Últimamente nos están llegando noticias de pederastia en la iglesia católica. Hace un par de años eran el escándalo de curas africanos que violaban a monjas y catequistas, contagiando el sida a algunas, y obligando a otras a abortar. Entonces la autoridad eclesiástica salteó el tema como suele ocurrir cuando el escándalo ocurre en el “Tercer Mundo”: “Bueno, en África todo es posible. Al fin al cabo son pueblos sin civilizar”, me comentó un sacerdote español. Ahora el escándalo está golpeando a las puertas de la “Gran civilización”, y son muchos los cristianos europeos que se preguntan si vale la pena seguir visitando templos donde pasean con orgullo y autoridad aquellos que están haciendo daño a niños indefensos. En Toledo, un cura salía del confesionario y se colocaba delante de una web cam para venderse como prostituto. Al fundador de los Legionarios de Cristo le salen hijos por todos los sitios. Uno de ellos dice que su padre le obligaba a masturbarle. Un escándalo en un México conservador. Tantas desviaciones en lugares sagrados dan mucho qué pensar. Hay religiosos que afirman haber oído un “run-run” respecto de conductas indecentes de sus compañeros, pero como son rumores no tienen pruebas para denunciarlo. En Estados Unidos, en Brasil, en Alemania, etc… algunas autoridades eclesiásticas guardaron silencio cuando se enteraron de los abusos de menores. Puede que algunos intenten aprovecharse de la situación para hacer daño a la iglesia católica, pero parece seguro que algunos de sus miembros están enfermos. Mientras la iglesia no tome medidas drásticas contra esos criminales y violadores (no creo que sean enfermos), lo prudente es alejarse de esos lugares donde abundan. Lo siento por otras buenas gentes que están viendo cómo se denigra la imagen de Jesús. Por lo visto, es más fácil dar la mano a un cura pederasta que a un ex cura. Todo el mundo sabe las dificultades que los ex curas encuentran para trabajar como profesores de religión. Y ahora todos sospechamos de los curas que trabajan en los colegios. ¿Quién nos salvará de nuestros salvadores?
sábado, 20 de marzo de 2010
El juez Baltasar Garzón en el punto de mira
La actual Constitución Española dice que la justicia emana del pueblo, se administra en nombre del Rey y la administra jueces y tribunales. El poder judicial es, junto al poder ejecutivo y al poder legislativo las tres patas del estado de derecho. De los tres poderes, el más importante es el poder legislativo porque está por encima de los otros dos al representar la soberanía del pueblo español. Sin embargo, y esto es lo que me desconcierta, parece que se puede criticar públicamente todas las decisiones, menos las que toma el poder judicial.
De los tres poderes, el que mal funciona es el poder judicial por su lentitud en las resoluciones, por funcionar según un esquema muy rígido y conservador que se basa principalmente en el “ping, ping” sin “pom, pom”. Sólo pregunta el juez, opina lo que le parece, pero si el acusado dice algo le expulsa de la sala. He visto en la TV cómo una jueza hacía comentarios extraños en el juicio a Otegui, hablando de vino y de agua. He oído sentencias sorprendentes sobre el maltrato de las mujeres y sobre los ladrones de guantes blancos. También he oído hablar de la sensatez del juez Calatayud. Entiendo que hay de todo dentro de ese gremio, con su vestimenta un tanto llamativo como la vestimenta de los sacerdotes, imanes y budistas que están en posesión, al parecer, de la verdad absoluta. Se supone que cuando uno se viste de esa manera está actuando en nombre de la Verdad. No seré yo quien critique las actuaciones del poder judicial. Para eso está Fede el de La COPE, Rajoy y ZP. Lo que ocurre es cada uno critica o defiende al que le parece. Como es lógico y saludable. Y Garzón es atacado y defendido a partes iguales. ¡Doctores tienen el poder judicial!
lunes, 8 de marzo de 2010
Los sindicatos se movilizan
En los últimos días los líderes sindicalistas se han echado a la calle. Al principio pensaban que iban a inundar las calles de las grandes ciudades y que iban a ocupar grandes titulares en los medios de comunicación. Al final fue un fiasco. Es lógico. Si no saben lo que quieren, ¿cómo van a entusiasmarnos? Alguien me decía que se les ven el plumero. Y todo el mundo sabe que son los últimos que abandonan la nave cuando hay que echar cierre por motivos que sean. El Comité de empresa es intocable. Quedan lejos aquellos sindicalistas que se desvivían por sus compañeros, que arriesgaban todo a favor de los trabajadores (que se me perdone por generalizar). No cabe duda de que los intereses individualistas minan el esfuerzo colectivo. Luego se preguntan por el inmovilismo de los ciudadanos.
