domingo, 7 de noviembre de 2010

Parroquia San Carlos Borromeo

No huele a incienso, sino más bien a humo de tabaco por los dos ceniceros que están en la entrada del templo. Los bancos son muy simples pero limpios. La feligresa es parecida a la que encontramos en cualquier parroquia: mayoritariamente mujeres de avanzada edad. El cura no lleva “el ornamento sacerdotal”. Una cruz dirige la asamblea. El altar es una mesa con un mantel simple. Una cesta de pan con dos vasos de vino van a servir para compartir el cuerpo y la sangre de Cristo. Con tan sólo la Biblia, el cura celebra la misa. La única lectura corresponde al evangelio correspondiente y la lee una señora. La homilía es una tertulia acerca del evangelio. Intervienen los presentes, se piden aclaraciones unos a otros. Analizan los acontecimientos de la semana pasada y preparan las actividades de la semana entrante. Interrumpe una cría de un murciélago que se da un paseo en el interior del templo, con los correspondientes gritos de susto, hasta que un muchacho le da caza y la saca fuera.

Esta semana durmieron en este templo varios rumanos desalojados por la comunidad de Madrid. El cura dice que la casa del Señor es de todos. Aclara que no es un sitio ideal para vivir porque no reúne condiciones, pero asegura que es mejor que la calle. Dice que los gitanos rumanos fueron desalojados a punta de metralletas, que un niño hizo un gesto de disparar con una mano y un policía reaccionó apuntándole con la metralleta. Después de varias intervenciones, nos cogemos de la mano, recitamos en el Padrenuestro y siguió la consagración. Después de la comunión, el cura nos invitó a subir al primer piso para compartir la paella.

Yo tenía noticias de estos curas humanos. Tenía ganas de conocer su labor. Una amiga me invitó a ir. Coincidió con la visita del Papa en Barcelona. Durante la ceremonia cantamos “Mano Negra” de Manu Chao. Me pregunto si los que estaban en la Sagrada Familia de Barcelona y nosotros creemos en un mismo Dios. Pienso que parte de la pasta que se ha gastado en la visita del Papa podría haber ayudado para buscar alojamiento para los rumanos desalojados. Alguien comentó que la Comunidad de Madrid ofreció albergue a los rumanos pero llevando hombre a un sitio, y mujeres y niños a otro sitio. Aquellos que defienden los valores familiares no dudan en separar los miembros de una misma familia para que no aprovechen la calefacción del albergue para el coito. Ahora que termino esta entrada veo en la TV noticias sobre la visita del Papa. Yo creo en el Dios de la vida. No creo en el Dios de la ceremonia, el Dios encerrado en los palacios episcopales mientras la gente muere de frío. El Papa en su papamóvil, el gitano rumano debajo del puente. Si el Papa y el gitano rumano (o cualquier otro excluido del cenáculo de la civilización) son humanos, a ver cómo van a resucitar los dos. Hay que evangelizar a los evangelizadores.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Diamantes de sangre

No recuerdo si Naomi Campbell lucía sus diamantes cuando acudió al Tribunal Internacional de La Haya par explicar su amistad con el presunto sanguinario Charles Taylor este verano pasado. Me pregunto, muy a menudo, si todas esas celebridades televisivas que no pueden mirar a la cámara si no llevan sus diamantes bien visibles saben cuántos litros de sangre se gastan en África para conseguir un quilate. De todas formas, si no lo saben es porque no quieren preocupar sus conciencias. Hoy día la información está al alcance de todos. Bueno, de todo aquel que tenga un nivel intelectual normal, medida habitual para la responsabilidad penal.

Con esta reflexión no pretendo ser ni demagogo ni fariseo porque el móvil que llevo o mi viejo portátil pueden llevar restos del coltán sacado de las minas del rey Salomón en Congo. Por desgracia los fabricantes no ponen los componentes porque no les interesa revelar los nombres de sus proveedores. Los hipócritas gobiernos occidentales que están juzgando a Charles Taylor en La Haya tampoco exigen que se reflejen la procedencia de la materia prima en los manuales tal como se exige para los alimentos. Entonces, ¿por qué montar un teatro en La Haya para juzgar a Taylor? ¿También van a juzgar a los ejecutivos de De Beers, American Mineral Fields, Zamgold, Eurocan Consolidated Ventures o Barrick Gold que siguen saqueando el subsuelo congoleño? No creo que la doble moral occidental lo permita.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Mi amiga Pili comenta la anterior entrada

“¡Qué triste y dramático! Ahora todos estos, que durante el espantoso genocidio estaban ocultos, salen y con total impunidad hablan, como si fuera dogma de fe, y lo que es peor, todos llenos de razón, señalan con el dedo.

