0. Presentación
África es un continente que ha sido, desgraciadamente, presentado como sinónimo de hambre, guerras fratricidas, salvajismo, Sida o paisajes exóticos con una multitud de animales y de árboles sin especificar; la famosa África del tam-tam y del baile graciosamente frenético: esta África que suele presentarnos los medios de comunicación europeos es, en definitiva, una África pre-conocida.
Hablamos de un continente de unos 30 millones de km2 -casi 61 veces mayor que España, más de 800 millones de habitantes, dos mil culturas, más de mil lenguas y más de 50 Estados "soberanos". Visto así, es inevitable afirmar que África es tan grande y tan distinta que pretender conocerla no basta un par de fotos y unos cuantos reportajes.
1. Tres grandes bloques religiosos en África
El mapa religioso de África es bastante amplio y diferenciado. Podemos decir que existen tres grandes bloques de religión:
1) religiones tradicionales (28,4% de la población) que se fundamentan en la influencia de las tradiciones y creencias de los antepasados sobre las que se articula la vida entera. En efecto, los antepasados garantizan la cohesión y la vitalidad del clan. Sus espíritus ofrecen el beneplácito, la protección y la fuerza vital. Gran parte de las prácticas religiosas consiste en adivinar y conocer la voluntad de estos espíritus en relación con los humanos.
2) islam (40,3% de la populación): los musulmanes son el grupo religioso más numeroso de África. El islam está sólidamente consolidado en el África septentrional y en la mayoría de los países del Sahel. A excepción de unos pocos países como Nigeria, Argelia, Egipto o Sudán, en el resto del continente conviven pacíficamente cristianismo e islam.
3) cristianos (católicos: 14,7 %; coptos y protestantes: 16,6%): desde el s. II al s. IV la vida cristiana en las regiones septentrionales de África fue intensa. De sus restos sobresalen santos, confesores, vírgenes, y sobre todo los cristianos coptos que son miembros de una iglesia que perdura en el suelo africano de Etiopía y Eritrea desde los primeros siglos del cristianismo.
2. Breve historia de la Iglesia Católica en África
La introducción del cristianismo en África hunde sus raíces en las iglesias que florecieron en África del Norte y ofrecieron al mundo, entre los siglos II y V, pensadores como Tertuliano, Cipriano, Agustín, Lactancio y Papas de origen africano como Víctor I en 189, Melquíades en 311 y Gelasio I en 492. Desgraciadamente, las invasiones de los vándalos y las grandes disputas teológicas contra gnósticos, marcionistas y maniqueos perturbaron fuertemente a esta vigorosa iglesia africana del s. IV que desapareció dejando sólo huellas.
A excepción de Etiopía donde la Iglesia cuenta con una tradición de más de quince siglos, podemos decir que el cristianismo se ha introducido recientemente en África, y que la edad media de las iglesias africanas es de unos cien años.
Todo empieza cuando en 1795 Inglaterra pone su pie en el Cabo de Buena Esperanza, inaugurando así la época colonial. Por estas fechas surgen congregaciones religiosas que se dedican a la evangelización. Crónicas escritas al filo de los mil y un acontecimientos del trabajo de los misioneros, redactadas con el sudor todavía caliente y pegajoso de las arriesgadas expediciones de éstos tras los caminos abiertos por los exploradores nos informan de su encuentro con culturas, lenguas y hombres hasta entonces para ellos desconocidos. El impacto de estas crónicas en la opinión pública del siglo XIX fue espectacular, estremecedor, sentido, estimulante, alertador de impulsos y generosidades occidentales. Pero la fundación de la mayoría de las iglesias africanas tuvo lugar durante el período colonial (1880-1960). El 29 de octubre de 1939 Pío XII consagró, en Roma, a los dos primeros obispos africanos de la edad contemporánea -las fuentes fidedignas cuentas que en 1518 hubo un obispo africano nativo: Enrique, hijo del rey Alfonso I del Congo que logró crear un reino cristiano durante unos cuantos más-.
De todas formas, había que esperar los años sesenta para, desde la perspectiva misional, hablar del decenio de África. Mientras que en 1950 todo el continente se hallaba prácticamente bajo dominación colonial europea, a finales de 1960 dos tercios de la población africana se encuadraban en naciones "soberanas". Frente a sólo dos obispos de origen africano en 1950, a comienzos de 1960 había ya 22 y en el consistorio del 28 de marzo de 1960, Juan XXIII creaba al primer cardenal de África.
El desarrollo misional no sólo evolucionó al mismo tiempo que el sociopolítico sino que, a su modo, contribuyó a su preparación y promoción. Sin embargo, no todos los Estados tributaron el debido reconocimiento al leal comportamiento de la iglesia, a su ayuda en los conflictivos años de la transición del dominio colonial a la independencia política. A título de ejemplo, recordemos que en el año 1964 fueron expulsados de las provincias meridionales del Sudán todos los misioneros europeos con el pretexto de no haber querido ayudar a la africanización de la iglesia. En 1967, sacerdotes y religiosos fueron expulsados de Guinea Bissau. Más tarde la situación se repitió en Burundi, Gabón, Uganda, Zimbabue y Sudáfrica.