En Salamanca nadie entendió lo que realmente los sindicatos reivindicaban. ¿Se manifestaban en contra del gobierno socialista, en contra de los empresarios, en contra de las intenciones del gobierno para prolongar la edad de jubilación? Se sabe que con la próxima fusión de Caja Duero y de Caja España se va a prejubilar muchos empleados de ambas entidades, y paradójicamente los sindicatos no están de acuerdo con esas medidas. ¿En qué quedamos entonces? No he oído a nadie negar el envejecimiento de la población europea. Las estadísticas parecen confirmar que los inmigrantes están evitando que este envejecimiento se acelere. Pero por otra parte se les acusan de colapsar los servicios sanitarios y educativos y se les aconsejan volver a sus pueblos. ¿En qué quedamos entonces? Estoy bastante confundido.
Moncloa vía crisis
Parecía convencer. De hecho era el único que no se contradecía. Su discurso no admitía matices. El sillón presidencial estaba en sus manos. Pero lo que nadie intuía es que la crisis económica iba desgastando tanto al gobierno como a la oposición. En realidad toda la sociedad española estaba sufriendo la crisis económica. Por eso todo el mundo tenía que mojarse. Hablar en nombre de 4 millones de parados ya no era suficiente. Salvadores ha habido muchos, pero sólo unos pocos no se salpicaron con su propio guiso.
Poco a poco se le iba notando su estrategia: esperar que su adversario se ahogue completamente. Este fue su error. Era tan humano que no quiso aprender de los animales. Cuando son de la misma especie, no suele ahogar a sus víctimas. Siempre les ofrecen la oportunidad de respirar para no quedar mal delante de los espectadores. Él, nuestro político, no dejo que su contrincante se defendiera. Y eso no le gustó a sus votantes. No puedes exigir rectificar sin dar oportunidad a que se cuestione tus propuestas porque todo el mundo reconoce la infalibilidad de todas las políticas. Y a la larga la gente descubre tus ansías de poder y te manda reciclarte.
Cada vez que le preguntaba por las ocurrencias del día de aquellos que parecían simpatizar con su partido contestaba que no era el momento o que no tenía conocimientos de esas ocurrencias. No se mojaba para nada. Nadie sabía si subía o bajaba. Esquivaba como podía todas las preguntas incómodas. Había elegido un solo adversario y estaba decidido a derrotarlo. Pero ya no convencía. Incluso algunos de los suyos ya no le tragaban. Pero él no estaba dispuesto a entregar las llaves de Moncloa a nadie. Había soñado con ellas desde su época de vicepresidente. Ahora la crisis se lo estaba poniendo a huevos. Era cuestión de tiempo. Tarde o temprano el gobierno se ahogaría en sus intentos de superar la crisis.
Hay un asunto que nuestro político no entendía. Le extrañaba que no hubiera malestar social generalizado. No entendía porqué los parados no eran capaces de colapsar el país. Igual era la conspiración socialista o el espíritu español. Porque a parte de Portugal todos los vecinos habían girado a la derecha. Por eso nuestro candidato empezaba a sospechar que tal vez no convencía. Que las sonrisas de victoria de sus colaboradores no conectaban con sus votantes. Que muchos obreros no confiaban en él. Él lo sabía. Por eso pensaba que tenían lo que merecía: el desempleo.
martes, 16 de febrero de 2010
Nuestros padres
Hace poco un amigo me invitó a visitar a su madre en una residencia de mayores. Ella, a sus más de ochenta años se mantiene en forma, con una memoria envidiable. Desgraciadamente no puedo decir lo mismo de muchos de los otros residentes. Durante un pequeño paseo que dimos por la residencia topé con miedo, la desesperación, la resignación, la amenaza de una muerte inminente. Es cierto que los ojos son el reflejo del alma.
