miércoles, 16 de septiembre de 2015

¿Por qué inmigramos?

¿Por qué nos marchamos de nuestras tierras natales? Fundamentalmente por motivos bélicos y económicos. Pocas personas se marchan de un pueblo que disfruta de la paz porque dicho pueblo genera más ilusión y más creatividad. Aunque algunos de sus miembros se marchen a explorar otras tierras, la despedida no es tan dramática como cuando las bombas siguen tus pasos. De allí la diferencia entre inmigrantes y refugiados. Los latinoamericanos se marchan buscando mejores oportunidades económicas, y cuando no las encuentran vuelven a sus pueblos. Muchos africanos huimos de nuestros pueblos porque los señores de la guerra llegan disparando a matar, y volver a nuestros orígenes no suele formar parte de nuestros sueños: tristemente nos marchamos para no volver. Los sirios que huyen de las bombas, difícilmente sueñan con volver a sus tierras porque, entre otras cosas, lo han perdido todo. Volver a las ruinas es peor que lanzarse al mundo desconocido. Muchos españoles que se marcharon durante la guerra civil prefirieron quedarse en sus países de acogida, a pesar de los consistentes planes de retorno que los gobiernos de la democracia han ido relanzando.
 
La inmigración es consustancial al ser humano. De hecho, la historia de la humanidad es una crónica de la inmigración de gran parte de los seres humanos. Según la historia divina, Adam y Eva tuvieron que abandonar el paraíso (expulsados por Dios) y empezaron a errar a lo largo y ancho de la tierra. La historia secular confirma que los primeros seres humanos aparecieron en los valles de Tanzania, y poco a poco fueron expandiéndose por todo el planeta. De modo que nos guste o no, el ser humano es un inmigrante por naturaleza. Y no inmigra por gusto: a veces se marcha porque es expulsado de su paraíso, otras veces se marcha por escasez de recursos disponibles en la zona, otras veces (las pocas) se marcha porque quiere conocer otros mundos.
 
Hace muchos años que se viene hablando del mundo como una aldea global. No cabe duda de que las nuevas tecnologías han globalizado nuestra cotidianidad, y la noticia de la disponibilidad de recursos se comparte desde todos los rincones de la tierra. Es evidente que ante la amenaza de la guerra o del hambre, el ser humano no duda en emprender el camino hacia donde hay buenas noticias. Personalmente pienso que hay una gran diferencia entre dejarse matar y morir intentando sobrevivir. Puede que el resultado sea el mismo en algunos casos (la muerte), pero morir intentando vivir es mejor que morir pasivamente.

domingo, 30 de agosto de 2015

Ante la problemática de la reciente inmigración

Ante la llegada de miles de refugiados sirios y de miles de inmigrantes africanos no podemos mirar hacia otro lado. Es indignante que nuestros dirigentes europeos no hayan sido capaces de atender humanitariamente a nuestros semejantes que están huyendo de la miseria y de la guerra. Es una auténtica canallada utilizar gases lacrimógenos contras personas indefensas que llegan buscando nuestro apoyo. Y probablemente vienen huyendo del uso indiscriminado de armas que nuestros gobiernos vendieron a los de allá a un precio bastante copioso.
Cualquier que tenga interés en los motivos reales de la inmigración masiva en el entorno del Mediterráneo sabe que fundamentalmente viene provocada por la interesada desorganización político-social de Libia. Como siempre, Europa no quiso construir sobre las ruinas de Gadafi porque el control del subsuelo es más eficaz en un estado fallido. No hace falta ser un genio para saberlo. Lo que hace falta es un poco de humanidad para no hacerlo. Va siendo hora de que el ciudadano europeo se interese por la política internacional de nuestros gobiernos, y que exijamos la misma ética política para actuaciones nacionales e internacionales.

jueves, 20 de agosto de 2015

¿Quién se beneficia de las guerras?


