasiones, su deseo de exhumar los restos de su marido para enterrarlos en Etiopía, donde el emperador Haile Selassie cedió unas tierras a un grupo de rastafaris jamaicanos.
jueves, 12 de febrero de 2009
Lidia y David se casan
Querida compañera Lidia, este sábado (día de los enamorados) te unes oficialmente a David en el Ayuntamiento de Salamanca. Tus compañeros llevábamos algunos meses esperando este acontecimiento. Te acordarás de nuestras bromas, tomas de posturas acerca de si hay que casarse o no, si es mejor casarse por la iglesia o por lo civil. Yo siempre he creído que si la gente opina sobre un tema es porque le resulta interesante. Está claro que tú has sido importante para tus compañeros de curro, con tus puntos de vista sobre las incidencias y los procedimientos. Aprovechando todo este tiempo que llevamos sentados bajo los mismos focos de la plataforma, me permito darte mis impresiones finales sobre el casarse.
Creo que se casan aquellos que no temen confiarse sus corazones con todo lo que puedan esconder, lo bueno y lo malo; se casan aquellos que desean estrecharse en un vínculo cuya única ley es la confianza recíproca; se casan aquellos que quieren que su entorno sepa que ya han empezado a compartir sus dones y aprovechan el potencial mágico de cada uno para reafirmar el gozo de estar y trabajar juntos en un hogar creativo. Se casan aquellos que no temen el fracaso. Se casan aquellos que confían en el éxito.
¡Vivan los novios!
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