domingo, 28 de septiembre de 2008

La profecía del mal

Profecía para el mundo occidental

Tal como va la situación económica mundial no es de extrañar que una maño negra provoque un potente conflicto armado para reactivar la economía y el optimismo de los ciudadanos occidentales. Un antiguo filósofo decía que “la guerra es el padre de todas las cosas”, y no son pocos quienes piensan que la guerra permite construir sobre las ruinas, y que económicamente es más rentable levantar un edificio nuevo que intentar una reforma que nunca se acaba. Hace poco hubo un pequeño intento de desestabilizar los países del entorno ruso. Los rusos acusaron a los republicanos norteamericanos de estar detrás de los guerristas, y la administración Bush sacó a la luz los métodos poco democráticos de Rusia. Al parecer los líderes europeos no veían la oportunidad de una guerra en sus fronteras, sobre todo porque no saben si su próximo aliado ser Obama o Mcaan. Por eso el incansable Nicolás viajó a la zona para que el fuego no se propagara antes de tiempo. Pero eso no quiere decir que los estrategas occidentales no estén pensando en la necesidad de una economía de guerra como remedio imprescindible para la situación actual.

Profecía para el mundo de los pobres

Los países pobres siguen hundiéndose en la miseria. La escasez de los alimentos básicos es un hecho real en muchos pueblos. La esperanza en este otoño que acabamos de estrenar es el único sueño posible. Si la situación continúa así de mal, probablemente a comienzos del próximo año surjan nuevos líderes desde las montañas que con sus fusiles prometan pan para los campesinos. Se llevaba un par de años sin muchos sobresaltos generalizados. Algunos conflictos eternos como los de Sudán, Palestina, Irak o Afganistán ya no son económicamente rentables pero hay que mantenerlos activos, por si acaso. Pero la pedagogía de la amenaza es urgente. La llegada masiva de los inmigrantes al mundo occidental ya no despierta compasión y lo de “nosotros somos afortunados, no como esa pobre gente” ya no cuela. Por eso cuando se reactiven los conflictos armados los ciudadanos occidentales volverán a ser conscientes de que están viviendo en el mejor mundo posible y es necesario seguir trabajando duro para conservarlo intacto.

Una idea clara

Todo este rollo de reflexión es para concluir que es necesario inyectar una dosis de optimismo e ilusión en la sociedad conformista occidental. ¿Cómo? Tal vez lo que no ha conseguido la religión y la ideología lo consiga una economía de guerra. El tiempo lo dirá y mi plegaría es para que este planteamiento esté completamente equivocado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y ojalá querido Elíe tu planteamiento, como dices, esté completamente equivocado, aunque lo de sociedad conformista occidental no es del todo cierto. Para unas cosas es conformista, si los pobres son los demás, simplemente nos apena y no se hace nada, sólo lamentarlo, pero si la pobreza nos impide salir de vacaciones o quedarnos en casa, entonces a luchar y a pisar al que se ponga delante con tal de seguir con el mismo status social de siempre, aquí si que no hay conformismo. ¡Qué horror!
Inyectemos como tú dices enormes dosis de optimismo, alegría y mucho amor, no sé como hacerlo, pero busquemos alguna fórmula y empecemos nosotros, todo es contagioso y ojalá se extienda de forma que llegue muy, muy lejos, y los que más lo necesitan se vean reconfortados en este mundo a veces tan duro y tan cruel.