Yo creo que sólo los fabricantes de armas se benefician de las guerras. O dicho de otra forma, sólo los gobiernos occidentales se benefician de las guerras. La fabricación de armas ya no tiene un carácter defensivo como antaño, sino puramente comercial. De hecho los gobiernos occidentales tienden a abandonar la fabricación de armas con poca salida comercial aunque sean tremendamente defensivas: por ejemplo, las bombas nucleares.

Es muy triste reconocerlo pero las cosas son como son: las industrias armamentísticas europeas sobreviven gracias a los conflictos bélicos. Y los ciudadanos occidentales no suelen exigir a sus gobiernos para que intervengan en conflictos lejanos. Que mueran los congoleños o los sirios por una bomba lanzada por un dron, eso no impide al occidental medio seguir disfrutando de su almuerzo. Que mueran los inmigrantes en el Mediterráneo, por muy cerca de nosotros que se encuentren, no son de los nuestros. Pero que los combatientes islámicos decapiten a un norteamericano, esto sí que nos afecta: paramos de comer, soltamos todo tipo de improperios, nos acordamos de la madre de algunos y nos preguntamos qué hacen nuestros gobiernos para defendernos de esos salvajes. Obviamente no reconocemos que esos salvajes están utilizando armas compradas en Occidente y que muchos de sus asesores son occidentales.

Nuestra hipocresía occidental no tiene límite. Todavía hoy recuerdo cómo la Audiencia Nacional juzgó y condenó a dos piratas somalíes que secuestraron un pesquero español. Esos dos chicos apenas sabían leer y escribir. No obstante, el rescate de los españoles se negoció en un bufete de abogados en Londres. ¿A usted le interesa saber qué pasó con los abogados de ese bufete? No me lo creo. ¿Usted cree que esos dos adolescentes capturados por los militares españoles eran los auténticos autores del secuestro de ese pesquero? No me lo creo.

Después de no haber hecho nada para evitar el genocidio ruandés, el General Romeo Dallaire al mando de los cascos azules en Ruanda afirmó que había estrechado la mano del diablo. Hay quienes piensan que los diablos se cambian de papeles, dependiendo de dónde nos situemos. En lo que si coincido con el bien condecorado General y que después de Ruanda intentó suicidarse (sin conseguirlo, siendo todo un General) es en su afirmación del “fracaso de la humanidad en Ruanda”: Romeo Dallaire, “J’ai serré la main du diable: la faillite de l’humanité au Ruanda (2003).

miércoles, 12 de agosto de 2015

La economía de la guerra

imagen encontrada en el buscador google.es

Si no existieran las guerras, las habríamos inventado. Porque las guerras son el motor de la economía occidental (el filósofo griego Heráclito sostenía que la guerra es el padre de todas las cosas). La industria armamentística sobrevive gracias a que sus productos mortales son vendidos a quienes los pueda utilizar, sea un estado democrático como Kenia, sea un estado en ebullición como Burundi, sea un estado fallido como Congo o sea un grupo terrorista como Boko Haram. A estas alturas, todo el mundo sabe que los terroristas no fabrican armas; las compra de los fabricantes occidentales. A David Cameron o a François Hollande le importa poco quién es el cliente de sus industrias armamentísticas, siempre cuando esas armas se utilicen fuera de sus territorios. El problema empieza cuando un terrorista prueba una pistola de fabricación francesa en el territorio francés; o colocando una bomba de fabricación inglesa en un autobús londinense, o utilizando material de una mina española para provocar masacres en Atocha. Desgraciadamente, da la sensación de que hay una competencia entre grupos terroristas para ver quiénes pueden acercarse más a las residencias presidenciales. Se están cansando de matar a sus compatriotas, sobre todo porque son muertes que no provocan reacción por parte de Occidente. Un sirio menos vale menos que un norteamericano menos. De allí las degollaciones televisadas para demostrar al mundo entero que para sembrar terror no hace falta una bomba atómica: basta un cuchillo en manos de un destetado, un rehén occidental, una cámara de video y una conexión a internet. Una auténtica barbaridad, un desprecio a la vida humana.

