viernes, 15 de julio de 2011

"El Gran Hermano"

El último escándalo de un periódico inglés confirma que ya no hay vida privada, que lo que llamamos secreto deja de serlo en el momento en que sale de nuestros labios. De modo que si queremos que una historia sea secreta, la única forma de conseguirlo es no contarlo. Porque en este mundo hay individuos que se empeñan en contarlo todo; individuos que se emocionan cuando son capaces de consumirlo todo; individuos que se dedican a descubrir historias que deberían ser restringidas.

Imagen del buscador Google.
Hay un ojo grande que lo ve todo. Cuando conectas tu ordenador a la red, gran parte de tus actividades se registran con la IP personal de tu equipo. Cuando envías un correo electrónico, la carretera que lo lleva al destinatario pasa por un montón de ordenadores conectados a la red, siendo imposible no dejar parte de ese mensaje a la vista de muchos curiosos que se dedican a espiarlo todo. Con encender tu móvil, la tarjeta SIM se conecta a la antena más cercana y empieza un control exhaustivo de tus movimientos y de tus actividades telefónicas. Todo se registra. Todo se puede publicar, a pesar de la ley orgánica de protección de datos. No hablemos ya de nuestra entrega generosa al público a través de redes públicas.

Los entendidos en la materia no cesan de avisarnos que no conviene publicar fotos privadas en nuestros perfiles públicos, y mucho menos publicar fotos de niños o amigos (sin su previo consentimiento). Porque siempre hay un gracioso que etiqueta la foto con todos los detalles. La entrega generosa de nuestra intimidad crece al mismo ritmo que el ansía de pervertidos para satisfacer sus “desviaciones”. De modo que estos pervertidos se van de caza sin salir de sus escondites. Consiguen fotos de niños con tan sólo un clic; manejan fotos de una borrachera sin haber estado en la fiesta; adquieren videos íntimos sin amenazar a nadie. Porque somos nosotros quienes entregamos generosamente nuestras vidas íntimas al público. Y la mayoría de las veces no somos conscientes que lo que subimos a la red no tiene retorno. Y cuando nos damos cuenta, el mal ya está hecho. Si nos hacemos una foto delante de nuestras casas y la subimos a la red, estamos facilitando el trabajo al delincuente o incluso al mismo detective.

miércoles, 6 de julio de 2011

“Fuera del barrio”

La indignación del barrio de Lavapiés (Madrid) impidió, ayer, que la policía nacional acosara a los inmigrantes tal como viene haciéndolo. Conocíamos casos de policías que van de paisanos en Metro Madrid para acosar fundamentalmente a los inmigrantes de piel oscura: Plaza de Castilla, Aluche, Oporto,… más de una vez me he encontrado con un control policial en el suburbano madrileño y sólo pedía a papeles a negros, árabes y latinoamericanos de piel oscura. Al principio decía: “algo habrán hecho”. Pero cuando ví la frecuencia de esos controles empecé a mosquearme. Cuando Caritas denunció que la policía se colocaba a la entrada de los comedores sociales para pedir los papeles a los inmigrantes, todo empezó a encajar: ZP pasó de la regularización masiva al acoso policial sin pestañear, y eso me duele profundamente. Me duele porque llegué a confiar en él. Ahora no pediría ni un solo voto para sus actuales políticas. Entiendo que IU extremeña apoye al PP porque lo malo por conocer a veces es mejor que lo malo conocido.

Es vergonzoso. Un peruano, casado con una española y que tiene nacionalidad española me comentó, hace poco, que estaba harto de que la policía nacional le pidiera los papeles sin haber hecho nada y sin encontrarse en “lugares conflictivos”. Se extrañaba que cuando va con su mujer y su niña nadie le pide la documentación. Por ese motivo sospechaba que esos controles policiales tienen un carácter racista. Ayer quedó patente en el barrio madrileño de Lavapiés.

