domingo, 26 de febrero de 2012

El pensamiento débil

La filosofía postmoderna abanderada por el italiano Gianni Vattimo defiende “vivir sin justificaciones” en “la tercera ola” en la que no tenemos más que dos opciones: adaptarnos o morirnos. Los defensores de esta corriente filosófica lo llaman “pensamiento débil” y abogan por acomodarse a las circunstancias sin pretender cambiarlas. “Pensamiento débil significa que la racionalidad cede terreno y retrocede a la zona de sombra” (p. 84).

A mi modo de ver, en los últimos decenios algunos pensadores occidentales han estado flirteando con la atractiva idea de vivir y dejar vivir, el carpe diem, el pasar de todo, el sexo sin amor, el whisky sin soda, el hacer el amor y no la guerra, el rechazo de los grandes relatos, el fin de la historia, vivir en el “new age” sin ninguna referencia a realidades absolutas que sirvan de pilares angulares. Y esta propuesta, con todos mis respetos, me parece dañina para las mentes no suficientemente formadas en las trampas dialécticas.

Pretender “vivir sin justificaciones” es una trampa mortal. Pretender crear “claridades imposibles” no aporta nada a la humanidad. A mi modo de ver, la filosofía postmoderna ofrece la morfina a un acatarrado para poder amputarle las piernas. Pretende adormecer las conciencias mientras potencia la esclavitud. Algunos dicen que predicar “el pensamiento débil” es propio de los ambientes de derecha que prefieren prometer (a un explotado) cielos nuevos y tierras nuevas después de su muerte. Esto sería discutible si existieran aún los grandes ideales. Sindicato y patronal almuerzan en la misma mesa y se emborrachan en los mismos bares. No resulta fácil distinguir quién es de derecha y quién es de izquierda porque el mercado ha globalizado hasta los mismos vicios. Y si eso no fuera suficiente, llega Vattimo y sus acólitos para aconsejarnos “el pensamiento débil”, que no es más que “la debilidad del pensamiento”, o como escribió Antón Baamonde, un simple “pensamiento trágico”. Claro que es trágico vivir sin dirigirse a ninguna parte (“la filosofía no puede ni debe enseñar a dónde nos dirigimos, sino a vivir en la condición de quien no se dirige a ninguna parte” p. 85). Siempre hay un espabilado que aprovecha la confusión para enseñarnos el camino que le conviene (y de paso trincar todo lo trincable). Como decía repetidas veces Alfonso López Quintás, “si el pueblo no tiene conciencia, vamos a darle conciencia”.

Gianni Vattimo, Filosofía, política, religión. Más allá del “pensamiento débil” (Ediciones Nobel, Oviedo 1996)

martes, 21 de febrero de 2012

Whitney Houston

El día de la muerte de Whitney Houston, un amigo me escribió desde las tierras africanas unas líneas “juste pour t’explimer mes condoléances avec la mort de Withney Houston. Il ne nous reste que ses chansons et films”. Mi amigo sabe que desde hace mucho tiempo las canciones de Whitney forman parte de mi colección musical en la que destacaría Bob Marley, Céline Dion y Luz Casal. De modo que siento simpatía absoluta hacía Whitney y tengo mucha tristeza por su desaparición a los 48 años.

El día de su muerte no me despertó la alarma de mi móvil porque el fin de semana cambio mis hábitos matinales. Cuando me asomé al móvil para ver si tocaba levantarme, eché un vistazo a las noticias del día, y en primera línea aparecía la muerte de mi diva. No me sorprendió la noticia porque era sabido el estilo de vida desordenado que llevaba en los últimos años. Tarde o temprano algo así iba a sucederle: un mal matrimonio con maltratos, una caída en las drogas, una vida sin control. Su intento para reordenar su vida no tuvo éxito. Perdido el entusiasmo, las continuas caídas en las drogas minaron su gusto por la vida y le fue imposible caminar en la fragilidad. Sola, en la bañera, dio su último suspiro. Me da igual si fue suicidio, un descuido o un cansancio generalizado. Personalmente suelo respetar quien adelanta su propia muerte cuando se encuentra en un callejón sin salida.