Yo creo que si los dirigentes occidentales quisieran acabar con todas estas guerras activas tardarían menos de un año en poner fin a la barbarie. La clave está en dejar de suministrar armas a los países terceros. Pero si así lo hicieran, millones de europeos que viven de la máquina de matar irían al paro y los sillones presidenciales tambalearían. Pero esto no impide constatar que la responsabilidad occidental en la violencia mundial es un hecho innegable. Por eso muchos africanos suelen realizar una sola petición a los occidentales: “dejadnos en paz. Allez-vous de chez nous. Nous ne voulons pas la indépendance sous votre surveillance”. Si queréis ayudarnos, revisar vuestra política armamentística”. No a la violencia terrorista, no a la violencia institucionalizada. La violencia genera violencia y no hay victorias sin víctimas.

martes, 4 de agosto de 2015

“Una plaga de inmigrantes procedente del Mediterráneo” (David Cameron)


Cuando en 2010 el Coronel Muamar el Gadafi estaba ya rehabilitado en la escena internacional, el presidente Sarkozy y sus colegas occidentales consideraron que había llegado el momento para acabar con él. Unos 16 países se apuntaron al bombardeo, destacándose Bélgica, Canadá, Catar, Dinamarca, Emiratos Árabes, España, Estados Unidos, Francia, Italia, Jordania, Noruega y Reino Unido. Aviones de combates procedentes principalmente de Francia, Italia, Inglaterra, España y Estados Unidos invadieron el cielo libio. La captura y la ejecución del presidente Gadafi fueron transmitidas en directo el 20 de octubre de 2011. Según los guardianes de la seguridad internacional (cargo que se autoatribuyen arrogantemente), Gadafi era una amenaza para la seguridad internacional. Según los medios franceses, Gadafi tenían información sensible sobre la financiación de la campaña del presidente Sarkozy, y su segunda reelección estaba en caída libre (al final se estrelló porque los franceses no son tan ingenuos). Libia, un país muy seguro hasta entonces, ahora es una tierra descontrolada, con dos gobiernos y atentados mortales todos los días. Casualidad o no, lo único que funciona a la perfección es el bombeo del petróleo. El lector familiarizado con el saqueo de los recursos africanos sabrá entender los motivos que llevaron Occidente a matar a Gadafi.

En 2010, Rusia amenazaba con cerrar el grifo del petróleo. Venezuela se ponía de acuerdo con los demás países de la OPEP para controlar el bombeo del oro negro. Los pozos petróleos de Irak seguían en llamas. La crisis económica amenazaba seriamente la estabilidad de los gobiernos occidentales. Así las cosas, el petróleo libio era una fuente para aliviar las arcas occidentales. Y para conseguirlo a un precio occidental, Gadafi debía desaparecer. Se montó la guerra, Gadafi fue ejecutado, el país se dividió en dos, y se montó guardias para proteger los pozos petróleos.

Después de Gadafi, los miles de inmigrantes africanos y asiáticos que trabajaban bajo su protección fueron perseguidos y se alojaron al mar Mediterráneo. Nunca se sabrá cuántas vidas humanas reposan en el Mediterráneo por causa de la irresponsabilidad política de nuestros dirigentes occidentales. Me llama poderosamente la atención que el Tribunal internacional de La Haya no haya investigado dichos muertos, incluso cuando políticos italianos proponían mandar la marina italiana para hundir las barcazas en el Mediterráneo. Me llama poderosamente la atención que los mandamases africanos sigan formando parte de ese teatro judicial, cuando todo el mundo sabe que ese tribunal internacional fue creado para perseguir a los negros que no se sometan al control occidental. Tiene razón cuando el presidente ruandés afirma que los dirigentes occidentales tratan igual a un presidente negro que a un inmigrante sin papeles. Al fin y al cabo, todos somos la chusma, o una plaga como diría el refinado inglés David Cameron: “tienes una plaga de inmigrantes que llega a través del Mediterráneo buscando una vida mejor, deseando venir al Reino Unido porque el Reino Unido tiene mejores trabajos, una economía en crecimiento, y es un lugar increíble para vivir”.