A parte de estos tristes encuentros entre la Iglesia y el Estado, hay tres acontecimientos inolvidables para la iglesia africana:
a) la canonización, el 18 de octubre de 1964, de 22 mártires de Uganda, beatificados por el Papa Benedicto XV el 6 de junio de 1920. Hallaron muerte en los años 1885-1887, junto con otros 80 católicos, anglicanos y protestantes, en el curso de una persecución contra los cristianos en Uganda. Con su canonización, fueron los primeros bantúes incluidos en las páginas del santoral de la iglesia católica.
b) el mensaje que el 31 de octubre de 1967, el Papa Pablo VI dirigió a toda África, analizando sus problemas de entonces y poniendo de relieve los valores de las culturas africanas.
c) el viaje de Pablo VI a Uganda, del 31 de julio al 2 de agosto de 1969. Así, el Santo Padre pudo presidir personalmente la sesión de clausura del primer simposio episcopal panafricano, celebrado del 28 al 31 de julio de 1969 en Gaba, cerca de Kampala.
3. Mirada crítica a la evangelización de África
La reciente evangelización de África tuvo lugar en momentos peores desde el punto de vista de teología (tiempo del Papa León XIII). El misionero que desembarcaba en África iba armado de una buena voluntad mal iluminada por una deficiente soteriología. Absolutamente convencido de que fuera de la Iglesia no hay salvación, el misionero consideraba el bautismo como el rito salvador que libraba de un estado de condenación segura e introducía al recién "convertido" en un estado de virtual salvación. Desde el principio, este misionero tuvo una doble desventaja heredada de la sociedad y de la iglesia a las que pertenecía como hijo. En efecto, la sociedad suya era la misma que se lanzaba alegremente a la aventura colonial. Quisiéra o no, el misionero, por el hecho de aparecer generalmente al lado del militar o del mercader blanco, falseaba en parte -sin saberlo ni quererlo- el sentido mismo de su presencia y de su mensaje. Quizás no tenía más opción que adoptar términos que tendían a subrayar esa complicidad tácita (cfr. misiones, puestos, sucursales). No obstante, Dios escribe derecho con líneas torcidas: los compromisos con los colonizadores, los prejuicios y los simplismos teológicos no impidieron que los misioneros pusieran los cimientos de lo que hoy constituye la iglesia de Cristo en África.
África ha tenido la suerte de que su definitiva evangelización tuviera lugar en el siglo XIX y se afianzara en el XX cuando ya todos los misioneros comenzaban a tener muy claro que la suerte del futuro de la Iglesia africana dependía de los sacerdotes nativos de que se dotara. Eran partidarias del clero nativo las grandes personalidades que acometieron la evangelización del continente africano -Libermann, Lavigeri, Comboni, Javouhey-. La madre Javouhey no paró hasta conseguir que en el año 1840 recibieran la ordenación sacerdotal tres jóvenes senegaleses. Su gesto fue profético, porque a partir de entonces la formación sacerdotal de los nativos se convirtió en una prioridad para los misioneros. Pero eso no impedía actitudes segregacionistas de los sacerdotes blancos hacía los sacerdotes negros. En los años 1930, una de las consultas a sus superiores era la siguiente: “¿Cómo un sacerdote blanco puede comer en la misma mesa que un sacerdote negro? ¿Cómo un sacerdote negro puede dormir en la misma residencia que un sacerdote blanco?” (cfr. los diarios consultados por Dominique Habiyakare en la redacción de su tesis doctoral). De todas formas me consta que en los años noventa, en el centro de Madrid, un sacerdote blanco nunca recibía la comunión de las manos de un sacerdote negro. Y creo haber leído (en 2001) una carta firmada por religiosos negroafricanos denunciando los comportamientos racistas y colonialistas de sus hermanos blancos en Camerún. De modo que el camino de la evangelización sigue teniendo muchas encrucijadas.
4. La teología africana
Los teólogos africanos están convencidos de que el cristianismo tal como se vive en África necesita encontrar un lenguaje propio, de que es preciso hablar de Cristo respetando todas las riquezas de la cultura africana y denunciando las múltiples formas de opresión y esclavitud, tanto en el plano económico y político como en el cultural.
