Mi hermano aprendió a leer en los años sesenta. Mi hermana mayor no piso la escuela. Las siguientes no terminaron la escuela primaria porque tuvieron que optar entre trabajar y estudiar. Yo soy licenciado por la Universidad Pontificia de Salamanca.
Recuerdo con cariño los veranos que pasaba con mi hermana mayor enseñándole a leer. Aprovechaba las vacaciones de verano para ir introduciéndole en el mundo de las letras. Ella, por ser mayor y mujer fue sacrificada para cuidarnos. ¿Alguien puede burlarse de ella porque no sepa leer y escribir? Si no nos hubiera separado la guerra, estoy seguro de que habría conseguido que aprendiera a leer y a escribir. A ella le debo respeto y agradecimiento, a parte del cariño que les tengo a todos mis hermanos. Por eso cuando veo reportajes como éste de Intereconomía que podéis ver en este enlace (http://www.youtube.com/watch?v=GiktKcTFL48 o este http://www.youtube.com/watch?v=xvx4sjQspnM) me pongo triste. Os transcribo el argumento entre comillas:
“¿Cuál es la efectividad real de los preservativos en África? Si nos detenemos al prospecto de una caja de los profilácticos, vemos que da las siguientes instrucciones: mantener en un lugar fresco y seco, algo imposible con el clima del continente. También tener cuidado y no rasgar el producto con las manos. En fin la manicura de África no destaca. Es dudoso que los africanos lleguen a aplicar directrices como las de tener cuidado al desplegar la funda. Muchos habitantes de zonas rurales del continente negro tienen unas manos que pueden ser no aptas para la manipulación del preservativo. Pero es que si a esto sumamos que los ciudadanos del tercer mundo no saben leer, el uso del preservativo puede ser un peligro”. Rafa G. García de Cosío.
Tipos como este reportero de Intereconomía TV creen que en África hace mucho calor y que todos los negros son musulmanes y, por supuesto, no saben leer y escribir. Yo soy ciudadano del tercer mundo, he estudiado en una universidad española y sé utilizar correctamente el condón porque me lo enseñaron en la escuela cuando aún no tenía ni 18 años. El problema es que el preservativo lo fabrican los blancos y no miden bien el tamaño. ¡El pene de los africanos es tan grande que es imposible que no rompa el preservativo durante el coito!
Según Intereconomía, “muchos habitantes de zonas rurales del continente negro tienen unas manos que pueden ser no aptas para la manipulación del preservativo”: recuerdo con ternuras las caricias de las manos de mi madre y sé distinguir sus uñas de las de un gato o de esas señoras que con uñas pintas de rojo y abrigos de piel no me ven porque van apresuradas para no llegar tarde a la comunión diaria. Quienes me conocen saben que tengo muchas marcas en mi cara: por supuesto que son huellas de la falta de manicura de mi madre.
Fuera de broma, como soy católico y creo que es un deber enseñar al que no sabe leer y escribir, aconsejo a los directivos de intereconomía que envíen sus reporteros a CIDAF en la calle Gatzambide o a Mundo Negro en Arturo Soria (Madrid). Son dos centros de estudios africanos gestionados por católicos: los padres blancos y los combonianos (que los de Intereconomía no tengan miedo de ser contagiados por el islam). Se sorprenderán de la capacidad intelectual de los africanos desde que tuvieron la oportunidad de aprender. Mi amiga Pilar que trabaja con los chavales africanos en Madrid puede confirmar su capacidad de aprendizaje y afán de superación. Ella tiene un blog donde recoge las publicaciones africanas. Como no tengo a mano la dirección y sé que visita muy a menudo mi blog, estoy seguro de que amablemente dejará un comentario con la dirección completa para que Intereconomía no sea víctima de su ignorancia (porque no creo que creyentes como yo tengamos prejuicios hacia alguna raza).
Hay de todo en todos los sitios. Hay gente con uñas largas en África, igual que hay gente que huelen mal en España. Pero no por eso vamos a generalizar. No podemos decir que todos los miembros del Opus Dei son fariseos. Habrá gente que cumple el mandamiento del amor, pero también habrá miembros que ponga cuernos a sus parejas. Ya se sabe que “la iglesia es santa y pecadora”.