domingo, 12 de julio de 2015

Carta a Mamadou

Querido Mamadou, después de mucho tiempo vagando por allá y por acá, por fin te has dado cuenta que Europa no es el paraíso soñado. De hecho aprendiste el castellano leyendo en los muros frases como “sobran inmigrantes” o “putos negros, volved a vuestros países”. ¡Bienvenido a la civilización! Seguro que queriendo conocer Madrid acabaste en el CIE de Aluche, y te diste cuenta que no tienes dignidad, y aquellos turistas a los que respetabas tanto en tu país solo logran llamarte “pobrecito”. A cuesta con tu licenciatura, hablar más de tres lenguas no te sirve para nada. Incluso quienes apenas logran escribir su nombre te tratan como un alfabeto. ¡Inkoko iri iwabo ishonda umukara pe! Ahora sí que ya sabes el lugar que te corresponde en este mundo. Te fuiste de tu país para buscar dignidad y ahora tu sueño es conseguir los mismos derechos que los animales. Más quisieras tú vivir como una mascota. Tú no eres un ser humano; vales menos que un animal. Los misioneros (católicos, judíos y musulmanes) te enseñaron que todos somos hijos de un mismo Dios, pero ahora ya sabes que hay un Dios para los ricos y un Dios para los pobres. Incluso hay un Dios para los blancos y un Dios para los negros.
Mamadou, para nuestros dirigentes europeos eres un simple número. ¿Cómo te llamaban en el CIE de Aluche? ¿Bwana Mamadou? O número 1212. Importas tan poco que ni siquiera mereces estar en una cárcel bajo tutela de un estado de derecho. Cuando cruzaste El Estrecho pensabas que Cruz Roja es tu aliado, pero ahora ya sabes que incluso para Cruz Roja existen categorías. Tú mismo me dijiste que en el CIE de Aluche, el trato de Cruz Roja es peor que el de la policía nacional. Amigo mío, Cruz Roja es una multinacional más y su aparente generosidad es una máquina para fabricar dinero. Espero que Pueblos Unidos o Karibu no sigan su camino.
Querido Mamadou, antes de que me llames desagradecido, te confieso que me inclino ante tantas personas que te han echado una mano, que te han visitado en el CIE y que te tratan con dignidad (no con compasión). Sé que tienes una larga lista de agradecimientos. Sé que si no haces locuras es porque sabes que hay un Álvaro, un Javier, una Pilar, una Carmen o una Piedad que te dan la mano cuando te cruzas con ellos. La raza humana no se ha extinguido porque todavía hay corazones nobles que siguen bombeando generosidad, solidaridad y dignidad. Aún hay muchas personas que se dan a los demás sin esperar nada a cambio. Aún hay gente noble que nunca abandonaría a sus amigos. Ahora que Don Mariano Rajoy, católico, apostólico y romano ha decidido multar a todos los españoles que intenten ayudarte, permíteme recordarte las palabras de Thomas Sankara: hay dos versiones de la Biblia, una versión para los pobres y una versión para los ricos. ¿Qué asco no, Mamadou? Multar a quien pretende ayudar a los demás. Si la Lógica griega no estuviera en el punto de mira, concluiríamos que Don Mariano Rajoy nos está invitando a negar agua al sediento, a negar comida al hambriento y esto me suena a crimen contra la humanidad. Así las cosas, legalícese la eutanasia o el genocidio de los pobres y acabamos antes. Sé que, querido Mamadou, eres más humanista que nuestro Don Mariano Rajoy y que tú seguirás ayudando generosamente a quien te pida ayuda; seguirás ayudando a una señora que no puede con sus bolsas de compras (aunque al principio piense que le vas a robar); seguirás cediendo sitio a los mayores y a sonreír al niño que te mira fijamente queriendo entender porqué él es blanco y tú negro. Por favor, no sigas el ejemplo de Don Mariano Rajoy.