¿Qué pensarán todos los héroes, porque son auténticos héroes, todos aquellos hutus que arriesgaron sus propias vidas, por salvar la de sus vecinos tutsis, alojándolos en sus propias casas, y estando ahí todo el interminable tiempo que duraron las matanzas?

En esos momentos de desesperación e impotencia fallaron todos a los que se les imploró ayuda, incluida la Comunidad Internacional, y se les contaba lo que estaba ocurriendo. ¡Qué vergüenza atreverse ahora a dar dogmas de fe!

Ojalá que Paul Rusesabagina, uno de esos héroes, no llegue a leer esas inmundicias nunca.

Recomiendo, a todo el que quiera y tenga tiempo, leer "UN HOMBRE CORRIENTE" Sencillamente inolvidable.

Autor:Paul Rusesabagina y Tom Zoellner


Editorial: Península


Traducción: Mª Luz García de la Hoz


ISBN: 978-84-8307-760-4


Páginas: 240



. Un hombre corriente está destinado a convertirse en un clásico de la literatura de la tolerancia, junto a otros clásicos como La lista de Schindler de Thomas Keneally, El largo camino hacia la libertad de Nelson Mandela o La noche de Elie Wiesel. Esta es la historia de un hombre de una valentía encomiable, y su libro se mantendrá fresco durante varias generaciones.”

sábado, 30 de octubre de 2010

A propos de Colette Braeckman

1.-Leo en el blog “Le Carnet de Colette Braeckman” que la Sra. Colette Braeckman se siente intimidada a causa de sus afirmaciones acerca de los acontecimientos de los Grandes Lagos (Congo-Kinshasa y Rwanda). El Consejo de Redacción del periódico belga “Le Soir” ha emitido un comunicado para apoyarla en su tarea periodística y amenazar a todo aquel que se atreva a poner en duda sus crónicas (entrada en el blog con fecha del 27.10.10: “Le Soir et son éditeur apportent leur soutien à leur journaliste Colette Braeckman”). ¡Vaya! Si no comulgas con Braeckman, tus afirmaciones son calificadas de “diatribes biaisées” por Le Soir. ¡Viva la libertad de expresión!

2.-Hay quienes piensan que la señora Braeckman es la “animadora innata” de la política del presidente rwandés, Paul Kagame, y que ella nunca distingue entre hutus y genocidas. Me parece que sería terrible esta confusión. Condenar toda una etnia a cargar con la culpa de algunos de sus miembros sería una irresponsabilidad, lo diga quien lo diga. De hecho cuando el presidente Kagame presionó a los líderes hutus para que expiaran la culpa de sus miembros públicamente, el ex primer ministro con Kagame, Faustin Twagiramungu, se negó a pedir perdón por los actos que no hubieran cometido. A no ser que queramos prostituir el derecho, la responsabilidad penal es exclusivamente personal.

3.-En los escritos de Braeckman se refleja un entusiasmo hacía Kagame y sus militares, y una nula atención a quienes no hablan el mismo lenguaje que Kagame. Sostiene que los ex presidentes rwandés y burundés (Juvénal Habyarimana y Cyprien Ntaryamira) fueron asesinados por el entorno de Habyarimana con el objetivo de llevar a cabo el genocidio de los tutsi. Sin embargo esta hipótesis ha sido refutada por el juez francés (Jean-Louis Bruguière) y el juez español (Fernando Andreu Merelles) en sus investigaciones penales.