Whitney Houston nació en Newark (09 de agosto de 1963) y entregó su alma en la ciudad de Los Ángeles el día 11 de febrero de 2012. Conocida como “The Voice” debido a su calidad vocal, nadie discutió que ostentara el título de “Reina Negra del POP”. Tiene una voz tan potente como su extraordinaria belleza. Las crónicas cuentan que nació en Newark (una ciudad marcada por la pobreza y la violencia racial) y que fue solista en su iglesia baptista de New Hope (Newark) con tan sólo con 11 años. En 1985 publicó su primer álbum que llevaba su nombre y del que vendió 25 millones de ejemplares en todo el mundo. Desde entonces publicó siete discos y participó en las bandas sonoras de tres películas. “El guardaespaldas”, que protagonizó junto a Kevin Costner, fue la más cñelebre. Houston ganó seis Grammy y vendió unos 170 millones de discos. En total, consiguió 22 premios musicales, más que ninguna otra mujer en Estados Unidos.

En su funeral, el actor Kevin Costner recordó sus días con Whitney en el rodaje de “El guardaespaldas” y confesó que los productores desconfiaban de su inexperiencia como actriz y que a priori preferían rodar con una protagonista blanca. Kostner dijo que Whitney era una persona muy insegura: "Ella siempre se preguntaba si era lo suficientemente buena. Si me puedes oír te diría que estabas preciosa. Muchos actores podrían haber hecho mi papel. Pero tú eras la única que podías interpretar el tuyo. Pusiste el listón tan alto que tus canciones sólo las cantan las chicas que quieren ser como tú. Ahora te vas escoltada por un ejército de ángeles. Cuando cantes delante de Dios, no te preocupes. Estoy seguro de que serás lo suficientemente buena".


Como dice un medio de comunicación, Whitney fue “una estrella, tan frágil por dentro como potente por fuera, con un chorro de voz y un rostro impecable para el recuerdo”. Fue capaz de describir públicamente en 2002 el infierno en el que se estaba hundiendo: "el gran demonio está en mí. Soy o mi mejor amigo o mi peor enemigo", confesó. Me gustaría saber qué es lo que sentía, apoyada al hombro de un nombre mayor y sensible como nuestro Nelson Mandela. Me resisto a decir: “So, I say goodbye”.

sábado, 18 de febrero de 2012

¿Podemos privatizar el Congreso para ahorrar gastos?

Dice Homer Simpson que “si elegimos a los políticos es para que no tengamos que pensar”. Tal como están las cosas, a pesar de haber votado a los políticos, los ciudadanos empiezan a pensar. Y eso quiere decir que los políticos han fallado.

La izquierda no tiene rumbo, y el sendero de la derecha lleva directamente al precipicio. Los nacionalistas ya no piden independencia; los sindicatos no organizan huelga general a pesar de que los indignados llevan muchos meses pidiéndolo; los obispos siguen discutiendo sobre el sexo de los ángeles y los policías están listos para acatar órdenes y atacar a los manifestantes, a pesar de que en su entorno familiar hay parados.

¿Para cuándo la policía española se va a poner al lado de los indignados, como hizo la policía egipcia? Porque cuando veas la barba de tu vecino arder …. los recortes en la policía llegarán también y los agentes que hayan ignorado el pueblo indignado no tendrán apoyo popular para protestar. Cuando las patrullas se queden sin gasolina y empiecen a patrullar a pie, veremos cómo lo van a tomar.

Los ciudadanos que estamos preocupados por lo que tenemos que llevar a la boca día a día vemos cómo nos estamos quedando sin nada. Los recortes no benefician más que a los políticos que siguen gozando de todos los privilegios. ¿Para cuándo un ERE en el Congreso, en el Senado, en las Asambleas Autonómicas, en las Diputaciones provinciales y en los Ayuntamientos? Total, para lo que hacen.

Tal vez sea mejor privatizar el Congreso y el Senado. Son los mismos “señorías” que están privatizando los servicios públicos con el argumento de que se ahorra más.