En la reunión de los indignados de mi barrio oí el mismo comentario, y un vecino de “piel blanca” propuso que en el momento que nos enteremos de esos controles sospechosamente racistas avisáramos a los vecinos para que acudieran y fueran testigos del acoso de los chicos de Rubalcaba. Ayer fue el día. Muchos hemos visto cómo los vecinos expulsan de su barrio policías armados hasta los dientes. Policías que, en lugar de proteger a los más indefensos, les persigue manu militari. Policías nacionales que son capaces de entrar en el Metro Madrid para detener, supuestamente, un chico que pretendía coger el Metro sin pagar. Cosa que me extraña, pues el número elevado de los vigilantes de seguridad que están en cada boca del Metro no permite que la gente se cuele fácilmente. Además no creo que el pueblo español pague a los policías para que se dediquen a juguetear en el Metro, con la cantidad de delitos que se comenten en los despachos de lujo.

En la última marcha de mi barrio, un señor me estuvo demostrando cómo sobra policía. “A ver si llega el PP y recorta tantos gastos inútiles”, me comentaba una señora convencida de que en España hay muchos efectivos de la policía nacional. Razón no le falta. Si la policía se dedica a perseguir a los inmigrantes que no tienen papeles, si la policía es rechazada por el pueblo, si la policía está perdiendo su prestigio ante la ciudadanía es porque algo no va bien. Siempre decía a los extranjeros que si se perdían por la calle solicitaran información a la policía. Tal como está la situación, hoy por hoy no le daría ese consejo a nadie. “Si ves un policía español, desconfía porque igual te detiene”.

Felicito a los vecinos del barrio de Lavapiés y me asumo a sus reivindicaciones:"Somos vecinos, no somos delincuentes". "Vergüenza, vergüenza". "Fuera del barrio". Si alguien se ha perdido la noticia, la puede consultar en este enlace del periódico “Público”: http://www.publico.es/espana/385511/vecinos-de-lavapies-impiden-una-redada-contra-inmigrantes.

sábado, 2 de julio de 2011

Atrapado por el capitalismo

El socialismo occidental está atrapado por el capitalismo triunfante y sin remordimientos. Los analistas afirman que la actual crisis económica tiene su origen en las ambiciones del capitalismo occidental de ganar todo a costa de todo. Paradójicamente, para salir de esta misma crisis, el capitalismo exige la desaparición de los gobiernos socialistas. En Reino Unido, en Portugal y otros países europeos, el socialismo ha cargado con las culpas que no son suyas. En EE.UU, en Grecia y en España, los gobiernos socialistas están asfixiados. Siguen tomando medidas dictadas por los causantes de la crisis para salir, supuestamente, de esta misma crisis. Instituciones como FMI que no fueron capaces de prevenir el desastre se sienten legitimadas para proponer la solución. Banqueros que dejaron hundirse el sistema están exigiendo soluciones inmediatas. Mientras tanto, los gobiernos que no causaron esta crisis no saben qué hacer para limpiar tanta basura.

En España, ZP ha perdido todo su apoyo popular porque está tomando medidas propias de un gobierno de derechas. Tal vez por eso los socialistas españoles creen que lo mejor sería poner fin a esta agonía política y anticipar las elecciones. Todo apunta que el Partido Popular llegará al poder, a pesar de que no ha revelado sus proyectos político-económicos. Es popular la imagen de Mariano Rajoy en una tumbona, a la espera de que Zapatero se hunda en las aguas capitalistas. “Yo mañana me voy a poner a trabajar”, declaró Rajoy en mayo pasado después de arrasar en las elecciones municipales. En realidad, la victoria del Partido Popular se debe al descontento de los izquierdistas que se niegan a votar a un socialista que actúa como capitalista, brazo ejecutor de las medidas más conservadoras jamás tomadas en España. Al que los medios de derechas llamaban “izquierdista radical” está tomando medidas propias de la extrema-derecha. El mundo al revés. Si ZP sabe que todas las medidas que ha tomado para levantar la economía española no han hecho más que aumentar la cifra de los parados, ¿a qué espera para cortar esta hemorragia convocando las elecciones? ¿Qué interés tiene en conservarse en el poder si sabe que no va a salvar nada? Muchos pensamos que ZP ha tenido mala suerte de gestionar una profunda crisis económica que ha empañado todos sus logros sociales. Es una pena que sea recordado por cinco millones de parados, cuando propició nuevos derechos en la sociedad española como el matrimonio gay, la ley de igualdad entre hombres y mujeres, la promoción de personas con discapacidad, la alianza de las civilizaciones y la palabra antes que el disparo. “No nos falles”, le dijo un joven que veía en su elección un soplo de aire fresco. “No nos representas”, le están gritando los indignados. De esperanza a la indignación, tan solo un paso.