4.-Todas las hipótesis sobre el origen del mal rwandés siguen abiertas. He leído muchos escritos, tanto de rwandeses como de extranjeros. Y francamente no llego a ninguna conclusión inamovible. Y no entiendo cómo la señora Braeckman pretende que nos traguemos todo lo que escribe sobre las hazañas del presidente rwandes, sobre todo porque ella es más papista que el papa. Es incomprensible una visión cerrada sobre un acontecimiento que no lleva ni siquiera 20 años de historia. Veo normal que los rwandeses no tengan una misma visión sobre su reciente historia. Sería un milagro que vencidos y vencedores tuvieran una única mirada sobre su historia. Es normal que los investigadores sigan corrigiendo sus tesis. Incluso algunos han tenido que redactar nuevos libros para rectificar los anteriores.

5.-Animo, a quienes puedan, a mandar un mensaje de solidaridad a Colette Braeckman si ha sentido que su persona estaba en peligro por sus afirmaciones. Pero hay que recordarle que la consistencia de una hipótesis no implica necesariamente la infalibilidad. Si uno escribe sobre un tema tan complejo como las matanzas de rwandeses (1990-1994) no puede pretender una visión dogmática, y mucho menos molestarse cuando alguien contradice sus hipótesis. ¿O es que la señora Braeckman no piensa que sus opiniones pueden condenar a muchos hutus inocentes a llevar un estigma de genocida?

miércoles, 27 de octubre de 2010

El héroe mañanero


El héroe mañanero le veo todos los días en Metro Madrid. Cuando suena el silbato de cierre de puertas aparece bajando las escaleras mecánicas. Si no te apartas a tiempo te arrolla. Fija su mirada en el vagón del Metro en el que piensa penetrar como un rayo. Arrastrado por una especie de imán potente recorre las distancias sin importarles las consecuencias. Cuando llega al pié de las escaleras acelera la velocidad. Los que están dentro del Metro contemplando la escena con la respiración contenida le hacen un hueco. De repente nuestro héroe cruza la puerta cerrándose. No se oye el aplauso por timidez. Todo el mundo respira aliviado. Nuestro héroe acaba de coger el Metro. Esboza una amplia sonrisa de satisfacción mientras se coloca en un lugar seguro para no caer. Lo ha conseguido. Ha arriesgado su vida y la vida de los demás viajeros por ahorrarse dos minutos.

jueves, 14 de octubre de 2010

Madrid



Madrid es tal como la recordaba: gente subiendo y bajando las escaleras del Metro a 200 Km. por hora, viajeros que no dejan de consultar el panel informativo en los andenes, puerta que se abren y se cierran como si estuvieran perseguidas por el demonio, en fin, toda la ciudad está en movimiento. El otro día casi me arrollan una marea humana por no ir a su velocidad. Encima me miraron mal. Llevaban un ritmo tal que me río yo de los desfiles del ejército norcoreano.

Ver alguien paseando tranquilamente por la calle es una misión imposible. A no ser que sea una patrulla de policía. El resto vamos con la hora pegada al trasero, controlando los segundos para no llegar tarde a nuestro destino. El otro día me decía un chico que trabaja 11 horas y cobra tan sólo por ocho. Invierte una hora y media para recorrer la distancia que separa su domicilio de su lugar de trabajo. Un rato andando, un buen rato en el autobús, un largo rato en el Metro, otro rato andando, y por fin llega a su destino. Con razón llegar tarde es cuestión de segundos. Cuando estás esperando la llegada del Metro, un minuto se eterniza. Y cuando llega, quisiera empujarlo para que vaya más rápido. ¡Es increíble!

En mis primeros días en Madrid se me venían a la cabeza las escenas de la película “Cadena perpetua”, cuando el viejo sale de la cárcel y no se ve capaz de adaptarse a la sociedad. Acorralado por el encargado de la tienda, la angustia le supera y el buen hombre acaba suicidándose. Es el ejemplo muy claro de la inadaptación social.

Al principio Madrid puede asustar, pero no se come a nadie que no se deje comer. Es cierto que puedes recorrer todas las calles sin encontrarte con alguien conocido, pero a veces el anonimato es redentor. Bueno, en realidad te vas habituando a la gente que coge el Metro a la misma hora que tú. Incluso podéis llegar a intercambiar una sonrisa. Al final todo es cuestión de voluntad. Comer o dejarse comer, ésta es la cuestión.