Como los políticos han ido a por los ciudadanos, tal vez haya llegado el momento de recordarles quién tiene la soberanía. Me decía una compañera que acababa de leer la Constitución española que todo lo que dice es mentira, o que por lo menos no se cumple: vivienda digna, sanidad universal, enseñanza gratuita, soberanía popular. La Constitución dice que “la justicia emana del pueblo y la ejerce jueces y tribunales en nombre del Rey”. Pero ay! de quien se atreva a criticar las sentencias de los Magistrados. Digo yo: si es el pueblo que tiene la soberanía de la justicia, podrá criticar cualquier sentencia. O es que los tres poderes no son iguales: podemos criticar al poder ejecutivo y al poder legislativo, pero al poder judicial ni tocarla. Así se nos va.
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domingo, 12 de febrero de 2012

“Los grandes de España”

Se jactan públicamente de sus creencias, como si sus actos se inspiraran realmente en el mandamiento del amor. Se confiesan conservadores sin aclarar qué tipo de valores conservan. Por la mañana se recogen religiosamente en Hermandades católicas, y por la noche celebran reuniones secretas en la “Fraternidad de los trincadores”. Son capaces de repugnar el matrimonio homosexual, aunque a escondidas tengan prácticas homosexuales. Cuando aparece una cámara de televisión esbozan sus mejores sonrisas, y por teléfono desgranan un rosario de grosería y frases soeces: “Hijo puta, te quiero un huevo”. Se permite este lenguaje repugnante porque se consideran los nuevos amos del pueblo. En realidad son auténticos caciques que actúan con sadismo. Manipulan al pueblo para alcanzar sus objetivos. A pesar de tener sueldos exorbitantes, dicen que difícilmente llegan a finales de mes. Se sienten queridos por el pueblo que en intimidad califican de ignorante, un pueblo dispuesto a adorar a todo aquel que tenga estilo propio para trincar mejor. “Nosotros los grandes de España, España nos debe mucho”, afirman sin sonrojarse.

Las creencias religiosas profesadas públicamente suelen manifestar los sentimientos contrarios. Es como aquel que empieza el discurso diciendo que tiene muchos amigos gays, o que no es racista. El evangelio dice que la mano derecha no debe saber las buenas obras que hacen la mano izquierda. Si te consideras buena persona, no te preocupes que todo el mundo sabrá apreciarlo. Si eres creyente, no te preocupes que por tus obras todo el mundo lo sabrá. Lo que creas o dejes de creer importa poco a los demás; lo que realmente importa son tus obras. “¿Cómo distinguir entre una persona buena y una persona mala?”, le preguntaron a Jesús. “Por sus obras les conoceréis”, contestó sabiamente el Maestro.

lunes, 6 de febrero de 2012

Si nos visitara un extraterrestre

Si nos visitara un extraterrestre por primera vez en España, tal vez se llevaría la siguiente idea (errónea o no):
1.-Somos un país que tolera la corrupción: un vistazo a los medios de comunicación refleja muchos casos de corrupción en España (lo que algunos llaman “picardía española” porque el que no pilla es tonto). En Marbella, en Valencia, en Baleares, en Madrid, en Barcelona, raro es un pueblo que no tenga un dirigente salpicado por la corrupción política. Por eso la valoración de los políticos es pésima. Por eso los ancianos del lugar dicen que si quieres ser rico, tienes que meterte en políticas. Por eso los votantes siguen entregando su confianza a un dirigente corrupto. Por eso los exdelincuentes pasean por los platós de televisión para enseñar a trincar con inteligencia.

2.-Somos un país que despilfarra los fondos públicos: a parte de que el estado de las autonomías multiplica los gastos, los mismos dirigentes derrochan los fondos públicos en obras faraónicas que no tienen sentidos: aeropuertos absurdos; líneas de AVE sin viajeros; Caja de ahorros sin sentido (con sueldos millonarios para sus ejecutivos y vocales, incluso cuando están hundiendo la Caja); canales de televisiones autonómicas que no tienen razón de ser (algunas comunidades autonómicas tienen tres canales, uno más que el Estado); centros universitarios privados o públicos que académicamente no pintan nada; instituciones, organismos y entidades oficiales que no tienen cometido concreto y que no hacen más que ahondar en la duplicidad de las competencias. Probablemente sobran las diputaciones provinciales, las asambleas autonómicas, incluso como me decía alguien, “un ERE en el Senado no nos vendría mal. ¿Qué es lo que hace un senador en España” (se preguntaba un joven español, sin maldad en su pregunta).

