viernes, 30 de septiembre de 2011

La maldición de La Moncloa

Acosado por la oposición y traicionado por los suyos, el presidente Adolfo Suárez (1976) salió del complejo presidencial sin penas ni glorias, a pesar de su gran aportación a la transición española. Ha tenido que esperar más de treinta años para que se le reconozca su labor en el gobierno de España después del General Franco.
Al presidente Leopoldo Calvo Sotelo (1981) a penas se le recuerda como jefe del gobierno, a pesar de que aterrizó en La Moncloa en plena tensión social y supo estabilizar la situación política que condujo al joven socialista Felipe González (1982) al sillón presidencial.

El Señor González estuvo allí hasta que la corrupción, el paro y la ineficacia en la lucha contra el terrorismo se instalaron en su entorno. Los medios de comunicación dejaron al descubierto el lado oscuro de su administración; la oposición de José María Aznar le repetía continuamente aquello de que “váyase Señor González”, y los votantes le hicieron salir de La Moncloa sin aplausos.

En 1996 llegó Aznar, estabilizó la situación laboral de los españoles, puso seriedad en la administración pero acabó metiéndose en una guerra que ni nos iba ni nos venía. A pesar de las protestas del pueblo, el Señor Aznar prefirió agradar a su amigo Bush y mandó el ejército a Irak sin consentimiento del Congreso. El divorcio con la opinión pública española que ya estaba en marcha se firmó en la gestión de los horribles atentados de Madrid. Sus méritos fueron borrados por su empeño en gestionar mal la mayoría absoluta.

Llegó José Luis Rodríguez Zapatero, con un mandato de que no fuera como sus antecesores: “No nos falles”, le gritó un joven en la noche electoral de 2004. Trajo el ejército de Irak, legalizó la situación de miles y miles de inmigrantes sin papeles, normalizó la dignidad de las relaciones homosexuales, aprobó varias leyes sociales y puso en marcha un contacto con África a través de los distintos encuentros con las mujeres africanas. Empezó su segundo mandato presidencial negando la existencia de la crisis económica y terminó ejecutando políticas propias de un gobierno de derecha. Finalmente ZP contradijo a ZP: blindó el suburbano madrileño con la policía nacional para acosar a negros y latinoamericanos de piel oscura; eliminó el cheque-bebé; rescató a los bancos, decepcionó a sus votantes y entregó el sillón presidencial a Mariano Rajoy. Casi ocho años después, ZP está soportando heroicamente aquello de que “no nos representas”. Parece la maldición de La Moncloa. A ver si algún día lo investiga Iker Jiménez.

martes, 20 de septiembre de 2011

Los recortazos económicos

Nuestros dirigentes intentan convencernos que para salir de la crisis económica (en la que nos han metido ellos mismos), deben realizar recortes económicos en educación, en sanidad, en administración público. Me parece buena idea ahorrar todo lo que podamos para poder salir de esta crisis. Pero, ¿por qué los políticos no hacen los recortes donde realmente sobre personal?

¿Tenemos necesidad de tener 350 diputados, con sus asesores, si a la hora de la verdad las decisiones se toman siguiendo las directrices del responsable del partido? La misma Constitución española dice que el número de los diputados debe ser 300 como mínimo y 400 como máximo. Bajemos el número de los diputados a 300 individuos, ya que no tenemos necesidad de reformar la Constitución.

¿De verdad necesitamos 4 senadores por provincia? Y no hablemos ya de los diputados autonómicos (que en este momento de recortazos, todos ellos sobran), de las diputaciones provinciales (que no sabemos a qué pintan dentro de la administración pública). ¿De verdad para gestionar un ayuntamiento como el de Salamanca es necesario tener 27 concejales?

¿De verdad los políticos trabajan más que los maestros? ¿De verdad los políticos aportan a la sociedad más que los docentes? ¿De verdad necesitamos tener un ejército, con tantos gastos, en misiones que no nos importan en este momento? ¿Es necesario que un político ocupe tantos cargos y cobre por ello? Hágase los recortes económicos, pero hágase adecuadamente. No apunten al más débil, al que menos pinta en la sociedad.

El Occidente civilizado se lleva las manos a la cabeza cuando ve por la televisión cómo la policía o el ejército de algún país pobre se ensañan con los ciudadanos. Cuando ocurre en nuestra propia casa, anunciamos expedientes que se eternizan y que acaban en un cajón cuando los medios de comunicación pasan página (recuérdese la violencia que utilizó la policía española contra los indignados de Barcelona o de Madrid durante la visita del Papa). El acoso a los inmigrantes en Metro Madrid no es la violación de los derechos humanos; la retención en los centros de internamiento para los extranjeros no es la negación de los derechos humanos; lanzar bombas en las poblaciones de Libia es una acto de liberación; destruir el estado de Irak es una manera de garantizar la seguridad mundial. Vamos, Occidente es “la hostia”, incluso cuanto recortan los derechos humanos, los derechos económicos y los derechos sociales.

No protestamos cuando nuestros políticos recortaron los derechos de los inmigrantes porque no nos afectaban; no protestamos cuando en Cataluña empezaron a cerrar las urgencias porque no éramos catalanes; no protestamos cuando los jueces empezaron a ejecutar los desalojos hipotecarios porque no nos afectaban; nos protestamos cuando Madrid despide a más de tres mil profesores porque no pertenecemos a esa “casta” eternamente en vacaciones. No protestaremos cuando mañana se privatice el aire que respiramos porque estaremos ahogados. O protestamos ahora, o nunca llegaremos a protestar contra los recortazos de nuestros políticos.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Tengo miedo

Tengo miedo de la visita de Sarkozy y Cameron a Libia (tanta generosidad me parece sospechosa). Espero que el saqueo del oro negro por parte de Francia e Inglaterra no sea el motivo de dicha visita en nombre de la libertad. “Llegar antes que los chinos”, habrán acordado.

