MANIOBRA DE DISTRACCIÓN |
Según la doctrina del
shock, para que una sociedad funcione económicamente debe haber
solamente dos clases sociales. Dicho de otra forma, la clase media española debe desaparecer.
Así de simple es la doctrina que impera en los círculos económicos más
influyentes en las sociedades occidentales. Sus voceros van de tertulianos en
los distintos medios de comunicación (bien pagados por sus amos) para defender
que un servicio gestionado por un funcionario se acaba arruinando y que la
clase política sobra en España. Hay quienes les creen. Un compañero (de
formación económica) me decía que la clase política sobra. Pero cuando le preguntaba por quién debe
mandarnos (porque alguien tiene que mandar), se aferraba al argumentario de que
los políticos son corruptos y no me contestaba. Hablo de una persona que tiene
dos licenciaturas universitarias.
El mensaje de la
doctrina del shock, maravillosamente analizado por la periodista Naomi Klein en
su libro La doctrina del shock: el auge del
capitalismo del desastre (2007), deja claro que el estado del bienestar no es más que parte de los restos
del socialismo romántico en capa caída.
Naomi Klein habla del “capitalismo del
desastre”, una teoría económica desarrollada en la Escuela de
Chicago bajo el economista Milton Fredman. Sus ideas fueron asumidas y
ejecutadas en varios países como el Chile de Pinochet, la Argentina de Videla,
el Reino Unido de Margaret Thatcher, los Estados Unidos de Ronald Reagan, la
Rusia de Yeltsin o la Irak post-Sadam Hussein.
La doctrina del shock necesita un desastre (da igual que el desastre sea natural
como el huracán katrina, provocado como
la guerra de Irak o irreal como el exagerado terrorismo internacional y sus
armas químicas). Thatcher llevó a su país a la llamada guerra de las Malvinas
por defender un islote que, en realidad no le preocupaba lo más mínimo (es como
si Aznar nos hubiera convocado para defender el islote del Perejil). Ganada la
guerra, “la dama de hierro” alcanzó una popularidad que le permitió actuar con
absoluta libertad a la hora de vender todo lo público susceptible de ser vendido.
Pero, ¿cómo hacer
desaparecer la clase media en una España en la que la clase media era la más
amplia? Dinamitando el estado de bienestar: provocar un gran número
de desempleados que dependan subsidiariamente del estado o de la caridad de
Caritas y Cruz Roja; excluir gran parte del pueblo de los beneficios del estado
de bienestar y privatizar la mayoría de los servicios públicos. Creo que nos
suena a todos las tres actuaciones del gobierno de Rajoy que seguiré
desarrollando en las siguientes entradas:
-privatizar los servicios públicos como la
educación y la sanidad;
-limitar el acceso a ciertos servicios
estatales como la justicia;
-retirar cualquier tipo de ayuda o becas para
los más necesitados.
Frente a estas
actuaciones encaminadas a dinamitar la clase media española sólo cabe una
actitud: elaborar
bien un relato de los hechos y desmontar las mentiras de nuestros actuales
dirigentes. Los maestros madrileños no lo consiguieron; los trabajadores
sanitarios parecen conseguirlo. En cambio, jueces
y fiscales han caído en su propia trampa:
según se ha sabido, pidieron al ministro Gallardón imponer tasas judiciales a
los ciudadanos para financiar sus planes de jubilación; el ministro les hizo
caso pero aprovechó para quitarles algunos beneficios que ya chirriaban para
una casta con los sueldos más elevados del estado. Y ahora pretenden manifestarse
con la excusa de que defienden nuestro bienestar. Lamentable. Yo me quedo con
los maestros y el personal sanitario.