3.-Somos un país que persigue a los extranjeros: no hace falta ser extraterrestre para experimentarlo. Todo aquel no sea blanco y pasee por las calles de Madrid se convierte automáticamente en sospechoso. No se salvan ni los comedores sociales para los indigentes. Si no eres blanco y estás esperando un autobús, en cualquier momento un policía nacional te puede pedir la documentación. Si esto se hiciera en Cuba o en Venezuela, nosotros los progresistas y defensores de los derechos humanos estaríamos escandalizados. Si alguien que debe proteger al indefenso es el primero en perseguirle, es normal que luego una señora sostenga en la televisión estatal Cuatro que “los negros huelen mal” y nadie le matizara. Total, si cuenta con la complicidad de los dirigentes que son de Misa diaria. Naturalmente que nosotros los civilizados no somos ni racistas ni tercermundistas: somos defensores de los derechos humanos y de la alianza de las civilizaciones. ¿Pero qué diría un extraterrestre si nos visitara por primera vez?

domingo, 29 de enero de 2012

¿Negro, moreno, de color?

Salamanca. 2009. Cerca del supermercado Mercadona. Salgo del coche y oigo alguien llamando:

-“Moreno. Moreno, ven aquí un momento”.

Como es de costumbre en mí, no me doy por aludido porque no me llamo Moreno ni soy moreno. Sigo andando para entrar en el supermercado.

-“Moreno. Moreno. ¿No me oyes? Soy tu vecino. Tengo una cosa tuya que se te cayó del coche el otro día”.

Identifico la voz de mi vecino. Entonces me acerco a él:

-“Dígame, caballero”.

El hombre se queda pensativo. Luego se disculpa y me dice que no sabe cómo me llamo. En mis adentros me digo:

-“Yo, cuando no sé cómo se llama alguien le llamo de “usted”, “caballero”, “señora” o cosas por estilo. No me veo diciendo: “Rubia, ¿por dónde se va a la Plaza Mayor?”, a no ser que quiera llevarme una reprimenda al estilo de “rubia será tu p.m.”.

Como yo era consciente de que el caballero no tenía intenciones de ofender, le expliqué porqué no respondía a su llamada:

-“Mire usted: yo no soy moreno. No soy de color porque tengo un solo color. Yo soy negro, sin eufemismo”.

-“Es que eso me suena mal, sabe usted”.

-“No es mi problema”, me dije yo en voz off, “no tengo porqué pagar por tus prejuicios o los prejuicios de tus antepasados”.

-“Mire, si no quiere llamarme negro porque le parece ofensivo, llámeme por mi nombre, por mi nacionalidad o simplemente africano. Si usted me llama de color o moreno, entonces sí que me estará ofendiendo. Yo soy negro porque he nacido negro. Usted es blanco porque ha nacido blanco. Ninguno de los dos hemos elegido nacer de un color determinado. ¿Por qué hemos de sentirnos avergonzados por nuestro color de piel? Por desgracia o gracias a Dios yo soy negro y moriré negro”.

-“Tiene usted razón, pero ya sabe que la historia….”

-“Mire usted, nadie debe pagar por la forma de pensar de sus antepasados. Lo que importa realmente es lo que piensa usted de mí en este momento. Si cree que soy una bestia salvaje como pensaba sus antepasados,… bueno, un poco salvaje sí que soy, pero bueno, como todo el mundo” (le dije con humor).

Los dos soltamos una carcajada. Entonces me comentó lo que tenía que decirme, nos dimos la mano y cada uno siguió con su rollo. Mi función de pedagogo había terminado. Siempre me acuerdo de él cuando paso por la zona para visitar a unos amigos salmantinos (por cierto, blancos). Cuando tengo humor, siempre intento explicar las cosas para evitar malentendido:

-Si usted me llama “Négre” en francés, o “Niger” en inglés, lo más seguro es que le contesté en voz off o en voz on con “tu P.M.”. Si me llama “Noir” en francés o “Black” en inglés, usted estará en lo cierto. Pero como en castellano no tenemos equivalente a “Noir” o “Black”, utilizamos “Negro” que alude a desprecio e insulto en francés y en inglés. Naturalmente que cuando llegamos a España, nos sorprende el término “Negro” por sus connotaciones en inglés y en francés. Pero cuando descubrimos que “Negro” significa “Noir”, “Black”, entonces contestamos con una sonrisa, y como le dijo una amiga mía a la señora a la que cuidaba:

-“Yo soy orgullosa de ser Negra”.