Tengo miedo de la mayoría absoluta del Partido Popular en casi todas las Comunidades Autónomas porque la privatización de la educación y de la sanidad puede ser el final del estado de bienestar y la desaparición de la clase media en España. De todas formas, ZP ha hecho lo mismo y se supone que es socialista. Miedo me da.

Tengo miedo de los Medios de Comunicación que me bombardean todos los días con el hundimiento económico, el rescate de no sé cuántos países, la nota de las famosas agencias de calificación, los debates estériles de los tertulianos y los columnistas que parecen terroristas de la palabra.

Tengo miedo de la inestabilidad económica, del fracaso afectivo de tantas parejas, de la soledad de cada uno de nosotros, del estrés, de la depresión, del guardar las formas, de la enfermedad, de la maldad, del acoso en nombre de la ley.

Tengo miedo del agua que bebo, de la comida que compro en el súper, de las ondas de mi microondas, de la antena wifi de mi teléfono móvil, de lo que escribo en mi blog. ¿Puede ser una obsesión mía? Porque de algo hay que morir, ¿no?

Tengo miedo porque soy consciente de que caminamos en la fragilidad y en cualquier momento todo puede hundirse ante nuestras propias narices. “Tengo miedo”, como cantaría “La Pantoja”. Y tú, ¿tienes miedo?

martes, 13 de septiembre de 2011

Los Mercados

Llevo varios días leyendo y escuchando en los medios de comunicación que los mercados necesitan recortes socio-económicos para que se calmen y no hundan el presente de Grecia, Irlanda, Portugal, España, Italia o Bélgica en la miseria. Nadie ha sido capaz de decirnos “qué es eso de los mercados”, que en realidad no son más que simples inversores, versus empresarios, versus especuladores a la caza del euro más fresco.

En un continente supuestamente transparente, seguimos sin saber quiénes están detrás de las agencias de calificación que siguen tumbando economías occidentales. Seguimos sin saber quiénes controlan las grandes inversiones y quiénes compran las deudas de los países más pobres de Occidente. Ahora dicen que Grecia va a abandonar la moneda única. No me extrañaría.

El euro no nos ha traído más que empobrecimiento. Con el euro, los espabilados aprovecharon para subir los precios de los productos básicos, confundiendo 8.000 pesetas con 80 euros. Los tasadores de hipotecas exageraron la bondad de los edificios. Los jueces siguieron invirtiendo su tiempo en localizar, detener y castigar a los camellos. Los ladrones de guante blanco siguieron tomando el sol en las playas más paradisíacos. No entiendo porqué la policía, el poder judicial o la fiscalía no dedican más tiempo en localizar y destruir los paraísos fiscales y las guaridas de los especuladores. ¿La transparencia occidental? No, gracias. Todo está al servicio de algunos intereses ocultos.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Rajoy o “estaba así cuando llegué”

La escena es muy enternecedora. Homer Simpson (la serie de Antena 3) acaba de ser envenenado por un pescado mal preparado y su médico le ha comunicado las horas de vida que le queda. Ante la inminente llegada de la muerte, Homer adelanta su lista de las cosas qué hacer antes de su muerte. Una de esas cosas es enseñar a su hijo cómo afeitarse. Durante el cursillo aprovecha para darle un consejo vital: no reconocer nunca la culpa. Ante cualquier tipo de acusación o pregunta, hay que responder: “estaba así cuando llegué”. El hijo, que es muy travieso, no tarda en poner en práctica su consejo. Tira una botella de agua oxigenada al suelo, y a la pregunta de su padre “pero, ¿qué haces hijo?” responde “estaba así cuando llegué”. Padre e hijo se funden en un abrazo cariñoso.

Rajoy, próximo presidente de gobierno español si nada cambia, ha empezado a poner en práctica la filosofía de Homer. Su número dos ha hecho lo mismo en Castilla la Mancha. Estuvo un tiempo repitiendo que había encontrado las cuentas en ruina, y cuando caló el mensaje (porque los socialistas no hicieron nada para contradecirle), subió el sueldo a sus consejeros y asesores. Cuando le pregunta por la mala situación económica de Castilla la Mancha responde que estaba así cuando llegó.

Rajoy ha empezado a insertar el mismo mensaje en la conciencia popular: “vamos a heredar una situación económica desastrosa y milagros no vamos a hacer. Pero no lo haremos peorr que los socialistas”. Creíble, ¿verdad? El único error que ha cometido es querer tocar la moral a todos los sectores: “los indignados que no son más que alborotadores, los maestros que no son más que vagos que no quieren trabajar unas 20 horitas, los sindicalistas que no son más que vividores, y los farmacéuticos que no son más que mercaderes sin ética”. Con sus afirmaciones y medidas, está despertando la bestia. Con toda seguridad, su gobierno se enfrentará a huelgas, manifestaciones y conflicto social con mucha violencia. Los golpes que ZP ha logrado esquivar rebotarán en su cara. Si yo fuese él, (pensando con egoísmo) seguiría con mi puro y mi güisqui criticando al dirigente de turno porque en la oposición, todo es fácil.