jueves, 20 de diciembre de 2012

Madrid: Cómo desprestigiar la escuela pública y potenciar la escuela privada sostenida por los impuestos de todos.

1.-Masificar las aulas públicas y esperar a que se hunda el sistema

Fuente de la imagen: google.es
El objetivo de masificar las aulas públicas es conseguir que el rendimiento de los alumnos sea nefasto y que los profesionales se sientan decepcionados por su esfuerzo inútil. Así, un profesor decepcionado se convierte en una garantía para el fracaso escolar de sus alumnos.

¿Cómo masificar las aulas públicas? Meter más alumnos en una misma aula, a poder ser, alumnos con necesidades escolares muy variadas (una mezcla exagerada de alumnos nativos con alumnos inmigrantes procedentes de sistemas educativos distintos al madrileño) y recortar el número de profesionales educativos (en caso de Madrid, la despedida de gran parte de profesores interinos).

¿Qué pasa en las escuelas privadas? Según los distintos informes, los colegios privados o semi-privados seleccionan sus alumnos según un perfil determinado (de modo que familias con renta económica más baja no puedan acceder a sus servicios). Ante la masificación de las aulas, una familia preocupada por la educación de su hijo, si tiene medios económicos, inscribirá su prole en los centros privados.

Conclusión
Con la dejada o estimulada masificación de las aulas públicas, la comunidad de Madrid fomentó indirectamente los colegios privados.

 
2.-Contar un relato muy sencillo

Esperanza Aguirre no hizo nada para evitar la masificación de los alumnos en las aulas públicos. Más bien fomentó el deterioro formativo en las escuelas públicas. ¿Cómo? Dejó de contratar a los profesores de apoyo para los alumnos más necesitados; no hizo nada para evitar que el gueto y la inmigración influyeran negativamente en el rendimiento académico de los chicos. Prometió luchar contra la indisciplina en las aulas elevando la figura de profesor a autoridad, pero no tomó ninguna medida concreta para favorecerlo. Más bien empezó un discurso de desprestigiar a los maestros llamándoles “clase privilegiada” y “pandilla de vagos”. Los padres más pudientes empezaron a sacar sus hijos del sistema público para evitar su fracaso escolar. Empresas próximas a los mandamases madrileños vieron la oportunidad para montar sus escuelas privadas, con fondos públicos. Y el último empuje lo dio Esperanza Aguirre provocando el enfado de los profesores al responsabilizarles del fracaso escolar porque son vagos. Vamos, que trabajan menos que el celebro de un político madrileño. Y el deterioro de la imagen de los maestros llegó con la marea verde.

Ver un maestro manifestándose por las calles madrileños provocó un shock para el gran público que asume que los maestros forman parte de una clase privilegiada porque cobran más y trabajan menos. Los políticos madrileños ordenaron a las fuerzas públicas hostigar la marea verde, y los maestros fueron considerados como unos gamberros urbanos, lo que deterioró más su imagen ante los alumnos y provocó la indignación de los padres. Esperanza Aguirre llegó a acusar públicamente a los maestros de enriquecerse ilegalmente con la venta de las camisetas verdes sin pagar el IVA. A los maestros madrileños no les quedaron más que dos opciones: retirarse antes de una derrota humillante o radicalizar el conflicto.

Hoy por hoy, la voz de los maestros madrileños está completamente apagada. La privatización de la educación ya no tiene ninguna objeción. ¿En qué fracasaron los maestros? Los maestros madrileños no supieron relatarnos su problemática en términos más comprensibles para el común de los mortales. Muchos madrileños no llegaron a simpatizar con su causa porque nadie les explicó dónde estaba el problema. En cambio, el mensaje de Esperanza Aguirre era simple y provocaba empatía inmediata: con lo que nos está cayendo en España, los maestros son un colectivo que tiene un puesto de trabajo garantizado; tienen más vacaciones que los demás trabajadores; tienen un sueldo por encima de la media española; trabajan menos horas semanales y no tienen desgaste físico. No resulta fácil desmentir un argumentario tan simple, por muy falso que sea.
 
Acostumbrados a preguntar lo que ya saben, los maestros pensaron que todo el mundo iba a saber distinguir entre manipulación, falsificación y verdad. Se equivocaron y fueron derrotados por la presidenta Esperanza Aguirre, a pesar de que sus reivindicaciones tenían una base sólida.

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