Carta a Dominique Habiyakare, Doctorado en Teología el 25 de mayo 2011 en la Universidad Pontificia de Salamanca: "De la mesa común y eucarística al "gusangira" en Ruanda. Desde Corintios y Gálatas"
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Monsieur l’Abbé Dominique,
Es la segunda vez que leo tu trabajo, y he de decir que ha sido un placer. Hace varios años leí también tu tesina. Sin duda en tu actual trabajo se nota la profundidad de tu investigación. Como ya sabes, algunos autores que citas en tu trabajo yo también los consulté durante mi estudio sobre “la inculturación de la vida religiosa en la cultura bantú”, estudio que no llegué a terminar por motivos que bien conoces y que aparqué definitivamente en 2004.
Había leído otras tesis sobre la evangelización de nuestros pueblos, y por supuesto he seguido con mucho interés (y a veces cabreo) toda la literatura que se ha publicado a raíz de nuestra guerra (1990-1994). En mi opinión, muchos de esos escritos son tendenciosos, por no calificarlos de basura. No se debería escribir desde el rencor o el temor, así como tampoco se debería escribir para justificar ciertos comportamientos. Cuando los escritos claramente ideológicos quieren ocupar toda la parcela de la verdad, la investigación académica sufre mucho. Por eso alabo tu trabajo porque no has entrado en lo que todo rwandés esperaría: condenar o intentar justificar los acontecimientos de 1990-1994. De hecho, si no se hubiese producido la guerra de Rwanda, tu estudio seguiría teniendo sentido.
Veo que realmente has estudiado el principio del encuentro entre el misionero y el rwandés. Normalmente los estudiosos de esta época carga la responsabilidad al hombre blanco que creía poseer la verdad y que no dudó en descalificar nuestros ritos y condenarlos al olvido (aunque nuestros padres seguían practicando los ritos de sus antepasados en secreto). Tú atribuyes la superficialidad de la evangelización tanto a los rwandeses que no se abrieron como a los misioneros que no quisieron o no pudieron entender el imaginario rwandés, un pueblo que se consideraba superior a todos sus vecinos, con las victorias militares del rey Rwabugiri en las vísperas de la colonización/evangelización. De hecho, el dicho era que “Ruanda conquista pero nunca es conquistado” (un poco de arrogancia pero apoyada en el hecho de que el ejército ruandés era invencible). Los mismos colonizadores no llegaron a someter la voluntad de los ruandeses. Los ruandeses no se enfrentaron con armas a los misioneros y colonizadores como hicieron algunos pueblos; su relación con el hombre blanco no fue muy conflictiva pero fue muy superficial. Es propio de una cultura hermética.
Algunos europeos llegaron a pensar que los rwandeses son mentirosos porque no dicen la “verdad europea”. Fíjate: el otro día se lo reproché a la mujer de mi sobrino porque me decía que después de la Misa mi sobrino había ido a visitar “alguien”, “en algún lugar” y que iba a llegar a casa en “cualquier momento”. Ese lenguaje sigue siendo habitual en Rwanda. No detallar la información sigue siendo la consigna en los ambientes populares. Entiendo que los misioneros no iban a captar toda la sabiduría ruandesa porque a parte de las dificultades del idioma, el ruandés es muy reservado, probablemente por el instinto de supervivencia como tú dices.
Estudiando los 6 elementos fundamentales de nuestra cultura, sobre todo revelándolos a los extraños, entiendo que te has ganado la desconfianza de tus hermanos ruandeses en tu futura relación con ellos porque no eres de fiar (es una broma). Quiero decir que no has querido maquillar o manipular la realidad como hacen algunos. Incluso me sorprende el análisis que haces de KUNYWANA (pacto de sangre). Hasta ahora todos los estudios destacaban su nobleza. Pero tú demuestras acertadamente que es un instrumento más del poder y que necesitaría mucha purificación.