La madre de mi amigo me enseñó con orgullo los dibujos que va realizando con sus monitores. Me di cuenta que envejecer es volver lentamente a la infancia: dibujos de niños, conversaciones infantiles, dependencia absoluta, inocencia de un bebé, el cansancio de un recién nacido, con sus ojos medio cerrados y el maldito sueño que no se acaba. Incluso el olor es parecido. La diferencia es que unos acaban de llegar y otros están a punto de partir. El recorrido existe desde que conocemos la vida, pero sigue siendo un asunto muy personal que se resuelve en solitario.
Por la tarde hablé con mis viejos. A mi padre le describí la vida de la gente de su quinta en Europa.
-“Su residencia se parece a una cárcel, ¿no?”, me preguntó riéndose.
-“¡Y qué lo digas tú, papá! Tú la has conocido, ¿no?”.
Se quedó callado, supongo que imaginándose las veces que estuvo encarcelado. Temí que hubiera perdido el sentido del humor. Pero a cabo de un rato empezó una carcajada. Yo también empecé a reírme con él. Humor negro, supongo. Una risa sincera es señal de que la vida acaba de triunfar.
A pesar de que han pasado dieciséis años que no nos vemos, cada vez que hablo con mis viejos los siento satisfechos. Criaron seis hijos con pocos recursos. No se quedaron atrapados en el dolor por la pérdida de uno de los seis (que por cierto no llegué a conocerle). La guerra de 1994 se cebó con sus hermanos, amigos y muchos vecinos de su edad. Pero ellos superaron sus heridas. Todavía hoy conservan su sentido del humor. Se sienten aún responsables del futuro de sus nietos, sobre todo de aquellos que se quedaron huérfanos de padres durante la guerra.
Mis padres no me hablan con tristeza, a pesar de que me reclaman constantemente una visita. Si las cosas fueran tan sencillas… Un día me arrastró una tromba de agua hasta el río; al principio intenté nadar contracorriente para volver al lugar de mi infancia pero me ganó la fuerza de la corriente. O seguía su curso, o me ahogaba en el intento. Si lo estoy contando es porque con mucho dolor me acomodé a su curso. A veces la misma elección es una condena.
Dice mi padre que tiene más de ochenta años y que está cada vez más cansado. Mi madre no se queja mucho porque dice que en el poblado hay gente más joven que han “envejecido peor” que ella. En el transcurso de la conversación aprovecho siempre para examinar disimuladamente el estado de su memoria. Le pregunto por los nombres de sus nietos. A veces le cuesta acordarse de los nombres de aquellos que no le visitan frecuentemente. Me dice que se siente satisfecha de la vida que ha tenido y me insiste que “ineza yiturwa indi” (el bien genera bien). Dice que aquellos estudiantes a los que daba comida cuando aún tenía algo de dinero a menudo vienen a verle con agradecimiento. Alaba a sus nietos por lo bien que le cuidan. Sólo se me queja de ellos porque se ríen de ella porque ya no tiene dientes.
-“Hijo, estoy sin dientes. Como un bebé”, me dice riéndose.
-“Pero, mamá, si tú siempre has tenido problemas con los dientes”.
-“¡Ay!, hijo, ¿te acuerdas?”.
-“Claro que me acuerdo mamá. Soy más joven que tú, ¿sabes?”.
Otra vez el humor negro le arranca una agradable carcajada. Y yo le animo para que nunca pierda el sentido del humor. Le recuerdo que ha tenido suerte de compartir el envejecimiento con su marido. Ahora los dos están a la orilla del río, a la espera de una señal para partir. Estoy seguro de que lo único que le provocará tristeza en su último viaje será mi ausencia. Cuelgo el teléfono deseando que nuestra despedida no vaya a ser la última despedida. Por desgracia algún día será así. Ellos lo saben. Yo también.
domingo, 7 de febrero de 2010
Ataque a los funcionarios
Siempre buscamos chivos expiatorios. En la situación actual, los chivos expiatorios son los funcionarios. Todo el mundo quiere bajarles el sueldo. Lo curioso es que lo piden unos “comentaristas” o “tertulianos” pluriempleados, omnipresentes en todos los programas. ¿Por qué no empiezan ellos por no tener varios curros al mismo tiempo? ¿O es que es verdad que el agua va siempre al río (l’eau va a la rivière), y que el que tiene se le da más y él que tiene menos se le quita incluso lo poco que tiene?