-“¿Orgullosa? ¿Orgullosa de qué? ¿De ser negra? No sabes lo que dices” (remató la señora con una carcajada, sorprendida de que una negra confesara sentirse a gusto con su color).

-“Y muy guapa” (le contesté yo a mi paisana cuando me lo estaba contando). Y terminamos riéndonos. Hace un par de semanas se lo contaba a otra compatriota, y acabamos con risas también. Como los tres hemos pasado por las aulas universitarias salmantinas terminamos recordando la famosa frase que los profesores suelen decir a los alumnos de primero: “la ignorancia mata”.

Así que, por favor, no me llames moreno, y mucho menos de color: llámame de usted o por mi nombre, y si con eso no te apañas, llámame africano (y si africano te parece ofensivo, entonces llámame negro). Mientras reflexiono sobre este escrito, me viene a la memoria María del Carmen Ovejero, “Mari” para sus amigos (en paz descanse: http://mividaenmarcha.blogspot.com/2009/01/mara-del-carmen-o-in-memoriam-12-enero.html). Hace muchos años, paseando por la calle Zamora hacia la Plaza Mayor de Salamanca, nos estuvo explicando sus teorías sobre “moreno, hombre de color”. “Vosotros sois negros”, nos decía. Y asentíamos con la cabeza.

En general todos los “africanos subsaharianos” que conozco preferimos que se nos llamen “negros” en caso de que alguien quiera destacar el color de nuestra piel. Así que, por favor, ayúdenos a eliminar términos como “los morenos o los de color” para referirnos a los "negros".

P.D. A las únicas personas que siempre me han llamado "moreno" desde que nos conocimos recien aterrizado por aqui y se lo he permitido son: Ismael, Luis y la madre de Luis.

martes, 24 de enero de 2012

EL CRISTIANISMO EN ÁFRICA (estudio)

0. Presentación

África es un continente que ha sido, desgraciadamente, presentado como sinónimo de hambre, guerras fratricidas, salvajismo, Sida o paisajes exóticos con una multitud de animales y de árboles sin especificar; la famosa África del tam-tam y del baile graciosamente frenético: esta África que suele presentarnos los medios de comunicación europeos es, en definitiva, una África pre-conocida.

Hablamos de un continente de unos 30 millones de km2 -casi 61 veces mayor que España, más de 800 millones de habitantes, dos mil culturas, más de mil lenguas y más de 50 Estados "soberanos". Visto así, es inevitable afirmar que África es tan grande y tan distinta que pretender conocerla no basta un par de fotos y unos cuantos reportajes.

1. Tres grandes bloques religiosos en África

El mapa religioso de África es bastante amplio y diferenciado. Podemos decir que existen tres grandes bloques de religión:

1) religiones tradicionales (28,4% de la población) que se fundamentan en la influencia de las tradiciones y creencias de los antepasados sobre las que se articula la vida entera. En efecto, los antepasados garantizan la cohesión y la vitalidad del clan. Sus espíritus ofrecen el beneplácito, la protección y la fuerza vital. Gran parte de las prácticas religiosas consiste en adivinar y conocer la voluntad de estos espíritus en relación con los humanos.

2) islam (40,3% de la populación): los musulmanes son el grupo religioso más numeroso de África. El islam está sólidamente consolidado en el África septentrional y en la mayoría de los países del Sahel. A excepción de unos pocos países como Nigeria, Argelia, Egipto o Sudán, en el resto del continente conviven pacíficamente cristianismo e islam.

3) cristianos (católicos: 14,7 %; coptos y protestantes: 16,6%): desde el s. II al s. IV la vida cristiana en las regiones septentrionales de África fue intensa. De sus restos sobresalen santos, confesores, vírgenes, y sobre todo los cristianos coptos que son miembros de una iglesia que perdura en el suelo africano de Etiopía y Eritrea desde los primeros siglos del cristianismo.


2. Breve historia de la Iglesia Católica en África

La introducción del cristianismo en África hunde sus raíces en las iglesias que florecieron en África del Norte y ofrecieron al mundo, entre los siglos II y V, pensadores como Tertuliano, Cipriano, Agustín, Lactancio y Papas de origen africano como Víctor I en 189, Melquíades en 311 y Gelasio I en 492. Desgraciadamente, las invasiones de los vándalos y las grandes disputas teológicas contra gnósticos, marcionistas y maniqueos perturbaron fuertemente a esta vigorosa iglesia africana del s. IV que desapareció dejando sólo huellas.

