sábado, 16 de agosto de 2008

La cuenta atrás


Aquel caluroso viernes ocho de agosto no fue un día normal. Sabía que por la mañana los responsables de la empresa habían convocado al comité de empresa para analizar la situación laboral de los trabajadores. Los que llevamos un tiempo en la plataforma sabemos que cada vez que se reúnen los responsables es para dar malas noticias. Y mala noticia es la que me dio un compañero, cuando al salir de mi coche, y antes de saludarme, me suelta:


- Te has enterado, ¿no?

- No. ¿Qué pasa?, le dije, queriendo evitar inconscientemente la mala información.

- Nos han echado a los que estamos por obra y servicio. Nos mandan a la puta calle, recalcó, por si no me daba cuenta de las consecuencias de la decisión de la empresa.

A partir de ese momento, y con la llegada de más compañeros, una especie de incertidumbre empezó a recorrer toda la plataforma. Los compañeros que estaban de vacaciones, los que descansaban ese día y los que estaban de excedencia habían recibido ya, por la mañana, un burofax informándoles que sus servicios ya no eran necesarios para la empresa.

A la puerta del edificio estaban un par de compañeros entregando una hoja con más información. Y dentro nos esperaba una supervisora para darnos la mala noticia. Nos dijo que a media tarde nos reuniría la responsable de área para hacernos firmar la carta de despido. Dijo que lo sentía mucho, y que si algún día hubiera que contar con alguien, seríamos los primeros. Dijo que entendía que no era un día normal para trabajar como veníamos haciéndolo, poro que esperaba de nosotros una actitud profesional.

A eso de las seis nos convocaron a los de mi departamento para firmar el despido. La responsable de área no pudo o no quiso darnos detalles sobre nuestro despido, y se limitó a decirnos que son los sindicatos quienes podían darnos más detalles. Repitió que a ella le había tocado cerrar un par de plataformas y que entendía perfectamente nuestro sentir, pero que así era la vida. Firmamos nuestros despidos y volvimos a nuestros puestos de trabajo.

En nuestro primer día de despido, hicimos lo que pudimos. Nervios, cabreos y lágrimas se reflejaban en algunos rostros. Otros tenían un ataque de risa de nervios. Otros estaban callados.

Día segundo: el fin de semana me tocaba descansar. Así que el sábado por la mañana me reuní con un par de compañeros para tomar una caña, intercambiar pareceres y animarnos mutuamente. Por la tarde estuve con otra compañera, haciendo esfuerzo para olvidarnos de la mala noticia. Recibí un par de llamadas de unos amigos que se había enterado del asunto.

Día tercero (domingo): por la mañana asimilé toda la información y por la tarde me paseé por la ciudad, en compañía de unos amigos.

Día cuarto (lunes): todos los trabajadores habíamos asimilado la noticia. Los sindicatos estaban negociando con la empresa, sin éxito. Como indemnización: 8 días por año trabajado.

Día 5 (martes): los medios de comunicación se hacen presente en la plataforma. Nos concentramos por la mañana, unos 200 trabajadores, para reflejar nuestro malestar pedir una indemnización más digna. Por la plataforma pasan el inspector de trabajo, los negociadores de la empresa y los sindicatos. Ante la falta de acuerdo, se citan el viernes por la mañana, en un hotel céntrico, para pedir ayuda al organismo de mediación de la junta.

Día 6 (miércoles): algunos compañeros tenían vacaciones a partir del día siguiente. Así que han de despedirse hoy de todos nosotros. Muchos no logran contener sus lágrimas. A otros les puede la rabia. Pero hay que seguir trabajando como de costumbre.

Día 7 (jueves): el comité de empresa y los negociadores se reúnen con los mediadores de la Junta. Nos hacemos presentes con pancarta, pitos y gritos. Los medios de comunicación nos acompañan un par de minutos. Por la tarde, los sindicatos nos informan que las negociaciones avanzan lento, pero que podría conseguirse algo más que 8 días de indemnización por año trabajado. En cualquier caso, la empresa había citado a todos los sindicatos a Madrid para una reunión urgente. El despido de más de 200 compañeros en otra plataforma era inminente.

Día 8 (viernes): festivo. La mayoría de los compañeros descansamos. Unos se marchan unos días de vacaciones fuera de Salamanca, otros nos reunimos con los colegas para compartir una caña.

Día 9 (sábado): descanso.