A mi modo de ver, el análisis de los refranes y mitos fundacionales es muy acertado. Tuve la suerte de tener un vecino que sólo hablaba con refranes y era al mismo tiempo respetado como un erudito y temido como alguien que domina los espíritus a través de la palabra. No cabe duda de que la sabiduría ruandesa se esconde principalmente en los refranes populares y en los mitos (más o menos elaborados con interés socio-político). De modo que se puede decir que si entiendes bien los refranes estás en condiciones de entender el imaginario rwandés. Pienso que lo has logrado.
Así como sigo activo en el estudio de la sociedad ruandesa y puedo fijar puntos de vista sin dudarlo mucho, mi acercamiento al estudio teológico es, hoy por hoy, inexistente. De todas formas te diré que me alegra encontrarme con el mensaje del Papa Juan Pablo II durante su visita en 1990. Eres de los pocos estudiosos que se acuerdan que el Papa estuvo ahí, antes de la guerra. Por desgracia, tres semanas después de su visita llegó la guerra y no hubo tiempo para asimilar su mensaje. Pero nunca es tarde si la dicha es buena. Recuerdo, con cariño, los distintos preparativos, tanto al nivel parroquial como al nivel individual. Estoy seguro que si no hubiera sido por la guerra la sociedad ruandesa habría aprovechado la enseñanza del Papa para dar un paso gigantesco en su acercamiento a Cristo. De todas formas, creo que la muerte de tantos cristianos, y sobre todo sacerdotes y obispos es un testimonio del evangelio, a pesar de que hay quienes se empeñan en echar basura sobre la iglesia ruandesa porque algunos de sus miembros participaron en las matanzas. No entiendo porqué el mal de unos pocos tiene que esconder la bondad de muchos que arriesgaron sus vidas para salvar a los demás, aunque realmente no se pudo salvar a muchos. Desde el principio la jerarquía ruandesa dejó claro que todo aquel que hubiera participado en las matanzas sería llevado ante los tribunales. El mismo Papa Juan Pablo II se expresó en los mismos términos. De modo que no tiene sentido seguir arrojar la sombra de la sospecha sobre la iglesia, cuando muchos de sus miembros murieron en manos de unos y de otros. Por eso pienso que hablar de la evangelización del pueblo ruandés sin rencor ni arrogancia, como haces, es un mensaje necesario para que muchos estudiosos dejen de manipular los hechos. Por eso estoy seguro que tu estudio será una referencia para muchos. Me alegro que hayas tenido la valentía de proponer GUSANGIRA, cuando realmente la mayoría de los estudios proponen KUNENA y “machacar” al contrario. Incluso puedo decir que en las raíces de la crisis económica que estamos viviendo está la falta de GUSANGIRA. Perfectamente se puede proponer GUSANGIRA como una opción pastoral para la sociedad occidental.
En resumen, estos son los puntos que me han resultado interesantes:
1.-La responsabilidad compartida en la evangelización del pueblo ruandés. Normalmente se suele responsabilizar el poco éxito a los misioneros, pero tú concluyes que el pueblo rwandés no se dejó impregnar por la luz del evangelio.
2.-Todo el mundo sabe que los misioneros no entendieron la cultura que querían evangelizar. Demostrar qué es lo que debieron entender (GUSANGIRA) es lo que hace que tu estudio sea original (a mi modesto modo de entender).
3.-Proponer GUSANGIRA como elemento dinamizador de la vivencia del evangelio es algo novedoso. No conozco estudios que vayan en este sentido, al menos hasta 2004 que es cuando dejé de investigar sobre la “inculturación de la vida religiosa en la cultura bantú”.
4.-No te dejas influenciar por los acontecimientos de 1990-1994 que nos marcaron a todos y muchas veces condicionan nuestra forma de pensar. De hecho, aunque no hubiéramos pasado por la guerra fratricida, tu tesis seguiría teniendo sentido.
5.- Para captar el imaginario ruandés siguen siendo necesarios los refranes y los mitos fundacionales. Con todos los respetos, dudo que aquellos que no han mamado la cultura ruandesa puedan analizar con brillantez nuestros refranes como haces tú. Aunque yo mismo estudié algunos en la escuela secundaria, hoy por hoy no sería capaz de analizarlos como haces. De modo que admiro el enfoque que les das.