viernes, 24 de junio de 2011

La representante de los indignados

Los indignados dicen que no tienen portavoces porque el pueblo se representa a sí mismo. Al menos es lo que dice la Constitución española: “todos los poderes emanan del pueblo” porque “la soberanía de la nación reside en el pueblo”. Pero los manifestantes quisieron entregar su soberanía a una señora mayor que asomada al balcón de su casa cerca de Atocha lanzaba besos cariñosos a los indignados. Ellos pararon la marcha, la dedicaron varios piropos y repetidas veces la dijeron: “Tú, sí que nos representas”. Sucedió el pasado domingo 19 de junio 2011 en las cercanías del Museo Reina Sofía.

Los indignados madrileños recorrieron todos los barrios pidiendo a los dirigentes políticos que no fueran rehenes o animadores de los banqueros que no cesan de engordar sus cuentas corrientes. Los políticos han caído en la trampa del capitalismo salvaje, y parecen estar convencidos cuando afirman que “el mercado exige reformas laborales”, que el Fondo Monetario Internacional exige más flexibilidad en los contratos laborales. Recordemos que el Fondo Monetario fue inventado por Occidente para proteger su economía. De hecho, la constitución de esta institución dice que su director debe ser siempre europeo. Ahora sus dueños occidentales están bebiendo de su misma medicina. Se ven en la obligación de aplicar lo que han estado recetando alegremente a los países en vía de desarrollo. Además, se ve que economías que parecían fuertes se están hundiendo ante el asombro de todos. Grecia está en bancarrota. Irlanda y Portugal han estado a punto de hundirse. Los especuladores capitalistas no dejan de zarandear la economía española para ver si se cae. Bélgica e Italia están en el punto de mira. Europa se ha dividido en los vecinos ricos del Norte y los vecinos pobres del Sur. Hay quienes han empezado a cuestionar las bondades de la moneda única.

sábado, 18 de junio de 2011

Las instituciones políticas en España

Tenemos muchas instituciones políticas en España. 19 estatutos de autonomía, de los cuales 17 corresponden a las Comunidades Autónomas y 2 a las ciudades de Ceuta y Melilla. 50 provincias, más de 8.000 ayuntamientos. Policía Nacional, Guardia Civil, Policía Autonómica Vasca, Policía Autonómica Catalana y Policías Locales. Ejército de Tierra, Mar y Aire. No entiendo porqué hay quienes se sorprenden del elevado gasto del estado español.

No es raro encontrarse con una oficina custodiada por dos o tres cuerpos de seguridad: un policía, más un guardia civil, más un vigilante de seguridad. ¿Es necesario malgastar los recursos estatales de esta manera? Hace tiempo que no paso cerca del Palacio de Oriente en Madrid. Creo recordar que el palacio estaba custodiado al mismo tiempo por la Guardia Real, la Guardia Civil, la Policía Nacional, la Policía Local y una brigada de bomberos.

La Casa Real, la Presidencia del Gobierno, las Presidencias de las Comunidades Autónomas. El Senado, el Congreso, las Asambleas autonómicas, las Diputaciones provinciales y los órganos municipales. Gran parte de estos “órganos” no hacen nada más que repetir lo que han hecho los otros. ¿Qué hace un diputado provincial? ¿Qué hace un diputado autonómico que no podría hacer un senador o un diputado nacional? ¿Es realmente necesario el Senado, cuando lo único que hace es dar visto bueno a lo que dice el Congreso? Si la disciplina del voto obliga a los diputados a votar lo que manda el partido, ¿para qué se necesita 350 diputados? Muchos gastos del estado español no tienen justificación.