Gemma Nierga preguntó a los diputados que participan en “la tertulia de los políticos” si estaban dispuestos a bajarse el sueldo y todos contestaron con la bocha chica: “seguramente tenemos que estudiarlo”. Ella insistió: “¿Ustedes subirán el máximo de años a cotizar para los diputados?” “Bueno, es que ese no es el problema”, le contestaron después de muchas vacilaciones. Siempre es más fácil meter mano en la caja ajena.
Muchos dicen: congelemos el sueldo de los funcionarios, bajemos sus sueldos, prejubilemos la mayoría de ellos. “En España sobran funcionarios”. Igual subestimo la inteligencia de estos queridos tertulianos, pero creo que cuando hablan de funcionarios se refieren a los auxiliares administrativos, aquellos que vemos en la ventanilla y que más de una vez nos hacen perder tiempo cuando estamos realizando algún trámite. No obstante son los menos.
¿Qué funcionarios sobran? ¿Policías, guardias civiles, maestros y profesores, médicos y enfermeros, jueces y fiscales, diputados y senadores, concejales y procuradores, administrativos y altos cargos, etc.? ¿Alguien sabe a qué se dedican los diputados provinciales, cuántos son en total en España y cuánto cobran? ¿A qué se dedican los diputados de las asambleas autónomas, cuántos son en total y cuánto supone para el erario público? Muchas veces hablamos sin tener datos suficientes y corremos riesgo de equivocarnos. Y la ignorancia mata.
Gemma Nierga preguntó a los diputados que participan en “la tertulia de los políticos” si estaban dispuestos a bajarse el sueldo y todos contestaron con la bocha chica: “seguramente tenemos que estudiarlo”. Ella insistió: “¿Ustedes subirán el máximo de años a cotizar para los diputados?” “Bueno, es que ese no es el problema”, le contestaron después de muchas vacilaciones. Siempre es más fácil meter mano en la caja ajena.
Muchos dicen: congelemos el sueldo de los funcionarios, bajemos sus sueldos, prejubilemos la mayoría de ellos. “En España sobran funcionarios”. Igual subestimo la inteligencia de estos queridos tertulianos, pero creo que cuando hablan de funcionarios se refieren a los auxiliares administrativos, aquellos que vemos en la ventanilla y que más de una vez nos hacen perder tiempo cuando estamos realizando algún trámite. No obstante son los menos.
¿Qué funcionarios sobran? ¿Policías, guardias civiles, maestros y profesores, médicos y enfermeros, jueces y fiscales, diputados y senadores, concejales y procuradores, administrativos y altos cargos, etc.? ¿Alguien sabe a qué se dedican los diputados provinciales, cuántos son en total en España y cuánto cobran? ¿A qué se dedican los diputados de las asambleas autónomas, cuántos son en total y cuánto supone para el erario público? Muchas veces hablamos sin tener datos suficientes y corremos riesgo de equivocarnos. Y la ignorancia mata.
La crisis económica
Llevo varios días escuchando las quejas de los radioyentes en tres emisoras nacionales. La mayoría de ellos echan la culpa a ZP de la crisis económica que estamos sufriendo en España y desean ansiosamente el cambio de gobierno para ver si las cosas mejoran.
Creo que tienen razón todos aquellos que creen que ZP ya no inspira confianza ni a los mercados internacionales, ni a los inversores españoles, ni a quienes tienen capacidad para crear empleos. Los próximos meses decidirán el final de la carrera política de ZP o su resurrección. Todo depende del rumbo de la economía. Es injusto que a ZP se le juzgue sólo por sus logros o fracasos económicos, pero con el estómago vacío no se filosofa. No hay victorias sin víctimas.
Son muchos quienes invocan la salvación de los empresarios. Éstos se han convertido en las nuevas hermanas de la caridad, grandes altruistas que invierten su fortuna para que los pobres vivan mejor. Gran error, naturalmente. Las cosas tienen que seguir siendo como siempre han sido: el empresario arriesga su fortuna para tener beneficios, el obrero ofrece sus servicios a cambio de un sueldo.
La relación entre empresario y obrero no se basa ni en la caridad, ni en la compasión. A ambos les une el dinero. Uno quiere que su dinero produzca más dinero, otro quiere que sus servicios le procuren dinero suficiente para vivir. Empresario y obrero se necesitan mutuamente y han de someterse a las leyes de una buena producción. A más producción, más beneficio para todos.
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