A excepción de Etiopía donde la Iglesia cuenta con una tradición de más de quince siglos, podemos decir que el cristianismo se ha introducido recientemente en África, y que la edad media de las iglesias africanas es de unos cien años.

Todo empieza cuando en 1795 Inglaterra pone su pie en el Cabo de Buena Esperanza, inaugurando así la época colonial. Por estas fechas surgen congregaciones religiosas que se dedican a la evangelización. Crónicas escritas al filo de los mil y un acontecimientos del trabajo de los misioneros, redactadas con el sudor todavía caliente y pegajoso de las arriesgadas expediciones de éstos tras los caminos abiertos por los exploradores nos informan de su encuentro con culturas, lenguas y hombres hasta entonces para ellos desconocidos. El impacto de estas crónicas en la opinión pública del siglo XIX fue espectacular, estremecedor, sentido, estimulante, alertador de impulsos y generosidades occidentales. Pero la fundación de la mayoría de las iglesias africanas tuvo lugar durante el período colonial (1880-1960). El 29 de octubre de 1939 Pío XII consagró, en Roma, a los dos primeros obispos africanos de la edad contemporánea -las fuentes fidedignas cuentas que en 1518 hubo un obispo africano nativo: Enrique, hijo del rey Alfonso I del Congo que logró crear un reino cristiano durante unos cuantos más-.

De todas formas, había que esperar los años sesenta para, desde la perspectiva misional, hablar del decenio de África. Mientras que en 1950 todo el continente se hallaba prácticamente bajo dominación colonial europea, a finales de 1960 dos tercios de la población africana se encuadraban en naciones "soberanas". Frente a sólo dos obispos de origen africano en 1950, a comienzos de 1960 había ya 22 y en el consistorio del 28 de marzo de 1960, Juan XXIII creaba al primer cardenal de África.

El desarrollo misional no sólo evolucionó al mismo tiempo que el sociopolítico sino que, a su modo, contribuyó a su preparación y promoción. Sin embargo, no todos los Estados tributaron el debido reconocimiento al leal comportamiento de la iglesia, a su ayuda en los conflictivos años de la transición del dominio colonial a la independencia política. A título de ejemplo, recordemos que en el año 1964 fueron expulsados de las provincias meridionales del Sudán todos los misioneros europeos con el pretexto de no haber querido ayudar a la africanización de la iglesia. En 1967, sacerdotes y religiosos fueron expulsados de Guinea Bissau. Más tarde la situación se repitió en Burundi, Gabón, Uganda, Zimbabue y Sudáfrica.

A parte de estos tristes encuentros entre la Iglesia y el Estado, hay tres acontecimientos inolvidables para la iglesia africana:

a) la canonización, el 18 de octubre de 1964, de 22 mártires de Uganda, beatificados por el Papa Benedicto XV el 6 de junio de 1920. Hallaron muerte en los años 1885-1887, junto con otros 80 católicos, anglicanos y protestantes, en el curso de una persecución contra los cristianos en Uganda. Con su canonización, fueron los primeros bantúes incluidos en las páginas del santoral de la iglesia católica.

b) el mensaje que el 31 de octubre de 1967, el Papa Pablo VI dirigió a toda África, analizando sus problemas de entonces y poniendo de relieve los valores de las culturas africanas.

c) el viaje de Pablo VI a Uganda, del 31 de julio al 2 de agosto de 1969. Así, el Santo Padre pudo presidir personalmente la sesión de clausura del primer simposio episcopal panafricano, celebrado del 28 al 31 de julio de 1969 en Gaba, cerca de Kampala.