Día 10 (domingo): descanso.

domingo, 10 de agosto de 2008

Nos vamos al paro

Me parece que somos más de 400 trabajadores quienes nos vamos al paro. Por ahora. Porque el futuro de otros compañeros penden de un hilo. Llevábamos más de tres años atendiendo a los clientes de adsl desde el a veces ruidoso y poco discreto call center, pues de este sofisticado invento te escuchas a ti mismo, al cliente y a tus compañeros de al lado. Y desde el mismo aparato te escuchan tus jefes, los que están en la misma sala que tú y los que están a miles de kilómetros. Pero no importaba. Intentábamos seguir a rajatabla los procedimientos oficiales, y en la mayoría de las veces dejábamos a nuestros clientes satisfechos. Algunos te daban las gracias antes de colgar la llamada; otros (aunque pocos) te llamaban de todo. La empresa nos pagaba (puntualmente) para atender a todo tipo de clientes, sin perder los buenos modales. Al final, cuando ya empiezas a sintonizar con los compañeros de trabajo, con tus jefes directos y con los clientes, alguien te convoca a una reunión urgente y te entrega una carta de despido. Los días que te quedan, menos de quince, se te presentan bastante arduos. Pero somos profesionales y seremos como los violinistas de la película Titanic (así me dijo un compañero): nos hundiremos haciendo lo mejor posible nuestro curro: resolver las incidencias de adsl desde nuestro call.

domingo, 3 de agosto de 2008

Lección de amistad


La amistad es como el aire que respiramos: da vida cuando existe, asfixia cuando escasea y mata cuando desaparece. Es libre, fiel, dulce, frágil y escaso como el aire. No tiene calificativos, no necesita de glosas ni de alabanzas. Es el patrimonio exclusivo de los amigos. No es comprensible si no está encarnada, y cuando lo está, los espectadores no saben ni pueden apreciar sus bailes cariñosamente emergentes en dos corazones que se unen por arte de magia.

La amistad es espontánea como el aire que respiramos. Cuando se le canaliza, ahoga a sus dueños sin quererlo. A veces sorprende con sus delicados detalles. Al unir a dos personas, a menudo se permite guiar sus sentimientos, muy a pesar de sus buenas intenciones. Sorprende para probar su esencia, sorprende para cuestionar su fortaleza, sorprende para enamorar. Se bloquea cuando los amigos optan por el olvido de sus desconciertos, o cuando huyen de su espejo, o cuando simplemente no se sienten capaces de superar algún que otro tropiezo inherente a la debilidad humana.

El camino de la amistad no es ni vertical ni horizontal. Es una cadena de escalones que hay que subir sin trampas ni prisas. Cada escalón tiene su función. Si no está integrado en el conjunto, rompe la armonía y al final provoca el derrumbe de toda la infraestructura.

La amistad es finita. Deseamos prolongarla en el tiempo como el aire que respiramos, pero su decaimiento resulta inevitable. Es que la amistad no está por encima del tiempo ni al margen del espacio. Por eso necesita una atención especial, sobre todo cuando se enfrenta a una lejanía espacio-temporal.

La amistad es como una joya sin precio pero amenazada por los compradores, los ladrones y los envidiosos. Todo descuido suele ser una auténtica amenaza a su pervivencia. Aunque tiene muchos pretendientes, no se vende ni se compra. Es un regalo de los dioses. Pretender forzar una amistad es como plantar un árbol sin raíces profundas en el desierto: al poco tiempo se seca.

El templo de la amistad son dos corazones que se descubren hermanados, hacen voto de fidelidad y vigilan la puerta de entrada con vigor. No todo el mundo merece asomarse a su templo, y mucho menos pretender profanarlo. Los enemigos de la amistad son abundantes. Por eso hay que protegerla. Los objetos de valor se guardan en la caja fuerte, se los visita todos los días, y si es necesario, se contrata guardias de seguridad para garantizar su integridad. Así es como ha de ser preservada la amistad.

Ninguna amistad se parece a la otra, ningún amigo es comparable a los demás. La amistad es irrepetible. Es un cuaderno con hojas blancas en las que los amigos van escribiendo sus historias, hasta llegar a sintetizarlas en la portada. Cada secreto, cada ilusión, cada pensamiento, cada suspiro, cada mirada, cada abrazo, cada acaricia, todo lo que los amigos hacen acaban afectando la esencia de su amistad.

La única lección de la amistad llega cuando dos amigos superan las primeras barreras. Del paraíso pasan al mundo real, donde el cuerpo cuenta tanto como el espíritu, donde la existencia consiste en un sinfín de fracasos y de éxitos, y sobre todo de autosuperación, integración y reconciliación. Los amigos lo son a pesar de las trampas de sus cuerpos, siguen jugando a pesar de los goles encajados por sorpresa, y aquello que parecía ser el final de un bonito paseo se convierte, a cada paso que dan, en el principio de una travesía en un océano llamado Amistad.

martes, 29 de julio de 2008

Barack Hussein Obama Jr.

Se pasea por las plazas públicas de varios países como si en sus manos estuviera la esperanza que todos necesitamos. Se analiza su discurso para ver si hay mensajes ocultos para los suyos. Se habla de su llegada al escenario político como un suceso que se produce de vez en cuando en muchas décadas. Se augura su final como la de un héroe que muere acribillado por un seguidor suyo que siente que el Mesías tiene que morir para que la salvación alcance toda la humanidad.

