5.-«Jamais l'ombre d'un chagrin ne passait dans nos cœurs»
No hay nada que nos plenifique como el primer amor. Ya hemos dicho que este primer amor es la medida de todos los demás amores, y que además vamos buscando siempre lo que un día soñamos con nuestro amante. No hay sombra de tristezas en el corazón de los primerizos. No hay temor a perderse en el otro; sólo hay deseo de fusión eterna. Lo que hace que el primer amor sea tan bonito y tan necesario es que nace con fecha de caducidad, pues no hay felicidad eterna. La vida es un vaivén, es como las estaciones solares. A veces hay sol, otras veces hay sombras. La brevedad de los buenos momentos nos recuerda que la vida es una lucha continua, un baile entre el amor y la muerte como bien lo descubrieron los clásicos griegos.