lunes, 6 de julio de 2015

“Le sous-développement”


Para quienes estudiamos el francés a través de los manuales llamados “Dossiers” agradeceremos siempre al gobierno de Juvénal Habyarimana por habernos abierto la mente, al dedicar cada manual a una temática concreta. Por ejemplo el “Dossier” titulado la “conditión féminine” nos hablaba de la condición de la mujer en el mundo y especialmente en Ruanda, invitándonos a reflexionar sobre lo que llamamos hoy “igualdad de género”. El mismo presidente ruandés favorecía la presencia de ministras en su gobierno y en la Asamblea General, de tal forma que incluso la señora Agathe Uwilingiyimana llegó a ocupar el puesto de primera ministra con toda normalidad (normalidad bien encuadrada en un país en guerra). No recuerdo ninguna objeción al hecho de que una mujer dirigiera un gobierno africano, ni por parte de mis compañeros maestros, ni por parte de los padres de mis alumnos. El actual presidente Paul Kagame ha seguido la misma política: la jefa de la diplomacia ruandesa, la señora Louise Mushikiwabo, es una de las ministras con más peso en el gobierno ruandés. Y los miembros de la Asamblea General son mayoritariamente mujeres.

Otro “Dossier” que estudiamos en Ruanda se titulaba “Le sous-développement” y analizaba el subdesarrollo en todas sus facetas, haciendo hincapié en el subdesarrollo mental: falta de capacidad para analizar una situación holísticamente. Debatíamos distintos textos que reflejaban cómo los ruandeses teníamos una visión localista que nos condenaba a la pobreza. Algunos pensaban que fuera del “País de mil colinas” no había nada interesante. Se encerraban en la mentalidad ruandesa y se quedaban atrapados en su propio imaginario. “Le sous-développement” nos abrió las mentes hacia realidades de otros mundos, y nos invitó a realizar un menú con lo mejor de cada casa. Por el eso el gobierno favorecía la incorporación del profesorado extranjero a nuestro sistema educativo; enviaba los alumnos con mejores expedientes a las universidades occidentales (inevitablemente algunos alumnos eran enchufados) y cuando volvían al país ocupaban puestos claves para sensibilizar el pueblo desde su experiencia en el extranjero. El mismo hecho de que la programación de la Radio gubernamental estuviera en ruandés, en francés, en inglés y en swahili era una forma de mostrarnos que una mente abierta sobrevive mejor que una mente anclada en su propio imaginario. Esta buena tradición lingüística se ha mantenido con el gobierno del presidente Kagame, aunque le costó mucho superar su aversión hacia la lengua francesa por identificarla como “lengua de los genocidas”.

 

Después de la mal llamada independencia de los pueblos africanos, los padres de dicha independencia tenían una visión africanista casi romántica que implicaba una hermandad del pueblo negro explotado por el hombre blanco. Por eso los manuales de lengua llevaban por título programático “Matin d'Afriques” (despertar de África), y procuraba dar una visión unitaria de los pueblos negroafricanos. Era la época de la filosofía de la Negritud. Pero pronto llegaron los golpes de estado patrocinados por potencias occidentales para dinamitar el espíritu africanista y tener argumentos para sostener que el negro no puede gobernar su propio pueblo, y mucho menos su continente. Sutilmente, los manuales abandonaron el título programático de “Matin d'Afriques” y se llamaron “Ma colline” (mi colina). Mi promoción empezó con esta pedagogía tan estúpida, y cuando tuve la oportunidad de aplicarlo a mis alumnos, me las ingeniaba para alternarlo con algunos textos de “Matin d'Afrique”. Pero ya habíamos caído en manos de un “sous-développement” sostenido por gobiernos locales y bendecido por la perversión de la política internacional occidental de dividir para vencer. Con “Ma colline” empezamos a dar importancia a las diferencias fisionómicas. Se derogaron los contratos de los profesores extranjeros bajo la excusa de que no conocían la realidad del país; se nacionalizaron las empresas estratégicas, incluso se estimularon el regionalismo. Hoy día, el continente africano está completamente fragmentado, a merced de los bandidos que se autoproclama “padres de la nación”.

