1.-El actual discurso socialista está mal articulado, desconcierta a sus militantes y no convence a sus votantes. La sensación generalizada es que el actual gobierno socialista está acabado.
2.- Si los dirigentes socialistas no creen en las medidas del decreto laboral difícilmente pueden convencer a sus militantes de base, por mucho que se esfuercen para explicarse. Si creen en estas medidas no pueden convencer a ningún socialista porque gran parte de las medidas favorecen al empresariado frente a la clase obrera que ve mermada los pocos logros sociales que había conseguido después del franquismo. El gobierno socialista ha intentado contentar a los mercados internacionales en contra de sus votantes. Y curiosamente el empresariado no acostumbra votar la izquierda. Tomando las medidas antisociales, el gobierno dio por amortizado su mandato. La única posibilidad que el partido socialista tiene para ganar las próximas elecciones es movilizar a todos sus cargos electos para patear pueblos y ciudades con un solo mensaje bien articulado y muy sencillo de captar. Se acabó eso de que un diputado no conozca a los compañeros de su agrupación. Probablemente los militantes vayan a votar porque están convencidos de sus ideas y defienden el partido, pase lo que pase. Pero no gastarán sus salivas para convencer a sus vecinos, amigos y familiares de que merece la pena ser de izquierda.
3.-El gran error del presidente del gobierno fue pecar por optimismo. Si hizo bien el diagnóstico de la actual situación económica no supo tomar las medidas preventivas. Al no ponerse en el peor de los escenarios, el gobierno fue sorprendido por la intensidad de la crisis. Toma las medidas demasiado tarde, sus miembros se contradicen entre sí, y da la sensación de estar sobreviviendo a golpes de improvisaciones. El sentir de la calle es que el partido socialista es incapaz de sacarnos de esta crisis económica. El gobierno está muy desgastado; los dirigentes socialistas carecen de discurso ideológico. Les da miedo hablar a los parados, a los funcionarios, a los jubilados. Piden sacrificio sin prometer nada a cambio.
4.- Fue un error poner el presidente, el secretario general y el vicesecretario del partido en la administración estatal. El partido se ha quedado huérfano. La cercanía de un compañero está eclipsada por la rigidez de los cargos ministeriales. La secretaria de la organización no supo emocionar a sus compañeros. En público le falta la gracia y le sobra la rigidez en sus movimientos. Probablemente podría ser una buena ejecutiva porque el papel de ser animadora le queda muy grande. Le cuesta conectar con sus compañeros. Sus discursos no entusiasman demasiado. Lo más seguro es que llegó al cargo demasiado pronto. Creo que el partido lo sabe y está intentando corregir el error al potenciar últimamente las apariciones de José Blanco porque él sí que conecta con sus compañeros.
5.- Los ministros de Zapatero están desaparecidos. Se mueven mejor en las distancias cortas. He visto sus entrevistas en la televisión y creo que son gente muy inteligente y controlan sobradamente sus materias. Pero el ministro, más que un gestor debe ser un buen comunicador y militante del partido, alguien capaz de dirigirse a los militantes de base como auténticos compañeros. Nadie espera que un secretario de estado o un subsecretario aparezcan en los meeting. Su sitio natural son los círculos de expertos, donde la discusión intelectual es argumental. Un orador no es un conferenciante. Un orador que intente argumentar en sus discursos aburre tremendamente porque los argumentos se dan en los medios de comunicación, en las mesas de debate y en los despachos. Ir a un meeting es como ir a Misa: los que van no necesitan que alguien los convenzan de sus convicciones porque ya están convencidos. Los fieles se reúnen para apoyarse mutuamente, para soñar juntos, para juntar fuerzas o para celebrar la alegría de compartir buenos sentimientos.
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