¿Por qué nos marchamos de nuestras tierras natales?
Fundamentalmente por motivos bélicos y económicos. Pocas personas se marchan de un pueblo que
disfruta de la paz porque dicho pueblo genera más ilusión y más creatividad.
Aunque algunos de sus miembros se marchen a explorar otras tierras, la despedida
no es tan dramática como cuando las bombas siguen tus pasos. De allí la
diferencia entre inmigrantes y refugiados. Los latinoamericanos se marchan
buscando mejores oportunidades económicas, y cuando no las encuentran vuelven a
sus pueblos. Muchos
africanos huimos de nuestros pueblos porque los señores de la guerra llegan
disparando a matar, y volver a nuestros orígenes no suele formar parte de nuestros
sueños: tristemente nos marchamos para no volver. Los sirios que
huyen de las bombas, difícilmente sueñan con volver a sus tierras porque, entre
otras cosas, lo han perdido todo. Volver a las ruinas es peor que lanzarse al
mundo desconocido. Muchos españoles que se marcharon durante la guerra civil
prefirieron quedarse en sus países de acogida, a pesar de los consistentes
planes de retorno que los gobiernos de la democracia han ido relanzando.
La inmigración es consustancial al ser humano. De hecho, la historia de la
humanidad es una crónica de la inmigración de gran parte de los seres humanos.
Según la historia divina, Adam y Eva tuvieron que abandonar el paraíso (expulsados
por Dios) y empezaron a errar a lo largo y ancho de la tierra. La historia
secular confirma que los primeros seres humanos aparecieron en los valles de
Tanzania, y poco a poco fueron expandiéndose por todo el planeta. De modo que nos guste o no, el
ser humano es un inmigrante por naturaleza. Y no inmigra por gusto:
a veces se marcha porque es expulsado de su paraíso, otras veces se marcha por
escasez de recursos disponibles en la zona, otras veces (las pocas) se marcha
porque quiere conocer otros mundos.
Hace muchos años que se viene hablando del mundo como una
aldea global. No cabe duda de que las nuevas tecnologías han
globalizado nuestra cotidianidad, y la noticia de la disponibilidad de recursos
se comparte desde todos los rincones de la tierra. Es evidente que ante la amenaza de
la guerra o del hambre, el ser humano no duda en emprender el camino hacia
donde hay buenas noticias. Personalmente pienso que hay una gran diferencia entre
dejarse matar y morir intentando sobrevivir. Puede que el resultado sea el
mismo en algunos casos (la muerte), pero morir intentando vivir es mejor que
morir pasivamente.