La cultura rwandesa gira en torno a la relación del ser humano con su entorno vital. Todos los ritos sirven para garantizar la supervivencia del ser humano a través de la fuerza vital. Por eso la religión rwandesa es una religión sin dogma ni estructura determinadas. Más que tener creencias, el rwandés establece relaciones vitales con un Dios supremo (Imana), con los antepasados (abakurambere) y todo aquello que tenga una fuerza vital (ubuzima).
1.-Imana o ser supremo: la existencia de Imana es de evidencia inmediata y no necesita demostración ninguna. Su presencia y poder se manifiesta en acciones concretas, como dar la vida, hacer caer la lluvia, curar enfermedades, etc. Después de la creación se retiró al cielo, y dejó en su lugar unos intermediarios (los antepasados) que son quienes intervienen en los asuntos humanos, y a quienes los humanos acuden. Como Imana está en todo momento con su creación, no necesita ni de altar, ni templo, ni ofrenda, ni sacrificio, ni emblema, ni fiesta. Está en todos los sitios y no se le puede confinar en un lugar concreto como un templo. Aunque generalmente otorga su fuerza vital al ser humano y a ciertas plantas, a menudo una roca o un animal pueden beneficiarse de esa misma fuerza.
2.-Abakurambere o antepasados: los muertos siguen viviendo de alguna manera en medio de los vivos. Son los guardianes de las tradiciones y los mejores intercesores ante Dios. Se interesan por los asuntos familiares y avisan a los suyos cuando acecha algún peligro. Los rwandeses creen que no todos los muertos adquieren esta categoría de antepasado. Para ser antepasado es necesario haber ostentado el título de sabio entre los suyos, haber transmitido la vida y haberla defendido con generosidad. Alguien que muere sin descendencia no puede adquirir la categoría de antepasado. El candidato a antepasado tiene que haber observado rigurosamente las tradiciones de sus antepasados y haber facilitado la unión vital en su sociedad. Tiene que haber observado las tradiciones de los antepasados y haber facilitado la unión vital en su sociedad. Además de todo lo mencionado, el antepasado tiene que haber muerto plácidamente, después de llevar a cabo el testamento vital. La celebración de su funeral tiene que haber seguido todos los procedimientos rituales que facilitan la unión vital entre vivos y muertos. El recuerdo a los antepasados plantea muchos problemas a quienes son ajenos a las costumbres negroafricanas. De hecho, los investigadores occidentales que no profundizaron en sus estudios llegaron a confundir el “recuerdo a los antepasados” con el “culto a los antepasados”. El filósofo rwandés, Alexis Kagame, afirma que “les trépassés [les ancêtres] ne sont pas adorés, mais honores, vénérés”.
3.-Abazimu o los espíritus: los muertos que no son antepasados se convierten en espíritus (abazimu), y entran en el estado de la “inmortalidad colectiva”. Existen los espíritus buenos que velan por el bien de los suyos vivientes y que intentan apaciguar a los espíritus malos que viven en un estado de continuo ebullición y no descansan en paz por tener algún conflicto pendiente en el más acá. Al no ser considerados miembros formales de una determinada familia, la gente pierde contacto con ellos. Si se aparecen a los seres humanos, ya no son reconocidos por su nombre y pueden causar miedo. Algunos de estos muertos suelen reclamar violentamente ser tenidos en cuenta (provocando todo tipo de maldades). Aún así, al no tener posibilidad alguna de mantener las relaciones personales y humanizantes con su antigua familia, pasan a un estado de despersonalización, de anonimato o de “pervivencia colectiva”, dejando de ser miembros formales de las familias humanas. Si los familiares intuyen que el moribundo puede tener litigios pendientes con la sociedad, se realiza los ritos preventivos para evitar males posteriores. Si, por ejemplo, un joven muere sin haberse casado, se le coloca un carbón en la mano que contrarresta su fuerza para que no vuelva a la sociedad para molestar a algunas doncellas. Si un padre o una madre de familia muere fuera de su hogar (la muerte inesperada es siempre una desgracia), su cadáver tiene que ser velado necesariamente en su casa familiar antes del entierro. De esta forma su espíritu se reincorpora a la armonía familiar y no tiene que andar reclamando atención a través de comportamientos violentos. Nótese que la mayor desgracia para la sociedad rwandesa ha sido la reciente violencia fratricida (1990-1994) que ha aniquilado la armonía vital. Mientras no se repare esta ruptura vital, la energía humana seguirá siendo destructiva y los muertos que no descansan en paz seguirán reclamando su atención a través de un sinfín de males.
4.-Abapfumu o mediadores: Abapfumu son los únicos que pueden conocer los deseos de los espíritus en ebullición. Poseídos por una fuerza especial, a través de ceremonias rituales entran en contacto directo con los antepasados y descubren el origen de cada mal y su correspondiente solución. Los buenos mediadores utilizan su don divinatorio para defender a los suyos, descubrir y contrarrestar las fuerzas maléficas provocadas por los malos espíritus.
5.-Unidad entre religión y vida: los miembros de la gran familia proceden de un antepasado común, y por consiguiente, tienen una misma vida. El más cercano a la fuente de la vida tiene más poder y es más estimado. Todos los miembros procuran no interrumpir el circuito vital y permanecer unidos a las fuentes. Cuando alguien llega a ser jefe –por sucesión o por designación de los ancianos- se da en él un crecimiento de la potencia vital que lo eleva al rango sabio. Todas las energías que vienen de Dios a través de los antepasados se concentran en él y refuerzan su ser, a fin de que pueda transmitir esa fuerza no sólo a los humanos, sino también a los animales y a los campos para que den sus frutos.
6.-Ética comunitaria: de las religiones tradicionales nace una ética profundamente vitalista y pragmática. Los actos que favorecen la vida del grupo son buenos. Los que perjudican la vida de los individuos o de la comunidad son malos. La trasgresión de las normas acarrea desgracias y debilita la vida. El olvido de los antepasados, la falta de respeto a los ancianos, el quebrantamiento de las tradiciones o la violación de un tabú sexual pueden desencadenar enfermedades o causar la esterilidad.
1 comentario:
Me encanta aprender cosas buenas de cualquier cultura. Gracias Elie por compartir tantas cosas con todos nosotros.¡Menuda forma de enriquecernos! Gracias otra vez por tu generosidad
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