viernes, 14 de octubre de 2011

La muerte

He leído un pequeño discurso del recién fallecido Steve Jobs hablando de cómo la posibilidad de la muerte propia redimensiona la forma de vivir temporalmente en este mundo. Estoy completamente de acuerdo con él. En mi reflexión sobre “Caminar en la fragilidad” defiendo que aunque nuestra experiencia no va más allá de la observación del nacer y del morir de otras personas, tenemos la seguridad de nuestra muerte. Es más: la previsión anticipadora de la muerte afecta a nuestro modo de vivir en el tiempo. La desaparición de las personas queridas nos hace vivir intensamente la muerte y concebir mejor la nuestra. Incluso para "los que parecen ser hijos de otro dios", la muerte patentiza su vulnerabilidad. El mismismo abominable Hitler que causó tanto dolor a la humanidad, murió “acojonado” como tantos desgraciados que de vez en cuando la humanidad vomita por error.
La mayoría de los seres humanos somos concientes de que la muerte no es un momento, es un proceso. El proceso biológico comienza bien pronto. El organismo se va deteriorando. Una dolencia lo acelera. Una enfermedad terminal lo precipita. Albert Camus dice que “los hombres mueren y no son felices”. Las desgracias de que somos víctimas cuando padecemos el mal causado por la violencia de la naturaleza (tormentas, terremotos, huracanes, el dolor, la vejez o la enfermedad) nos recuerdan lo frágil, ambiguo y vulnerable que es nuestra vida. Hay una especie de proceso biológico del vivir caminando hacia el morir, y a través del morir, hacia tal vez el sobrevivir.
Hace un par de años una cantante española muy conocida fue atacada por un cáncer. Recurrió a las mejores clínicas españolas. Invirtió parte de la fortuna de su marido en tratamiento en clínicas avanzadas de Estados Unidos. Al final volvió para morir en España. Lo intentó todo y no ganó nada más que el sufrimiento, la decepción, la pena de una derrota anunciada. Aunque se confesaba católica y se la veía en las distintas procesiones, no supo o no pudo aceptar que la muerte forma parte de la vida, y esto le trajo mucho sufrimiento.
Hay quienes confunden vencer un cáncer con vencer la muerte, y no celebra su éxito medical como una oportunidad para armonizar sus vidas y caminar hacia la muerte. Jean Jacques Goldman, cantante francés, dice que no se puede vivir como si mañana no fuéramos a morir (On ira): «Tous ces gens que l'on voit vivre comme s'ils ignoraient qu'un jour il faudra mourir, et qui se font surprendre au soir».
Lo que realmente me interesa reflejar en esta pequeña reflexión es que tenemos que ser conscientes de nuestra muerte, no como algo ajeno a nosotros sino como parte de nuestra vida. Lo que me preocupa no es mi muerte, sino el sufrimiento inútil que pueda rodearla. Digo “sufrimiento inútil” porque la muerte es inevitable: el sufrimiento puede aliviarse.

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