En Barak Obama, el bendecido por la divinidad según su nombre, echan raíces los dos colores de la humanidad que la historia ha estado separando durante mucho tiempo: el color negro y el color blanco. De padre africano intelectualmente brillante pero familiarmente desastroso, y de madre blanca que por amor es capaz de casarse tanto como un kenyano como con un indonesiano, Obama no nació de una familia casta ni tuvo una infancia familiar envidiable. Pero de una situación familiar que le podría haber lanzado a la marginación social aprendió a forjarse a sí mismo, aprovechando las pocas oportunidades que le brindaba la sociedad norteamericana, hasta convertirse en uno de los candidatos a la residencia norteamericana más carismático y más querido como el Kennedy de los años sesenta.

sábado, 19 de julio de 2008

La crisis de alimentos en África

En muchos países del África Negra los bancos de alimentos están vacíos. Las tiendas no tienen alimentos básicos como patatas, arroz, maíz, habichuelas o sorgo. Todo empezó cuando la administración norteamericana tuvo el plan maquiavélico de implantar el cultivo de las plantas transgénicas en África. Modificaron las semillas de arroz y de maíz para que crezcan incluso en las condiciones más adversas de la climatología africana. En el primer año convencieron a muchos gobiernos africanos de la bondad de estas semillas, y se las reglaron. Como muchos agricultores conservaron sus semillas, el plan norteamericano se prolongó por dos años más, hasta que las semillas autóctonas desaparecieron. Fue entonces dejaron de regalar las semillas, impusieron un precio alto y controlaron el cultivo de casi todo un continente: los campesinos cultivan cuándo y dónde dice el gobierno, con el visto bueno norteamericano. Y como era de esperar, el alimento se ha convertido en un elemento de presión y de control sobre los gobiernos locales. Pero como en todos los planes hay factores no controlables en los laboratorios ideológicos y estratégicos, el caos sembrado por la falta de alimento favorece el resurgimiento de guerrillas y el levantamiento del pueblo hambriento contra los gobiernos bendecidos por la administración norteamericana. En varios países africanos la protesta del pueblo mangoneado por sus dirigentes se está haciendo, cada vez con más violencia. La esperanza está depositada en el otoño que viene: si el pueblo no siembra lo que necesita, muchos dirigentes africanos se tendrán que ver con sus gentes y, por supuesto, la inmigración será un mal menor que los pueblos occidentales tendrán que soportar. O comemos todos, o morimos todos.

domingo, 13 de julio de 2008

Dios muere con la insensibilidad europea


Hace un par de semanas vimos cómo los ciudadanos de la católica Italia perseguían a los inmigrantes, quemaban sus pertenencias y detenían a cuántos podían. Que yo sepa, sólo el gobierno español protestó por esa violación de los derechos humanos. Los católicos, incluidos su jefe, no abrieron la boca. Supongo que estarían estudiando cómo perseguir a los homosexuales o a los rojos.

No es la primera vez que los católicos se esconden ante situaciones que reclaman su compromiso social o caritativo. Proclaman el amor al próximo como mensaje principal de su fundador pero en la práctica viven en el individualismo exagerado. A mi modo de ver, muchos de ellos son hipócritas. El mensaje de su fundador es humanista, pero sus actos son anti-humanos. Ciertamente, como escribió Gallot, un obispo francés que se declaró homosexual, el Dios que no sirve no sirve para nada.

sábado, 5 de julio de 2008

Inmigrantes

Hace un par de semanas el mundo entero fue testigo de la persecución de los inmigrantes en Sud África. Se los cazaba como se caza a los animales salvajes. Pocos se escandalizaron porque las mismas imágenes se habían contemplado en las fronteras de España con Marruecos, en la católica Italia o en los Estados Unidos de la libertad.

Alguien me dijo que lo que le extrañó de Sud África es que eran los mismos negros que perseguían a sus hermanos negros. Entendí que los blancos marroquíes o españoles pueden perseguir a los subsaharianos sin que nadie se escandalice, pero que jamás deben cazar a sus hermanos blancos. Lógico. Los medios de comunicación españoles no cesan de manipular la realidad de los inmigrantes para hacer ver que la amenaza no son los inmigrantes en sí, sino más bien los inmigrantes subsaharianos, aquellos que atraviesan El Estrecho para llegar al suelo europeo.

Pero la realidad es que el número más numeroso de los inmigrantes no son los subsaharianos, sino los latinoamericanos y europeos (peruanos, ecuatorianos, marroquíes y rumanos). Algún día alguien tendrá qué explicar porqué el racismo es su punto de partida para analizar el fenómeno de la inmigración.