lunes, 22 de junio de 2015

Yo conocí a Pedro Zerolo

Bajaba la calle Olivar hacia el Centro cultural de Lavapiés muy despacio, asegurando bien sus pasos. Una simple brisa podía derribarle. Era una mañana del día 08 de mayo de 2015. Su amplia sonrisa contrastaba con los signos evidentes de su enfermedad. Ante tanta fragilidad, Consuelo Cruz subió a su encuentro y bajaron cogidos de la mano. Como ella hace siempre, le preguntó si se acordaba de mí. Él dijo que naturalmente, y me dijo que seguía esperando que yo le presentara más ruandeses. Le dije que los ruandeses abundan más en Bélgica por aquello de que fuimos una colonia belga y le prometí presentarle por lo menos una ruandesa que anda por aquí. Enseguida llegaron mucha gente para saludarle. Así era Pedro Zerolo: transmitían buenas vibraciones, incluso en sus momentos más delicados.
Cuando empezó el acto de campaña y le tocó hablar, no sé de dónde demonios sacó fuerzas. Sin papeles y sin pausa, Pedro nos habló de la diversidad, de los derechos conquistados pero que tenemos que cuidar y nos exhortó a los negros, como solía hacer, a ser visibles en la sociedad española. Fue un discurso emocionante, propio de un activista, alguien que dedicó su vida a luchar por los derechos de las minorías ignoradas por una sociedad que no sabe aprovechar todas las fuerzas vivas para construir su futuro. Terminado su discurso, todo el auditorio su puso de pié y le aplaudimos durante casi cinco minutos.
Le conocí el año pasado en una reunión de afrosocialistas en la calle Ferraz. Me acerqué a saludarle, consciente de que saludaba uno de los grandes. Le fui a dar la mano pero él me plantó dos besos. Igual que se los plantó al presidente Zapatero delante de las cámaras, y según contó él en un programa de La sexta, algunos “patanegras” del PSOE se mosquearon. Y seguramente no se mosquean cuando descubren casos de corrupción en su entorno o cuando venden armas a un país en guerra. Mosquearse por un beso puede ser preocupante, sobre todo en Occidente.
A principio del año 2000 paseaba yo con Antoine, recién aterrizado en España, por la Plaza Mayor de Salamanca. Reconozco que la imagen merecía una foto. Él me saca cuatro cabezas como diría una compañera. Los dos íbamos cogidos de la mano. Como él no entendía aun el castellano, no se daba cuenta de los “piropos” que nos echaban los salmantinos: “Olé, negros y maricas”. Marta y Mónica, dos amigas nuestras salmantinas, iban delante riéndose. Mónica que había estado en Ruanda le estaba explicando a su amiga que en Ruanda los hombres amigos van cogidos de la mano públicamente y no tiene nada que ver con la homosexualidad. Antes de explicar a Antoine lo que pensaba la gente que nos veía, le dije que no me soltara la mano. Nos acercamos a nuestras amigas y cambiamos de pareja discretamente. Sabía que Antoine, recién salido de Ruanda, difícilmente entendería que dos hombres  o dos mujeres pueden enamorarse. Quince años después, él es capaz de explicarle a su hija de ocho años que dos personas del mismo sexo pueden casarse. Me temo que algunos franceses o italianos o españoles no son capaces de tener esa misma visión que nosotros que “venimos de la selva”, como diría Marine Le Pen. Me temo que Pedro Zerolo se ha marchado antes de tiempo porque la batalla de la diversidad no está del todo ganada. Afortunadamente hay mucha gente como Consuelo Cruz que seguirá su lucha. Para pedir respeto hacia gays y lesbianas no hace falta ser gay o lesbiana. Para pedir respeto hacia los negros no hace falta ser negro. Sólo basta entender que todos somos seres humanos que trabajamos por una sociedad más justa y más igualitaria, una sociedad que incorpore todos sus miembros al proyecto del bienestar social.