Estoy de acuerdo con Felipe González cuando aboga por unificar los ayuntamientos y reducir el gasto público. No puede ser que haya varios cuerpos de policía, con sus correspondientes mandos, cuando se podría unificar y optimizar los recursos personales y materiales. El Estado español no puede soportar el gasto de tantos políticos que no se sabe muy bien a qué se dedican realmente: concejales en los ayuntamientos, diputados provinciales, diputados autonómicos, diputados nacionales y senadores. Por muchas reformas laborales que se haga, por muchos recortes en las inversiones públicas que se lleve a cabo, por tantos bandazos que se sigue haciendo, no se podrá equilibrar el gasto publico si no se revisa la función de la clase política y las instituciones creadas a su imagen y semejanza.

Me parece que lo más cómodo es cerrar el grifo de las becas, cortar la financiación a los investigadores, quitar las ayudas a los parados de larga duración, olvidarse de aquellos que tengan algún tipo de dependencia o discapacidad. Es indignante que el estado se gaste tanta pasta en las instituciones “innecesarias” y se dedique a marear a quienes solicitan una ayuda porque tienen un familiar con dependencia. Es indignante que unos pasen hambre mientras otros tienen tres sueldos y les parezcan normal. El que no se indigna es porque no quiere.

sábado, 11 de junio de 2011

Democracia real

Casi todos los llamados comentaristas o analistas políticas de los medios de comunicación rechazan la exigencia del Movimiento 15 M de la “democracia real”. Es cierto que no se puede comparar el tipo de democracia que tenemos en España con la democracia de muchos países. La participación ciudadana española es activa, aunque las normas intentan proteger los grupos de poder.

Parece que hace tiempo los grandes partidos políticos se pusieron de acuerdo para apropiarse de los instrumentos del poder a través de la ley electoral. Siendo legal, esta ley electoral es injusta. De hecho, el M15M propone su cambio porque no todos los votos valen lo mismo en España. Y esto es un fallo muy grave de la democracia. Los votos de IU valen menos que los votos del PSOE o del PP. Si a este fallo escandaloso añadimos que los partidos políticos nos exigen votar listas cerradas, la soberanía popular se reduce a la mera expectación. Si en una lista del PP hay un candidato al que yo no quiero dar mi voto, no puedo hacerlo. Si quiero que mi voto vaya al PP, sí o sí tengo que votar toda su candidatura. De lo contrario, se me obliga a no votar al partido que quiero. En las últimas elecciones de los eurodiputados me vi en esta encrucijada, y acabé por no ir a votar. De modo que la democracia española puede ser mejorada, tal como afirma el M15M.

Difícilmente se puede decir que el poder es servicio. Si así fuera, ¿cómo se explica tantas batallas para conseguirlo? Si los políticos sudan tanto para conseguir el control de las instituciones, no es por sus ganas de servir a los ciudadanos. Todo apunta a que muchos de ellos buscan conseguir intereses personales. Finalmente, como canta Alpha Blondy, un dirigente elegido una vez, dos veces, tres veces, cuatro veces: se convierte en dictador. “le président élu une foi, élu deux fois, élu trois fois, élu quatre fois : ça devient de la dictature”.