3. Mirada crítica a la evangelización de África

La reciente evangelización de África tuvo lugar en momentos peores desde el punto de vista de teología (tiempo del Papa León XIII). El misionero que desembarcaba en África iba armado de una buena voluntad mal iluminada por una deficiente soteriología. Absolutamente convencido de que fuera de la Iglesia no hay salvación, el misionero consideraba el bautismo como el rito salvador que libraba de un estado de condenación segura e introducía al recién "convertido" en un estado de virtual salvación. Desde el principio, este misionero tuvo una doble desventaja heredada de la sociedad y de la iglesia a las que pertenecía como hijo. En efecto, la sociedad suya era la misma que se lanzaba alegremente a la aventura colonial. Quisiéra o no, el misionero, por el hecho de aparecer generalmente al lado del militar o del mercader blanco, falseaba en parte -sin saberlo ni quererlo- el sentido mismo de su presencia y de su mensaje. Quizás no tenía más opción que adoptar términos que tendían a subrayar esa complicidad tácita (cfr. misiones, puestos, sucursales). No obstante, Dios escribe derecho con líneas torcidas: los compromisos con los colonizadores, los prejuicios y los simplismos teológicos no impidieron que los misioneros pusieran los cimientos de lo que hoy constituye la iglesia de Cristo en África.

África ha tenido la suerte de que su definitiva evangelización tuviera lugar en el siglo XIX y se afianzara en el XX cuando ya todos los misioneros comenzaban a tener muy claro que la suerte del futuro de la Iglesia africana dependía de los sacerdotes nativos de que se dotara. Eran partidarias del clero nativo las grandes personalidades que acometieron la evangelización del continente africano -Libermann, Lavigeri, Comboni, Javouhey-. La madre Javouhey no paró hasta conseguir que en el año 1840 recibieran la ordenación sacerdotal tres jóvenes senegaleses. Su gesto fue profético, porque a partir de entonces la formación sacerdotal de los nativos se convirtió en una prioridad para los misioneros. Pero eso no impedía actitudes segregacionistas de los sacerdotes blancos hacía los sacerdotes negros. En los años 1930, una de las consultas a sus superiores era la siguiente: “¿Cómo un sacerdote blanco puede comer en la misma mesa que un sacerdote negro? ¿Cómo un sacerdote negro puede dormir en la misma residencia que un sacerdote blanco?” (cfr. los diarios consultados por Dominique Habiyakare en la redacción de su tesis doctoral). De todas formas me consta que en los años noventa, en el centro de Madrid, un sacerdote blanco nunca recibía la comunión de las manos de un sacerdote negro. Y creo haber leído (en 2001) una carta firmada por religiosos negroafricanos denunciando los comportamientos racistas y colonialistas de sus hermanos blancos en Camerún. De modo que el camino de la evangelización sigue teniendo muchas encrucijadas.


4. La teología africana

Los teólogos africanos están convencidos de que el cristianismo tal como se vive en África necesita encontrar un lenguaje propio, de que es preciso hablar de Cristo respetando todas las riquezas de la cultura africana y denunciando las múltiples formas de opresión y esclavitud, tanto en el plano económico y político como en el cultural.

Hay cuatro grandes temas relacionados entre sí, aunque separados, que están en la base de las grandes corrientes teológicas africanas:

a) la cultura como base del pensamiento africano. La teología propiamente africana arranca de la crítica a la llamada teología misionera de los finales del S. XIX. Proclama la necesaria adaptación del evangelio a los elementos de la cultura africana y a su visión propia del mundo, una teología atenta a la vida de las comunidades cristianas y respetuosa de las tradiciones africanas, de sus lenguas y de su filosofía. Así floreció, desde 1978 sobre todo, la llamada teología de la inculturación que es la mayoritaria en África (teólogos como Placide Tempels, Vincent Mulago, Barthelemy Adoukonou, Patrick Kalilombe, Gwuriyai Mozorerwaa, Kwesi Dickson, F. Eboussi Boulaga). Tiene como trasfondo y origen el esfuerzo de los primeros misioneros por interpretar el mensaje cristiano a través de conceptos africanos.

b) el color de la piel como la base de la teología africana negra: (teólogos como Desmond Tutu, Basil Moore, Steve Biko, Manas Buthelezi, Simon Maimela, Takatse Mofokeng) esta teología es el resultado de la reflexión cristiana que acompañó las luchas protagonizadas por el pueblo negro en África del Sur contra el apartheid -el régimen bochornoso caracterizado por la segregación y discriminación racial, que consideraba a los negros como seres inferiores- a finales de la década de los sesenta y comienzos de los setenta. Aunque se trata de una teología que nació claramente en el contexto del anti-apartheid, quiere ir más allá para lograr un proceso de "descolonización mental" y superar la situación de "pobreza antropológica".