lunes, 8 de junio de 2015

El macho dominante

En el reino de los animales, el macho dominante tiene varios privilegios por detentar el poder dentro de la manada: prioridad para acceder al agua y a la comida, aparearse con hembras más saludables y gozar de un respeto dentro de la manada. Pero tiene la responsabilidad de defender a los suyos contra los enemigos de fuera, incluso a riesgo de perder su vida. Para coronarse macho dominante, el gran jefe tiene que haber vencido a sus contrincantes mediante peleas públicas para que todos los miembros de la manada fueran testigos de su apabullante victoria. Generalmente el perdedor suele abandonar la manada para probar suerte en otros grupos, o simplemente para curtirse en batallas antes de volver a enfrentarse con su rival. Cuando el macho dominante pierde su poder suele abandonar su manada para vagar en la sabana y morir en solitario, no sin la tristeza de aquel que lo tuvo todo pero que un día se despertó sin nada.
En las sociedades humanas que llamamos democráticas, la fenomenología del poder es muy parecida al del reino animal. Para conseguir el mando hay que haber ganado las elecciones democráticas. Defender a los suyos no es imprescindible. Trincar todo lo que se pueda parece ser la moda, al menos en nuestra actual España. Pena. No hay ningún partido político maduro que no se haya visto salpicado por casos de corrupción. De modo que eso de presentarse a las elecciones para poder servir al pueblo suena a broma de mal gusto. El imprescindible desgaste personal y familiar que sufren los políticos tiene que tener una buena recompensa, porque de lo contrario no merecería la pena tanto sacrificio.
El ansia del poder que se camufla en el servicio abnegado a la patria suele engendrar dictadores democráticos. Hay quienes afirman que la única diferencia que hay entre Rajoy y Castro es que en España tenemos posibilidad de intentar cambiar de presidente cada cuatro años, en Cuba no. Pero a la hora de tomar las decisiones, quien está al mando hace lo que le da la gana. Un gobierno con mayoría absoluta es muy parecido a una dictadura: puede cambiar las leyes que le dé la gana sin contar con la oposición; puede balancear las decisiones judiciales sin sonrojarse y puede acabar dictando leyes mordazas mientras critica abiertamente otros regímenes que hacen lo mismo pero con menos tacto diplomático. Al fin y al cabo, la sed del poder es insaciable.

martes, 26 de mayo de 2015

Hemos votado: ¿y ahora qué?

El panorama político municipal es un auténtico reto para los cargos elegidos porque se acabó la política del rodillo: hay que pactar y consultar antes de tomar cualquier tipo de medidas. A mí me parece interesante. Ya no seduce a nadie la prepotencia política a lo Fabra, ni el aislamiento gubernamental a lo Rajoy.
Veo el telediario, leo la prensa escrita, sigo Twitter pero lamentablemente no soy capaz de nombrar la mitad de los ministros de Rajoy porque están encerrados en sus despachados. ¿Cómo voy a votar alguien que no conozco? ¿Cómo voy a votar los concejales socialistas si no conozco a ninguno ni sé a qué se dedican? No conozco, por ejemplo, a los diputados socialistas y populares elegidos en Madrid, y de seguir así, lo más seguro es que no vote a ninguno de ellos en noviembre. A parte de que me indigna que un partido político me obligue a votar una lista cerrada. Me gustaría poder votar personas, no siglas, y espero que algún día llegue a votar en el mismo sobre: alguien del PP, alguien del PSOE, alguien de Podemos, alguien de Ciudadanos y alguien de Izquierda Unida (si es que éste último no se diluye a lo UPyD). Aún hay meses para que quien quiera mi voto me mandé un correo electrónico explicándome sus propuestas porque ya no pienso votar siglas porque sí.