sábado, 4 de junio de 2011

¿Indignado? Por supuesto que sí

Como lo local es globalizable, me permito afirmar que los llamados valores tradicionales occidentales están atravesando una profunda crisis. De todas formas se veía venir. Dios fue expulsado por los intelectuales científicos con la intención de que la razón ocupara su sitio. Pero el reinado de la razón duró muy poco. El “carpe diem”, en sus distintas versiones, no tardó en decretar la muerte de la modernidad, el fin de los grandes relatos, la futilidad de las ilusiones y la prohibición de prohibir. Aún así, la situación parecía romántica si no fuera porque los oportunistas empezaron sus conquistas lentas pero letales. Dieron conciencia a las almas que deambulaban pacíficamente en las plazas públicas; predicaron que vivir bien no es ningún pecado; sugirieron que la única aspiración que vale la pena es tener mucho dinero y vivir a pierna suelta. Ahora todos estamos embaucados, con el agua llegándonos al cuello y las facturas desbordando nuestros buzones de correo. Nos damos cuenta que hemos caído en la trampa del consumismo pero no tenemos salidas. Nos escandalizan mil personas acampadas en nuestras plazas públicas reclamando mejoras económicas, pero no nos indignan que cinco millones de parados estén arruinados. Nos parece normal que un político con tres sueldos hable en nombre de los sintechos. Nos parece católico que un Papa prohíba utilizar los preservativos en lugares donde el Sida está arrasando, y no nos indignan que el mismo Papa sea compasivo con sus chicos pederastas porque la sociedad está montada así: trincar lo que sea es lo ideal. Sus cachorros se juntan para prometer la virginidad hasta el matrimonio, pero al día siguiente los servicios de limpieza se escandalizan de tantos preservativos en los cubos de basura. Pareciera que el orgasmo espiritual provoca orgías sexuales.

Es cierto: donde unos bendicen, otros maldicen. España vende piezas para reparar los aviones militares del coronel libio, pero al mes siguiente envía sus pilotos para destruirlos. Estados Unidos se une con Europa para defender al pueblo libio, pero sus barcos militares no socorren a los refugiados libios que mueren ahogados en el mar mientras las cámaras de última generación graban su último suspiro. ¿Qué más da? ¿Alguien se escandaliza por eso? Somos Occidente, “el puto amo del mundo” como diría el otro. Al enemigo de Estados Unidos se le pega un tiro y se le lanza al mar sin juicio. ¿Y qué hacer con el enemigo del pueblo árabe? ¿Qué hizo Alemania con Hitler? Reírle las gracias hasta que se vio de rodillas, bebiendo sangre humana en vaso de diamantes. ¿Qué hace España con los cachorros hitlerianos que están naciendo en todos los sitios? Nada. El derecho de expresión pareciera ser más importante que el derecho a la vida. Además en Occidente tenemos lágrimas suficientes para derramar cuando el racismo empiece a dinamitar algunos pueblos catalanes.

Al final tendré que dar razón a quienes creen que los dirigentes occidentales son oportunistas, y que la civilización occidental es profundamente hipócrita, violenta, anti-humana. Tiene facilidad para afirmar una cosa y negarla al mismo tiempo. Trafica con seres humanos para abolirlo después (trata de negros). Provoca guerras mundiales para montar, después, la organización de las naciones unidas. Forma militarmente a Bin Laden o a Sadam Hussein, para eliminarlos después. Recibe al coronel libio en sus palacios para, llegado el momento, cargarse a dos de sus hijos. Construye una escuela infantil en una aldea congoleña para que sea destruida, meses después, con una bomba fabricada por ellos mismos. Eso sí, es necesario que en la escuela haya alumnos para que pueda ser destruida. Lo malo para Occidente debe ser lo malo para todo el mundo. Sin embargo, a mi me cuesta diferenciar las actuaciones policiales de Egipto de las actuaciones de los mossos en Catulanya contra los indignados del 15 M. Lo nuestro es bueno, lo de ellos es malo. Así, los llamados valores tradicionales occidentales seguirán atravesando una profunda crisis. En términos eclesiásticos, quienes necesitan evangelización no son los pobres de Santo Domingo sino los dirigentes occidentales. Por eso algunos dicen que es un insulto a la inteligencia el hecho de que haya quienes pretenden universalizar los valores occidentales. Acepto la autocritica. Como diría Bob Marley, “Occidente es un mundo de ratas”, un mundo de lujos y miserias; de limusinas con gente pidiendo limosnas, de rascacielos y sintechos que duermen en los cajeros de bancos; de palacios municipales en Cibeles y chabolas en Entrevías (Madrid), de una dirigente castellanomanchega con tres sueldos y cinco millones de parados. ¡Sobran motivos para indignarse!