c) la pobreza como la base de la teología africana de la liberación (teólogos como Meinrad Hebga, Jean-Marc Ela, Englebert Mveng, Laurenti Magesa, John Mutiso Mbinda) Convencidos de que la pobreza de los africanos es una cuestión de "ser o no ser" más que de "tener o no tener posesiones materiales", los teólogos africanos de la liberación piensan que el evangelio es fuerza de liberación y sostienen un discurso de contestación política planteando los problemas de liberación en términos de constitución de una nueva auténtica África, capaz de iniciativa histórica creativa. El contexto real de nuestra fidelidad al evangelio es el sobresalto de esperanza de un pueblo que está cansado de bellos discursos que no cambian en nada su miseria y su condición, un pueblo que quiere tener su verdadera identidad. Dice el pastor luterano Kä Mana que "identidad y liberación son un solo y mismo grito, procedente de un pueblo que busca darse una consistencia interior y salir del traumatismo que su derrota frente al mundo occidental ha inscrito en su propia carne, en su propia conciencia y en su espíritu". Por eso la teología africana de la liberación defiende la emancipación de la Iglesia africana con respecto al dominio y al paternalismo occidentales, así como la creación de una identidad cristiana africana.

d) la mujer como imagen de Dios sirve de punto de partida para la teología feminista (teólogas como Mercy Amba Oduyeye, Teresa Okure, Rose Mary Edet, Bette J. Ekeya, Justine Kahungu Mbwiti y Rose Zoe-Obianga) que sostiene que Jesús el liberador de las mujeres fue en contra de las normas de su sociedad con respecto a ellas y de este modo estableció una nueva perspectiva para entender la función de la mujer en la Iglesia y en la sociedad. Al excluir a las mujeres de su centro de vida y acción, es la Iglesia la que sale perdiendo. La teología feminista trata de poner en claro la identidad de las mujeres como partícipes iguales con los varones en la comunidad humana.


5. Conclusión

El continente negro se encuentra en su infancia cristiana. Uno de sus enemigos es la pobreza tanto material como intelectual que le obligan a depender de lo que venga de fuera. La iglesia africana es pobre sobre todo porque África es pobre. Pero una dependencia total y prolongada por las ayudas financieras de origen extranjero no puede dejar de ser preocupante. Por eso las iglesias africanas muestran un interés renovado por las actividades de desarrollo y una evolución sensible en favor de la numerosa clase campesina y sus dificultades.

El Sínodo de los obispos africanos de abril-mayo 1994 ha sido la pública declaración y el público reconocimiento de que la Iglesia en África ha alcanzado ya su plena madurez. Fue un impulso para que los hijos de la iglesia africana salgan de su tierra para anunciar la Buena Noticia a otros pueblos. Con el Sínodo africano hemos dado un paso adelante hacia la colegialidad de las iglesias locales. Estos logros nos invitan a seguir de cerca la propagación de la fe en los pueblos africanos, sabiendo que el cristianismo llegó a África a través de su encarnación occidental y que aún no ha logrado enraizarse en los ámbitos más africanos como pueden ser la cultura y el ser mismo de los africanos.


NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

-AA. VV., "Las Iglesias de África y su futuro" en Concilium, núm 126 (1977).
-BAUR, J., 2000 años del cristianismo en África (Ed. Mundo Negro, Madrid 1996).
-GONZÁLEZ CALVO, G., (coord.), África. Otra mirada sobre el continente olvidado (folleto informativo de Manos Unidas, núm. 8, Madrid, Julio 1999).
-HABIYAKARE, D.; De la mesa común y eucarística al gusangira en Ruanda. Desde Corintios y Gálatas (Tesis doctoral defendida en la Universidad Pontificia de Salamanca en 2011).
-JEDIN, H. y REPGEN, K., Manual de Historia de la Iglesia Tomo IX (Ed. Herder, Barcelona 1984) 998-1022.
ROSINO GIBELLINI (ed), Itinerarios de la teología africana (Verbo Divino, Estella 2001).
-SOBRINO, J., LOIS, J. y SÁNCHEZ-RIVERA, J., La teología de la liberación en Ámerica Latina, África y Asia (Ed. PPC, Madrid 1998).
-UKPONG, J., Bibliografía teológica africana en "Concilium" núm. 219 (1983) 257-266.
-UNCITI, M., África en el corazón (Ed. PPC, Madrid 1944).
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