Día 30 de octubre 2007. Antes de que el presidente del tribunal terminara de dar lectura al resumen de la sentencia condenatoria, los dirigentes políticos ya tenían perfilados sus discursos sobre la misma sentencia. Un día antes, Mariano y ZP habían anunciado comparecencias ante los medios de comunicación para fijar sus posturas. Y así fue. Ni el sentido común, ni el respeto a las víctimas lograron impedir que Mariano volviera a cuestionar la autoría de las matanzas de Madrid, dando oxígeno a sus incondicionales monaguillos. ZP volvió a su discurso de siempre: el juicio del 11-M es la prueba de que el estado de derecho es más fuerte que la absurdez de los fanáticos y que las intenciones demoníacas nunca podrán vencer el buen corazón de los ciudadanos libres, comprometidos con la paz mundial. ZP no se atrevió a declarar lo que muchos piensan: Rajoy y sus acólitos están dispuestos a utilizar el atentado de Madrid, incluso a despreciar las lágrimas de las víctimas, con tal de arañar un puñado de votos en las próximas elecciones nacionales.
1 comentario:
Así son las cosas, majos. Las víctimas importan un cojón. Los votos, sí que importan. Hay que joderse, sabes.
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