Hay cuatro grandes temas relacionados entre sí, aunque separados, que están en la base de las grandes corrientes teológicas africanas:
a) la cultura como base del pensamiento africano. La teología propiamente africana arranca de la crítica a la llamada teología misionera de los finales del S. XIX. Proclama la necesaria adaptación del evangelio a los elementos de la cultura africana y a su visión propia del mundo, una teología atenta a la vida de las comunidades cristianas y respetuosa de las tradiciones africanas, de sus lenguas y de su filosofía. Así floreció, desde 1978 sobre todo, la llamada teología de la inculturación que es la mayoritaria en África (teólogos como Placide Tempels, Vincent Mulago, Barthelemy Adoukonou, Patrick Kalilombe, Gwuriyai Mozorerwaa, Kwesi Dickson, F. Eboussi Boulaga). Tiene como trasfondo y origen el esfuerzo de los primeros misioneros por interpretar el mensaje cristiano a través de conceptos africanos.
b) el color de la piel como la base de la teología africana negra: (teólogos como Desmond Tutu, Basil Moore, Steve Biko, Manas Buthelezi, Simon Maimela, Takatse Mofokeng) esta teología es el resultado de la reflexión cristiana que acompañó las luchas protagonizadas por el pueblo negro en África del Sur contra el apartheid -el régimen bochornoso caracterizado por la segregación y discriminación racial, que consideraba a los negros como seres inferiores- a finales de la década de los sesenta y comienzos de los setenta. Aunque se trata de una teología que nació claramente en el contexto del anti-apartheid, quiere ir más allá para lograr un proceso de "descolonización mental" y superar la situación de "pobreza antropológica".
c) la pobreza como la base de la teología africana de la liberación (teólogos como Meinrad Hebga, Jean-Marc Ela, Englebert Mveng, Laurenti Magesa, John Mutiso Mbinda) Convencidos de que la pobreza de los africanos es una cuestión de "ser o no ser" más que de "tener o no tener posesiones materiales", los teólogos africanos de la liberación piensan que el evangelio es fuerza de liberación y sostienen un discurso de contestación política planteando los problemas de liberación en términos de constitución de una nueva auténtica África, capaz de iniciativa histórica creativa. El contexto real de nuestra fidelidad al evangelio es el sobresalto de esperanza de un pueblo que está cansado de bellos discursos que no cambian en nada su miseria y su condición, un pueblo que quiere tener su verdadera identidad. Dice el pastor luterano Kä Mana que "identidad y liberación son un solo y mismo grito, procedente de un pueblo que busca darse una consistencia interior y salir del traumatismo que su derrota frente al mundo occidental ha inscrito en su propia carne, en su propia conciencia y en su espíritu". Por eso la teología africana de la liberación defiende la emancipación de la Iglesia africana con respecto al dominio y al paternalismo occidentales, así como la creación de una identidad cristiana africana.
d) la mujer como imagen de Dios sirve de punto de partida para la teología feminista (teólogas como Mercy Amba Oduyeye, Teresa Okure, Rose Mary Edet, Bette J. Ekeya, Justine Kahungu Mbwiti y Rose Zoe-Obianga) que sostiene que Jesús el liberador de las mujeres fue en contra de las normas de su sociedad con respecto a ellas y de este modo estableció una nueva perspectiva para entender la función de la mujer en la Iglesia y en la sociedad. Al excluir a las mujeres de su centro de vida y acción, es la Iglesia la que sale perdiendo. La teología feminista trata de poner en claro la identidad de las mujeres como partícipes iguales con los varones en la comunidad humana.
5. Conclusión
El continente negro se encuentra en su infancia cristiana. Uno de sus enemigos es la pobreza tanto material como intelectual que le obligan a depender de lo que venga de fuera. La iglesia africana es pobre sobre todo porque África es pobre. Pero una dependencia total y prolongada por las ayudas financieras de origen extranjero no puede dejar de ser preocupante. Por eso las iglesias africanas muestran un interés renovado por las actividades de desarrollo y una evolución sensible en favor de la numerosa clase campesina y sus dificultades.
El Sínodo de los obispos africanos de abril-mayo 1994 ha sido la pública declaración y el público reconocimiento de que la Iglesia en África ha alcanzado ya su plena madurez. Fue un impulso para que los hijos de la iglesia africana salgan de su tierra para anunciar la Buena Noticia a otros pueblos. Con el Sínodo africano hemos dado un paso adelante hacia la colegialidad de las iglesias locales. Estos logros nos invitan a seguir de cerca la propagación de la fe en los pueblos africanos, sabiendo que el cristianismo llegó a África a través de su encarnación occidental y que aún no ha logrado enraizarse en los ámbitos más africanos como pueden ser la cultura y el ser mismo de los africanos.
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
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-HABIYAKARE, D.; De la mesa común y eucarística al gusangira en Ruanda. Desde Corintios y Gálatas (Tesis doctoral defendida en la Universidad Pontificia de Salamanca en 2011).
-JEDIN, H. y REPGEN, K., Manual de Historia de la Iglesia Tomo IX (Ed. Herder, Barcelona 1984) 998-1022.
ROSINO GIBELLINI (ed), Itinerarios de la teología africana (Verbo Divino, Estella 2001).
-SOBRINO, J., LOIS, J. y SÁNCHEZ-RIVERA, J., La teología de la liberación en Ámerica Latina, África y Asia (Ed. PPC, Madrid 1998).
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