Mansión de Teodorín Nguema Obiang en California
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Aunque son mis queridos dictadores africanos, para que sus acólitos no se ofendan, quisiera, ante todo, ofrecer una aclaración. Alpha Blondy, gran cantante de Costa de Marfil, canta que “le gouvernement élu une foi, élu deux fois, élu trois fois, élu cuatre fois, ça devient de la dictature”. Un presidente elegido una vez, elegido por segunda vez, elegido por tercera vez, elegida por cuarta vez, se convierte en dictador. Así las cosas, no creo que nadie se ofenda si llamo dictador a todo aquel presidente que está en el poder desde antes de 1990. 22 años en el poder me parece más que suficiente para ceder el sillón al siguiente salva-patria. O ¿no?
Mi querido dictador africano, ¿desde cuándo está usted en el poder? Se lo
recuerdo:
1979: Guinea Ecuatorial: Obiang Nguem
Edificio de Teodorín Nguema Obiang en Paris
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1979: Angola: Dos Santos
1980: Zimbabwe: Mugabe
1982: Camerún: Paul Biya
1986: Uganda: Museveni
1987: Burkinafaso: Blaise Compaoré
Mis queridos dictadores africanos se autonombraron “padres de la nación”
y les gustan títulos honoríficos como Anciano (templo de la sabiduría para los
africanos) o Padre
(aquel que procura el alimento para su familia). Casi siempre llegan al poder
por las armas con un apoyo incondicional de los dirigentes occidentales, y
suelen tener las cárceles llenas de los que no le adoran.
En muchos países africanos, no hablar bien del
señor presidente está penado. Criticar la gestión del señor
presidente implica exponerse a un atentado mortal, a la cadena perpetua, o (si
tienes apoyo de algunos dirigentes occidentales), exilio perpetuo. Periodistas
asesinados, opositores encarcelados, obispos bautizando a los retoños
presidenciales, dirigentes
europeos abrazando a los asesinos de la Republica, un mundo de hipócritas y
sanguijuelas de esta y de la otra orilla. Como diría mi amigo
Pierre, es el
“ping-pong” de los dirigentes blancos y negros.
Parafraseando un
famoso anuncio televisivo de hace unos años, el dictador negro le pone la crema
al presidente democrático occidental, y éste le responde con un masaje
relajante. Más qué la erótica del poder, es la orgía en la política internacional. La pena es que
siempre se jode al mismo de allá que de aquí: el pueblo indefenso.
Mis queridos dictadores africanos actúan de la misma
forma. Mientras
su pueblo muere de hambre, ellos amasan su fortuna en los bancos suizos, con el
visto bueno de los dirigentes europeos que sacan sus tajadas,
principalmente a través de la venta de armas y de los contratos millonarios de
sus empresas. La familia presidencial controla el comercio interior y exterior:
las granjas, las empresas privadas, el transporte público, los medios de
comunicación,… toda
la maquinaria económica gira en torno a la casta presidencial.
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Mis queridos dictadores africanos poseen bienes
lujosos en Europa, donde sus allegados suelen pasar larga temporada a costa de
las arcas estatales. Colocan a sus retoños en todas las instituciones más
poderosas: ejército, policía, política internacional, presidencia,
etc. Teodoro Obiang (Teodorín), hijo del presidente de Guinea Ecuatorial, es su
vicepresidente. Al parecer todo Paris conocía las mansiones lujosas de este
defensor del pueblo guineano, hasta que por vergüenza ajena los jueces
franceses han ignorado las recomendaciones de los diplomáticos franceses y han
embargado sus bienes y han emitido una orden para su búsqueda y captura.
Mientras tanto, muchos de sus compatriotas sobreviven con menos de un euro al
día.
Respaldo:
-Foto de la Mansión en Malibú (California):
-Foto del inmueble de Paris: